2012: proteger y asistir a los más necesitados
27-06-2013 Informe de actividad
Mensaje del presidente del CICR, Peter Maurer, para el Informe anual de actividad correspondiente a 2012
En 2012, millones de personas en todo el mundo fueron víctimas de conflictos armados y de otras situaciones de violencia; muchas murieron, otras tantas resultaron heridas y padecieron sufrimientos inconmensurables. Numerosos niños, hombres y mujeres se vieron obligados a huir de sus hogares, lo que los dejó sin pertenencias ni medios de sustento y, en muchos casos, separados de sus familiares. Varios miles de personas fueron detenidas y quedaron expuestas al riesgo de sufrir malos tratos y de desaparecer.
El CICR trabajó en forma persistente para proteger y asistir a las más vulnerables de esas personas, aplicando un enfoque neutral, imparcial e independiente. Para ello, procuró concordar las prioridades con las necesidades, desplegar una acción cercana a las personas afectadas y dialogar con todas las partes interesadas. Ese enfoque contextualizado y basado en principios, que combina aspectos prácticos, jurídicos y diplomáticos, permitió lograr la mayor aceptación y respeto posibles de la Institución y, gracias a ello, el acceso más amplio posible de la ayuda humanitaria en varias crisis complejas que dieron lugar a necesidades de diversos tipos.
En 2012, millones de personas fueron víctimas de conflictos armados y de otras situaciones de violencia; muchas murieron, otras resultaron heridas y padecieron sufrimientos inconmensurables.
El CICR fue una de las pocas organizaciones humanitarias que pudo realizar actividades dentro de la República Árabe Siria (en adelante, Siria) durante el año. En forma conjunta con la Media Luna Roja Árabe Siria, entregó alimentos, agua potable, insumos médicos y otros víveres esenciales a las personas afectadas por el intenso conflicto. En Malí, la Institución logró prestar ayuda en forma oportuna y eficaz a las personas afectadas por los efectos combinados del conflicto armado y la crisis alimentaria. Realizó distribuciones de alimentos a gran escala, mejoró el acceso al agua potable y prestó apoyo a las estructuras médicas. En la República Democrática del Congo, el CICR logró ampliar rápidamente sus actividades de protección y asistencia cuando una reanudación de los enfrentamientos en Kivu Norte provocó nuevos desplazamientos y agravó una crisis humanitaria que ya era severa y prolongada. Estos ejemplos ilustran el valor de la práctica establecida del CICR de mantener su presencia y sus actividades en las zonas más sensibles del mundo, combinada con la flexibilidad de aumentar o reducir sus actividades en respuesta a las cambiantes necesidades.
En realidad, lejos de las crisis que ocupan las primeras planas internacionales, como las de Siria y los territorios palestinos ocupados, más particularmente la franja de Gaza, el CICR mantuvo importantes actividades en numerosos conflictos armados donde las necesidades de ayuda humanitaria crónicas y agudas de gran escala recibieron relativamente poca atención. Afganistán fue uno de esos contextos, donde la situación de la población civil siguió siendo muy precaria, tras tres décadas de conflicto intermitente e inseguridad, sobre todo previo al retiro de las fuerzas militares internacionales del país. Somalia fue otro de esos casos: los enfrentamientos continuaron, sobre todo en el centro y el sur del país, lo que intensificó las vulnerabilidades y las necesidades de la castigada población. En Colombia, la mayor operación del CICR en todo el continente americano, los enfrentamientos también continuaron, pese al diálogo por la paz destinado a poner término a un conflicto que lleva décadas. En numerosos contextos, la caída provocada por la persistente crisis financiera y económica mundial agravó una situación humanitaria que ya era compleja.
El CICR condujo otras operaciones de magnitud en Irak, Israel y los territorios ocupados, Sudán del Sur, Sudán y Yemen.
En 2012 el CICR distribuyó alimentos para unos 6,3 millones de personas afectadas por conflictos.
En 2012, el CICR distribuyó alimentos para unos 6,3 millones de personas afectadas por conflictos, principalmente personas desplazadas y residentes, en todo el mundo. Unos 2,8 millones de personas recibieron artículos domésticos de primera necesidad y artículos de aseo que les ayudaron a satisfacer sus necesidades básicas. Por otro lado, los programas de apoyo a los medios de sustento permitieron que numerosas personas recuperaran o reforzaran su autonomía, lo que les ayudó a mejorar su seguridad económica y sus condiciones de vida. Gracias a las distribuciones de insumos productivos, unos 2,7 millones de personas aumentaron su producción de alimentos y realizaron actividades generadoras de ingresos. Cerca de 2,5 millones de personas se beneficiaron de oportunidades de trabajo, servicio o capacitación, incluidos programas de alimentos o dinero por trabajo, mediante los cuales adquirieron competencias o mejoraron su capacidad de mantener sus medios de sustento. Más de 500.000 personas recibieron asistencia en forma de dinero en efectivo, incluidos préstamos para iniciar pequeños emprendimientos.
Más de 22 millones de personas se beneficiaron de las actividades del CICR en materia de agua, saneamiento y construcción. En Irak, por ejemplo, el CICR renovó infraestructura en forma parcial o completa en zonas afectadas por conflictos donde las necesidades eran agudas y no había ningún apoyo alternativo disponible. Además, capacitó a personal técnico iraní para ayudarle a mantener instalaciones y servicios públicos críticos a largo plazo. En Etiopía, el CICR perforó pozos para suministrar agua salubre a miles de personas que viven en zonas afectadas por el conflicto en la frontera con Eritrea.
Unos 7,2 millones de personas en todo el mundo se beneficiaron de las actividades del CICR en materia de salud. Por ejemplo, en Mogadiscio, capital de Somalia, miles de heridos y enfermos continuaron recibiendo tratamiento en los hospitales Keynasey y Medina, que reciben apoyo del CICR. Estos dos establecimientos prestan atención médica de urgencia desde hace más de 20 años, cuando comenzó el conflicto armado. En Bani Walid, Libia, el CICR suministró insumos médicos y quirúrgicos que se necesitaban con urgencia a las estructuras sanitarias locales, cuando reanudaron los enfrentamientos en esa localidad, en octubre pasado.
A lo largo de 2012, 540.669 detenidos en 1.744 lugares de detención recibieron visitas de delegados del CICR; a 26.609 de ellos se les dio seguimiento en forma individual. Esas visitas, que se basan en el diálogo confidencial con los detenidos, por un lado, y con las autoridades detenedoras, por el otro, ayudaron a que se brindara un trato humano a los reclusos y a que las condiciones de detención estuvieran acordes a las normas reconocidas a nivel internacional. En noviembre, el Gobierno de Myanmar autorizó la reanudación de las visitas del CICR a los detenidos en el país, avance digno de destacar teniendo en cuenta que las visitas fueron interrumpidas en 2005.
Unos 7,2 millones de personas en todo el mundo se beneficiaron de las actividades del CICR en materia de salud.
Las dificultades más graves que debió afrontar el CICR en el cumplimiento de su labor siguieron siendo las limitaciones al acceso y la seguridad del personal, causadas en gran medida por la inobservancia del DIH por las partes en conflictos armados. La muerte violenta de miembros del personal del CICR en el cumplimiento de sus funciones en Pakistán y en Yemen en 2012 fue una pérdida trágica para sus seres queridos y para la Institución en su conjunto. Tras esos hechos, se procedió a revisar las disposiciones en materia de seguridad y, en el caso de Pakistán, a reducir algunas actividades clave.
En cuanto a los programas, las actividades que el CICR realizó a lo largo de 2012 siguieron guiándose por la estrategia institucional de 2011-2014, que hace hincapié en el cometido único de la Institución y en sus fortalezas particulares como organismo humanitario en conflictos armados y en otras situaciones de violencia. Se reconoció, al mismo tiempo, la necesidad de entablar mejores contactos con los diversos actores presentes, que cambian en forma constante, y de adaptarse a un contexto mundial en evolución. Para ello, el CICR procuró fortalecer e intercambiar conocimientos y experiencia, coordinar las actividades con otros organismos humanitarios, entablar relaciones estratégicas con actores influyentes, tanto tradicionales como emergentes, incluidos Estados clave, y establecer asociaciones con las Sociedades Nacionales, organismos de la ONU e instituciones locales.
La cooperación en el Movimiento Internacional fue de particular importancia; en diversos contextos sensibles, como Malí, los territorios palestinos ocupados y Siria, quedó demostrado el valor de las modalidades de coordinación flexibles y prácticas adaptadas a cada situación. Las Sociedades Nacionales fueron socios vitales en muchas situaciones difíciles de conflicto armado o de violencia, lo que evidenció la necesidad de fortalecer ese tipo de cooperación y apoyo entre los componentes del Movimiento a fin de potenciar la eficacia de la respuesta humanitaria.
La exposición de los trabajadores de la salud a la violencia fue una cuestión particular que exigió la asociación y la cooperación de las Sociedades Nacionales y el CICR, tanto a nivel de las doctrinas como a nivel práctico. El proyecto “Asistencia de salud en peligro”, que se desplegará a lo largo de varios años con el objetivo de garantizar la protección del personal de salud y de que los heridos y los enfermos obtengan un mejor acceso a la asistencia de salud en conflictos armados y en otras emergencias, fue una importante prioridad institucional. Luego de que se aprobara, en la XXXI Conferencia Internacional de diciembre de 2011, una resolución de amplio alcance en apoyo del mencionado proyecto, el CICR inició consultas con expertos de los Estados, el Movimiento Internacional y otros representantes del sector de la asistencia de salud. El simposio sobre “Asistencia de salud en peligro” celebrado en Londres, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en abril, y la VIII Conferencia Panafricana, celebrada en Addis Abeba, Etiopía, en octubre, fueron dos eventos importantes del año en los que se mantuvieron consultas y se evidenció la sólida cooperación existente a nivel operacional, académico y de comunicación.
A lo largo de 2012, 540.669 detenidos en 1.744 lugares de detención recibieron visitas de delegados del CICR
En el ámbito del DIH, el CICR hizo importantes contribuciones en diferentes cuestiones clave. Por ejemplo, insistió para que se estableciera un firme tratado sobre el comercio de armas en la Conferencia Diplomática realizada en Nueva York, Estados Unidos de América, en julio. Se hizo hincapié, entonces, en las consecuencias catastróficas de las armas nucleares en el plano humanitario. Junto son las Sociedades Nacionales, el CICR instó a los Estados a que tomaran medidas en pos de lograr un mundo libre de armas nucleares y a que respetaran su compromiso de implementar la Convención contra las minas antipersonal. Por otra parte, el CICR comenzó a efectuar el seguimiento de la resolución aprobada en la XXXI Conferencia Internacional sobre el fortalecimiento de la protección de las víctimas de conflictos armados, que fue el resultado de un estudio de dos años de duración en torno a esa temática y del proceso de consultas a los Estados.
Tras haber comenzado con las cuestiones prioritarias de la protección de las personas privadas de libertad en relación con conflictos armados no internacionales y los mecanismos empleados a nivel internacional para verificar el cumplimiento del DIH, el CICR inició la siguiente etapa de consultas a los Estados y a otras partes interesadas en relación con diversas opciones y recomendaciones para fortalecer la protección jurídica en esos ámbitos.
El año 2012 también marcó el final de una era para el Servicio Internacional de Búsquedas de Bad Arolsen, Alemania, y el CICR: tras más de cincuenta años de supervisión de su administración, el 31 de diciembre el CICR traspasó la gestión de ese Servicio al Gobierno alemán. Fundado en 1943 para dar respuesta a millones de personas que habían perdido el contacto con sus familiares durante la Segunda Guerra Mundial, el Servicio Internacional de Búsquedas luego dejó de ser un organismo encargado solamente de la reunión de familiares para convertirse en un importante centro y archivo de investigación histórica y educación. El CICR seguirá en contacto permanente con el Servicio Internacional de Búsquedas y brindará asesoramiento técnico mediante su Agencia Central de Búsquedas, sita en Ginebra, Suiza, las agencias de búsquedas de las delegaciones del CICR y los servicios de búsquedas de las Sociedades Nacionales en todo el mundo.
Por último, se realizaron considerables esfuerzos en 2012 para avanzar con el nuevo programa de gestión del personal del CICR, fortalecer los sistemas de gestión de la información y de la cadena de abastecimiento, e invertir en el profesionalismo del personal, que debe intervenir en situaciones cada vez más complejas y demandantes. La capacidad de respuesta del CICR seguirá dependiendo de su habilidad para movilizar los recursos humanos y financieros necesarios para cumplir sus objetivos operacionales y mejorar su capacidad de adaptarse a las estructuras internas, los canales de comunicación y los flujos de trabajo.