Rehabilitación física en Nepal

30-03-2012 Reportaje

En Nepal, es limitado el acceso a los servicios de rehabilitación física para las personas que resultaron heridas o quedaron discapacitadas durante el conflicto armado o por alguna otra causa. La provisión de miembros artificiales puede devolverles la capacidad y ayudarles a volver a tener una vida independiente, trabajar y reinsertarse en las actividades familiares y comunitarias. La experiencia del mayor retirado Gunja Karki, quien sufrió la amputación de un brazo a raíz de una herida provocada por un dispositivo explosivo, es una prueba de esa realidad.

El 27 de octubre de 2003, el conflicto armado en Nepal estaba en su punto álgido. El recientemente ascendido capitán del ejército nepalés, Gunja Karki, participaba de una operación de patrulla en una unidad conjunta con la policía nepalesa, integrada por 64 hombres, en el distrito de Nuwakot, a unos 30 km al noroeste de Katmandú. La unidad partió a las 12 del mediodía y cerca de las dos de la tarde descubrió un dispositivo explosivo sembrado en el suelo y conectado a unos cables. Un par de miembros de la unidad lograron quitar los cables con cuidado. Luego, el capitán Karki, que encabezaba el equipo, se acercó al dispositivo para desactivarlo. Pero de pronto el artefacto explotó. “No recuerdo nada”, dice. “Lo ultimo que recuerdo fue que yo iba en esa patrulla.”

Gravemente herido

Más tarde, se le informó de que había otro dispositivo explosivo cerca, que fue el que explotó y le causó heridas graves. Se pidió urgentemente por radio un helicóptero militar, mientras dos miembros de la unidad le practicaban primeros auxilios. Afortunadamente, el helicóptero estaba disponible y llegó para evacuarlo poco después de las 3:10 pm, al hospital militar Katmandú, en Chauni. En el hospital, los médicos le curaron rápidamente las heridas y lo llevaron a cirugía.

"Recuperé Ia conciencia después de 22 horas. Me enteré entonces de que me habían amputado el brazo derecho”, relata el capitán Karki. "Poco después me di cuenta de que no podía ver y en ese momento tuve mucho miedo y me pregunté si quedaría ciego para siempre”, recuerda. El capitán también había sufrido heridas en el rostro y los tímpanos. Tuvo que pasar tres meses y medio en el hospital. Afortunadamente, recuperó la vista y la audición, y sanaron las heridas del rostro.

Vuelta al trabajo

El capitán Karki volvió al ejército después de recuperarse, y fue asignado al “Kathmandu Chhauni Deport”, centro de logística y depósito de material del ejército. “Con un solo brazo, comencé a depender de una nueva unidad; cumplí el resto de mi misión con el ejército a lo largo de seis años”, recuerda el capitán. En marzo de 2004, el ejército asumió los gastos para que se le colocara un brazo artificial en un centro de ortopedia de Katmandú. Su desempeño en el trabajo le valió un ascenso al rango de “mayor del ejército”. En 2009, se retiró, tras 33 años en la fuerza.

Sin embargo, la vida del mayor retirado se volvió algo difícil cuando dejó el ejército. Si bien consideró regresar a su aldea rural en Ramechhap, decidió finalmente no hacerlo porque no podría ganarse la vida con las actividades rurales tradicionales, como arar, sembrar y criar ganado, ya que no tiene dos brazos funcionales.

"No podría haber hecho mucho y habría dependido de alguna otra persona, entonces decidí no volver”, dice. Con la pensión del ejército, se construyó una casa en Imadol, en el distrito de Lalitpur, valle de Katmandú. “Por lo menos estoy en Katmandú. Puedo ir a diferentes lugares y recibir tratamiento gratuito y los cuidados necesarios parar mi miembro artificial”, observa.

Dificultades con el miembro artificial

El brazo artificial que recibió Karki comenzó a presentar problemas. “Era muy pesado y me causaba dolor en el hombro. La correa que iba desde el pecho hasta la muñeca también era incómoda y dolorosa”, cuenta. El color del brazo artificial también comenzó a desteñirse y se le estaban cayendo las uñas. “A la distancia, era fácil ver la diferencia de color de las dos manos, y eso me hacía sentir incómodo. Quería tener un nuevo brazo, con menos problemas, y decidí  pedir ayuda”, dice.

Un día, Karki se reunió con quien había sido su superior, el coronel Nain Raj Dahal. Habían trabajado juntos en la misma unidad durante años. El coronel Dahal ahora era el Vicedirector de la División de Derechos Humanos del Ejército Nepalés. Karki le preguntó si podía ayudarle a conseguir un nuevo miembro artificial. El coronel Dahal le prometió que conseguiría ayuda, ya que estaba en contacto con el CICR, que prestaba apoyo a los servicios de rehabilitación física. Se puso en contacto con el CICR para averiguar si podrían ayudar a Karki. El CICR se comunicó con el mayor retirado y lo derivó al hospital Green Pastures en Pokhara, donde se le colocó un brazo artificial semifuncional. Además, se le ofreció terapia ocupacional y fisioterapia para que aprendiera a usarlo.

El CICR le entrega un brazo artificial nuevo y mejorado

"Estoy muy contento con este nuevo brazo. Es mucho más liviano que el anterior, el color se parece a mi color de piel, parece de un material duradero. Me siento muy cómodo ahora”, confiesa. Luego recuerda que fue a una fiesta y pudo sostener el plato con la mano artificial y comer con la otra mano, para sorpresa de todos sus amigos, que antes tenían que ayudarle a comer. El mayor retirado Karki, que ahora tiene 54 años, está casado, tiene un hijo y una hija ya adultos, y vive con su familia. Su hijo ingresó en el ejército nepalés y su hija cumple tareas administrativas para el ejército también.

Fotos

El mayor retirado Gunja Karki puede leer el diario y escribir sin ayuda, después de recibir de parte del CICR un brazo artificial. 

El mayor retirado Gunja Karki puede leer el diario y escribir sin ayuda, después de recibir de parte del CICR un brazoartificial.
© CICR / Debraj Limbu

Un trabajador del CICR ayuda al mayor retirado Gunja Karki a ajustar u brazo artificial. 

Un trabajador del CICR ayuda al mayor retirado Gunja Karki a ajustar u brazo artificial.
© CICR