Georgia/Osetia del Sur: la vida en ambos lados de la línea divisoria administrativa
06-08-2009 Reportaje
En ambos lados de la línea divisoria, en Osetia del Sur y en Georgia, los combates que tuvieron lugar en el verano (boreal) de 2008 han dejado cicatrices indelebles. Las consecuencias persistentes del conflicto quedan reveladas en la historia de esta pareja, separada de sus hijos y nietos, que ahora viven "del otro lado", y de una joven viuda decidida a darle un futuro a su hijo.
Osetia del Sur: Natela and Volodya vieron cómo su poblado quedaba prácticamente destruido por las hostilidades que tuvieron lugar en 2008. El CICR les entrega alimentos y les presta asistencia médica.
Cuando uno se encuentra en el patio de la casa de esta pareja de ancianos, cualquier otra realidad desaparece. El paisaje idílico que se extiende detrás del patio lleno de animales domésticos poco dice de las preocupaciones que asedian a las personas que viven en este poblado de Osetia del Sur, que ha sufrido la destrucción y la devastación causadas por la guerra.
Natela y Volodya viven aquí desde que se casaron. " Yo vivía en Tiflis y venía a visitar a mis parientes a este poblado, en las vacaciones de verano y para reuniones familiares " , dice Natela. " Volodya era muy buen mozo. Nos casamos cuando teníamos diecisiete años. " Natela y su marido están juntos desde 1952. Han atravesado momentos duros y lograron construirse una pequeña casa. Criaron cuatro hijos y ahora se ocupan de sus nietos.
Hoy, el teléfono del CICR es su único medio de comunicación con sus hijos, que viven " del otro lado " , no muy lejos de Gori y Tiflis. Natela le pregunta a su hija por sus nietos y le cuenta de su vida en el poblado, le dice qué come cada día, sobre todo legumbres y fideos. Natela recuerda los años de la Gran Guerra Patriótica, hace más de cincuenta años, cuando era una niña. Su madre solía llevar una tajada de pan negro en el bolsillo por si alguno de los niños se desvanecía de hambre. Soñaban con tiempos mejores cuando podrían comer tantos fideos como quisieran.
Tras los enfrentamientos en el verano de 2008, Natel a fue a Tiflis, con ayuda del CICR, para recibir un tratamiento médico. Volodya sufrió mucho su ausencia. De vez en cuando, su vecino Victor lo ayudaba a cortar la leña y cocinar. Natela volvió seis meses después.
Hoy los visita Olga, una enfermera del CICR. Mientras ayuda a Volodya a vestirse, el anciano cuenta historias sobre su vida en Stavropol, el servicio militar, la época en que construyó su casa. " La vida es como un jarro: si se rompe, todo lo que uno puede hacer es recoger los trozos " , concluye.
Georgia: la familia Narsavidze tuvo que huir de su poblado en agosto de 2008. Ahora espera poder volver a casa.
Shorena Narsavidze tiene 23 años. Es delgada, tiene una sonrisa cálida pero la mirada triste, es la menor de cinco hermanos (un varón y cuatro niñas). Los Narsavidze son del poblado de Azhara en Kodori Gorge.
Shorena tenía siete años cuando su familia atravesó la terrible experiencia de la guerra y perdió su sustento: Giorgi Narsavidze resultó muerto en Abjasia en 1993, poco antes del fin del conflicto. La familia tuvo que buscar refugio en otro poblado. Sin embargo, después de algunos meses, la madre de Shorena decidió volver a Azhara y recuperar la granja.
Los Narsavidze tenían una granja importante, con unos diez vacunos, cerdos, docenas de colmenas, tierras fértiles, nogales y más. La gente del pueblo ofreció su ayuda a la familia para cultivar la tierra. Roman, el hermano de Shorena, quien ayudaba al padre, se ocupaba del ganado mientras las niñas se ocupaban de la huerta y los pollos.
El tiempo pasó. Las hermanas de Shorena y el hermano se casaron y tuvieron hijos. Shorena también se enamoró, a una edad bastante temprana. Estaba en la escuela cuando conoció a Niko. En la primavera de 2008, decidió casarse. Niko consiguió un empleo como conductor de camiones.
Shorena estaba embarazada de cuatro meses cuando los aviones de guerra sobrevolaron su pueblo, el 8 de agosto de 2008. Kodori Gorge fue bombardeado. Los Narsavidze huyeron del poblado junto con otros residentes y se fueron a Chuberi. Lamentablemente, el camión de Niko se averió y tuvieron que caminar el resto del camino. No tenían nada más que la ropa que llevaban puesta.
La familia llegó a Chuberi al día siguiente. El marido de una de las hermana de Shorena los alojó en su casa, en el poblado vecino de Nakra. Llegó el invierno. " Los alimentos y otros artículos que nos dio el CICR nos ayudaron a seguir adelante " , dice Shorena. Niko cayó en una depresión. No podía tolerar esa situación ni soportar la desesperación y la falta de empleo. El estrés era demasiado para él y murió en diciembre.
En enero de 2009, Shorena, viuda, dio a luz a su hijo. Le dio el nombre de su padre. Hoy, Niko tiene seis meses y es lo único que le preocupa a Shorena. " Es mi esperanza y mi futuro " , dice. " Cuando caen las bo mbas y una ve destrucción y muerte, nada es más importante que la vida y la seguridad de los niños, pero apenas comienza a calmarse la situación, una empieza a pensar qué les va a dar de comer... "
Ahora el principal objetivo de la familia es regresar a su casa. Shorena tiene a su hijo en brazos. El pequeño Niko, con una enorme sonrisa, sostiene un folleto del CICR entre las manos.