Darfur: servicios médicos a ambos lados de la línea del frente

10-04-2008 Reportaje

En un contexto imprevisible como Darfur, donde los viajes por carretera suelen ser peligrosos, el acceso a la atención médica es difícil para todas las comunidades, sean sedentarias o nómadas. Al pie de la cordillera de Jebel Marra, el CICR presta apoyo a centros de salud situados tanto en zonas controladas por los rebeldes como por las fuerzas del Gobierno. Informe de Valérie Petitpierre, delegada del CICR en Zalingei.

     

© ICRC / B. Heger / SD-E-01987      
Pacientes esperando su turno en la clínica de Golol, Jebel Marra. 
         

Acababa de amanecer, cuando los primeros pacientes se presentaron en la puerta del centro de atención primaria de la salud en Gorne. Adam Jibril, el enfermero, había llegado temprano al trabajo para ordenar los papeles del día anterior, y ahora estaba listo para recibir a su primer paciente.

Mientras tanto, la farmacéutica controlaba las existencias de medicamentos y apilaba sobre su escritorio los más solicitados. Aunque la clínica está abierta sin interrupciones hasta media tarde, la mayoría de los pacientes y sus familiares prefieren venir antes de las horas más calurosas del día y antes de tener que ocuparse de las tareas cotidianas.

La aldea de Gorne se encuentra en una zona controlada por el Gobierno, situada en las e stribaciones del macizo de Jebel Marra, en Darfur Occidental. Algunos consideran que el Jebel Marra es el corazón del territorio fur; hoy, sigue siendo un bastión de una de las facciones del Ejército Sudanés de Liberación (ESL), uno de los principales grupos de oposición enfrentados con el Gobierno en Jartum.

La posición estratégica de la aldea, ubicada en el punto de encuentro de los tres estados de Darfur, así como la fertilidad de sus tierras, hacen de Gorne un lugar codiciado por todos. Aunque las laderas y cumbres del Jebel Marra han permanecido exclusivamente en manos de los fur, las llanuras que lo rodean están ahora pobladas de comunidades agrícolas y de pastores nómadas.

  Convivencia difícil  

     
© ICRC / B. Heger / SD-E-01991 
   
El enfermero en el centro de atención primaria de la salud en Golol, Jebel Marra, atiende a un joven paciente. 
         

Al igual que en las aldeas vecinas de Dabenga y Waranga, en Gorne, la relación entre los agricultores sedentarios y los pastores nómadas es tensa, y la seguridad es una grave preocupación para todos. Desde 2006, el CICR ha procurado visitar Gorne con la mayor regularidad posible, por ejemplo para realizar campañas de vacunación; recientemente, decidió dar un paso más y comenzó a prestar apoyo a la pequeña clínica de la aldea. 

Por esa razón, desde octubre de 2007, un equipo del CICR visita la clínica una vez al mes, a fin de proporcionar medicamentos y asesorar a los colaboradores locales: un enfermero, una farmacéutica, una partera y una mujer que presta servicios de limpieza. La Institución también ha proporcionado cemento para reforzar la estructura del edificio, y contribuye a los salarios del personal médico.

La clínica presta servicios principalmente a Gorne y los cuatro campamentos de nómades instalados en las cercanías de la aldea, unas 12.000 personas en total. Las enfermedades más comunes son la diarrea, la disentería, dolores en las articulaciones, infecciones pulmonares y estomacales (debidas a la mala calidad de los alimentos y del agua), la conjuntivitis (causada por el polvo y las moscas) y la tos.

Los nómadas son especialmente susceptibles a las infecciones urinarias y a las migrañas, debido a sus prolongadas exposiciones al sol. Tienen menos acceso al agua, por lo cual es frecuente que la deshidratación agrave sus síntomas.

  Escaramuzas constantes  

     
 
   
   
  • En 2007, unas 252.000 personas residentes en zonas rurales tuvieron acceso a la atención primaria de la salud gracias a las seis clínicas apoyadas por el CICR en Darfur. Se atendieron más de 111.000 consultas y se administraron más de 72.000 dosis de vacunas.
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  • Del total mencionado, más de 15.000 fueron consultas prenatales o posnatales.
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  • Los equipos médicos móviles también visitan aldeas en zonas remotas a fin de proporcionar a la población atención básica preventiva y curativa, y distribuyen en particular vitamina A y suplementos de yodo.
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  • El CICR presta apoyo al Ministerio de Salud para la realización de campañas de vacunación en zonas inaccesibles para los funcionarios gubernamentales. Participó en la inmunización contra la polio de más de 46.000 niños menores de cinco años.
 
         

En las laderas meridionales del Jebel Marra, el CICR presta apoyo al centro de salud de la aldea de Golol, que se encuentra bajo el control del ESL desde el inicio del conflicto. Unas 15.000 personas, todas de la tribu fur, residen en la aldea o en sus alrededores. Golol está a sólo siete u ocho kilómetros de la pequeña ciudad de Thur, situada en una zona controlada por el Gobierno. La línea del frente pasa cerca de allí, y la región, testigo de encarnizados enfrentamientos en el pasado, sigue siendo escenario de escaramuzas constantes entre los rebeldes y los soldados del ejército sudanés.

Desde el comienzo de la guerra, la población de Golol aumentó significativamente a causa de la llegada de personas desplazadas. En la clínica local trabajan siete personas, que atienden hasta 70 consultas por día, mayormente de mujeres y niños; también atienden frecuentes casos de diarrea o malaria. Al igual que en Gorne, desde principios de 2006, el CICR suministra medicamentos a Golol una vez al mes y contribuye a los salarios del personal médico. Este año, la Institución también tiene previsto ampliar el edificio existente con la incorporación de tres nuevos consultorios.

Por último, el CICR se esfuerza por prevenir las enfermedades, mejorando la higiene pública, y por fortalecer las capacidades del personal. En contraste con los habitantes de Gorne, que, en caso de enfermedades graves, pueden viajar a las ciudades en la zona controlada por el Gobierno, los residentes de Golol no pueden arriesgarse a cruzar la lín ea del frente, sobre todo si se trata de hombres en edad de prestar servicio militar. Esta pequeña clínica es su única oportunidad de recibir tratamiento.

  El riesgo del bandidaje  

Regresamos a Gorne. Halima Shama nació y creció allí. Sus tres hijos estaban enfermos. Explicó al médico que Aisha, su hija mayor, de cinco años, tenía problemas digestivos y que su bebé de cuatro meses, Uthman, padecía una infección urinaria. Su hija menor, Hawa, no había podido dormir en toda la noche a causa de una fiebre alta.

Tras auscultar a los tres jóvenes pacientes, el médico tranquilizó a la madre y le dio unas tabletas en una pequeña bolsa de plástico, con instrucciones precisas. Halima parecía aliviada: sus tres hijos pronto recuperarían la sonrisa. Cuando salía de la clínica, se encontró con los miembros del equipo del CICR. Les dijo que, tres meses atrás, hubiese tenido que viajar hasta Nertiti para hacer atender a sus hijos. El viaje, por transporte público, le habría llevado medio día de ida y medio de regreso, con un costo de 5 dólares y con el riesgo de ser asaltada por bandidos durante el camino. 

" El camino no es seguro, y no podemos pagar el billete de autobús " , explicó Halima. Hussein Adam Uthman, el jeque de la aldea, añadió: " Hasta hace unos meses, los habitantes de esta aldea tenían que viajar a Nertiti o incluso más lejos, a Zalingei o Nyala, y pasar más de cinco horas en la carretera para recibir un tratamiento médico adecuado. Con la ayuda del CICR, ahora la clínica cuenta con los medicamentos esenciales " .



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