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Camboya: una operación de excepcional magnitud para socorrer a los sobrevivientes del genocidio

11-12-2009 Entrevista

A finales de 1979, el CICR y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) lanzaron una amplia operación de socorro en favor de la población camboyana, amenazada por la hambruna. Treinta años más tarde, François Bugnion, el primer delegado del CICR autorizado a volver a Camboya después del genocidio, relata su experiencia.

  Vea la película: A question of relief (realizada en 1979)

       
    ©CICR/G. Leblanc/kh-n-00020-45      
   
François Bugnion, en una visita al orfanato de la Cruz Roja Camboyana en Battambang, diciembre de 1979.      
       
       
    ©CICR/kh-n-00007-23      
   
Hospital de Kompong Speu, septiembre de 1979.      
       
       
    ©CICR/F. Bugnion/kh-d-00011-05      
   
Phnom Penh, aeropuerto de Pochentong. Descarga de socorros en el marco de un programa de asistencia del CICR y de UNICEF.      
       
       
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Suburbios de Battambang. Distribución de arroz.      
       
       
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Nong Chan. Llegada de camiones con socorros para una distribución masiva a refugiados y residentes.      
       
       
    ©CICR/G. Leblanc/th-n-00018-22      
   
Hospital del campamento de Kao-I-Dang, Tailandia. Llegada de los primeros refugiados. El hospital no está terminado, pero ya tiene capacidad de ofrecer todos los servicios básicos.      
       
       
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Campamento de refugiados de Samet. Delegado del CICR entrega a refugiados cartas de seres queridos que se quedaron en Camboya.  
       

       
    ©CICR/G. Leblanc/th-n-00018-22      
   
Campamento de refugiados de Mak Moun. Reservorios de agua alimentados por camiones cisterna.      
           

Tras el derrocamiento del régimen de los jemeres rojos por las fuerzas vietnamitas en enero de 1979, circulaban muchos rumores de que se produciría una hambruna en Camboya, que estuvo aislada del resto del mundo durante cuatro años. Millones de personas habrían sido asesinadas o muertas en los campos de trabajo.

El CICR y UNICEF, las únicas organizaciones que permanecieron en Phnom Penh hasta la caída de la capital en abril de 1975, se dirigieron a las nuevas autoridades para proponerles sus servicios y desplegar una operación de socorro de envergadura. En julio de 1979, se les invitó a enviar a representantes al lugar: François Bugnion, por el CICR, y Jacques Beaumont, por UNICEF.

Al llegar, François Bugnion quedó inmediatamente conmocionado por una impresión de desolación absoluta: “Volábamos a baja altitud por la parte este del país, y los campos estaban totalmente desiertos”, recuerda. “Phnom Penh era una ciudad muerta”. En abril de 1975, los jemeres rojos habían obligado a evacuar la ciudad en 48 horas, y los que no lograban seguir el ritmo eran ejecutados en el camino.

  Prácticamente no quedaba nadie en la región este  

“Al llegar, tuvimos la impresión de que la mitad de la población había muerto. Sólo un tiempo después, cuando logramos llegar hasta las provincias del oeste del país y ver gente, esa sensación nos fue abandonando. Pero en la región este, entre Mekong y la frontera vietnamita, prácticamente no quedaba nadie.”

     
     
   
    Renacimiento de la Cruz Roja

    Al llegar a Phnom Penh, François Bugnion no encontró sino a una sobreviviente de la ex Cruz Roja Camboyana: su presidenta, la señorita Phlech Phiroun. Los demás miembros habían muerto, y la Sociedad se había disuelto.     “La señorita Phiroun nos prestó una ayuda sumamente valiosa y dio prueba de un coraje excepcional. A pesar del trauma que había atravesado al ver cómo mataban a sus colegas, se puso manos a la obra y reconstruyó la Sociedad, con la ayuda de un secretario general de una eficacia inigualable, el doctor My Samedy. Cuando nos fuimos, decenas de voluntarios se ocupaban de descargar los aviones y distribuir los socorros.”      
         

La dificultad de la tarea que debían realizar el CICR y UNICEF se acentuó por el hecho de que los miembros del nuevo Gobierno camboyano no tenían ninguna experiencia de cómo gobernar un país y no podían apoyarse en ninguna estructura administrativa.

“En el Ministerio de Salud, nos dijeron que de los 600 médicos registrados en 1975 en el país, sólo quedaban 55. Los demás habían muerto o se habían refugiado en el exterior”, relata François Bugnion.

  Reticencia a autorizar el ingreso de extranjeros en el país  

Si bien todo el mundo reconocía la urgencia de la situación, los miembros del nuevo Gobierno y sus asesores vietnamitas eran reticentes a autorizar el ingreso de extranjeros en el país. Durante semanas, François Bugnion y Jacques Beaumont se esforzaron por hacerles entender que era imposible lanzar una operación de socorro de envergadura sin la presencia del CICR ni de UNICEF.

“En primer luga r, teníamos que asegurar la organización de la operación a nivel práctico: cuando los socorros se envían por aire y por mar, es necesaria una coordinación; la presencia física es indispensable”, señala François Bugnion.

“Además, sin un acuerdo que garantizara que los socorros serían distribuidos en forma totalmente imparcial y que podríamos verificar que así fuera, los donantes nunca nos habrían dado su apoyo.”

“El llamamiento de fondos lanzado en octubre de 1979 para una operación de seis meses en Camboya era tres veces más alto que el presupuesto del CICR para el mundo entero en 1978... Se trataba entonces de una operación de una magnitud sin precedentes.”

  Ayuda a los camboyanos que huían hacia Tailandia  

Los dos organismos deseaban prestar la misma ayuda a los centenares de miles de camboyanos que huían hacia Tailandia. Algunos se encontraban en campamentos de refugiados en el interior del país; muchos estaban dispersos a lo largo de la frontera montañosa, pero todos necesitaban alimentos y asistencia médica.

Las autoridades camboyanas no aceptaban del todo esa propuesta: “Nos acusaron de violar la soberanía de país y de usar el pretexto de la ayuda humanitaria para apoyar a los jemeres rojos, es decir los responsables del genocidio”, recuerda François Bugnion.

En nombre de los principios humanitarios, el CICR y UNICEF insistieron para que se les autorizara a ayudar a quienes lo necesitaran, donde sea que estuvieran. Finalmente, se pudo realizar la operación de socorros, a ambos lados de la frontera. En octubre, se estableció un puente aéreo entre Bangkok y Phnom Penh con aviones de carga militares o civiles puestos a disposición por Gran Bretaña, Australia, Francia y los Países Bajos. Se enviaron artículos de primera necesidad y también medios de transporte, como camione s y otros vehículos.

“A lo largo de los 18 meses siguientes, el CICR y UNICEF importaron más de 1.000 vehículos a Camboya. Nunca habíamos realizado una operación de tal envergadura”, declara François Bugnion. “Las grúas que enviamos nos permitieron reparar el puerto de Kompong Som para descargar los buques que traían los víveres.”

  Preparativos para distribuir alimentos  

También había que reparar las vías de ferrocarril y los medios de transporte fluviales, que eran vitales para transportar con rapidez los alimentos dentro del país. Sin embargo, durante semanas, los representantes de los organismos humanitarios no pudieron salir de la capital para ir a evaluar la situación en el interior.

Pero, en diciembre, el Gobierno dio su autorización para realizar un gran recorrido por todo el país. “Pudimos ir a varias provincias alrededor del Tonlé Sap, el gran lago que se encuentra en la zona central de Camboya”, relata François Bugnion. “Las ciudades estaban en el mismo estado que la capital: vacías, totalmente saqueadas y destruidas. Sin embargo, en las provincias occidentales de Battambang y de Siem Reap, vimos campesinos trabajando en los sembrados de arroz... Había entonces una esperanza, algo podría renacer...”

“Habíamos llevado todos los artículos médicos que teníamos para distribuirlos en el camino. Entregamos material en cada provincia, en función de las necesidades y de las informaciones que podíamos recoger. Volvimos con los camiones totalmente vacíos.”

A nivel local e internacional, la Cruz Roja cumplía un papel cada vez más importante en el marco de esa operación. Los jemeres rojos habían desmantelado la Cruz Roja Camboyana, pero con el transcurso de los meses, fueron presentándose centenares de voluntarios para ofrecer su colaboración.

  Movilización de las Sociedades Nacionales  

En Tailandia, la Cruz Roja Tailandesa era un socio importante del CICR. Sin embargo, se necesitaban refuerzos para responder a las necesidades, sobre todo en materia de atención médica; entonces llegó la ayuda de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja de todo el mundo. Varios equipos trabajaron en la frontera entre Tailandia y Camboya, así como en los hospitales en el interior de Camboya.

Más allá del sufrimiento físico, los camboyanos estaban muy ansiosos por recibir noticias de sus familiares; numerosas familias se habían separado durante y después de los años negros del régimen de los jemeres rojos. En ausencia de una estructura específica prevista para tal fin (pues la prioridad absoluta era alimentar a la población), los camboyanos recurrían a los pocos medios que encontraban para tratar de ponerse en contacto con sus familiares.

“Todos los días nos traían cartas para que despacháramos”, recuerda François Bugnion. A veces las encontrábamos escondidas en los pliegues de una camisa recién planchada o dentro de un libro. La gente contaba con nosotros para que las despacháramos una vez que nos hubiéramos ido de Camboya.”

A finales de 1980, concluyó la etapa de urgencia, al igual que la operación conjunta del CICR y UNICEF. François Bugnion hace la lista de los resultados; el más importante era haber logrado contener la hambruna.

  Una operación de gran magnitud  

“Gracias a nuestra operación conjunta, se distribuyeron 250.000 toneladas de víveres; esa ayuda, sumada a la ayuda bilateral prestada por algunos Gobiernos y ONG, se pudo satisfacer las necesidades básicas. También importamos 40.000 toneladas de semillas de arroz y hortalizas, lo que permitió que los agricultores co menzaran a producir a nivel local.”

“Logramos recuperar el sistema de salud, entregamos material a los hospitales y los dispensarios. Las escuelas volvieron a abrir sus puertas, y se pudo restablecer una red de transportes rudimentarios.”

Para François Bugnion, esa experiencia transformó al CICR: “Se trató de nuestra mayor operación desde la Segunda Guerra Mundial. Permitió reforzar la confianza de los Gobiernos donantes hacia nuestra capacidad; además, el CICR condujo esa operación en asociación con un organismo intergubernamental, en un pie de igualdad total. Los Gobiernos que antes veían al CICR como una ONG entre otras descubrían entonces una nueva realidad.”

Más allá de las cifras y de los análisis políticos, François Bugnion tiene de ese período recuerdos conmovedores en el plano humano. Recuerda, en particular, el orfanato número 1 de Phnom Penh: “La primera vez que visitamos el lugar, nos horrorizamos al ver a los niños hambrientos. La mitad de ellos no podía mantenerse de pie... Comenzamos a distribuirles alimentos y, cuando volvimos unas semanas más tarde, algunas niñas estaban aprendiendo danzas, niñas de siete u ocho años que aprendían los movimientos graciosos y armoniosos de las danzas tradicionales jemeres.”

“Para los responsables del orfanato, una vez que los niños tenían qué comer, la prioridad era devolverles su cultura.”

  En 2007, tras 38 años de carrera, François Bugnion dejó el CICR, donde entonces ocupaba el cargo de director de Derecho Internacional Humanitario y Cooperación.