República Democrática del Congo: solidaridad de las familias con los desplazados en la provincia del Ecuador

27-07-2010 Entrevista

Jean Cimanga, agrónomo del CICR, recorre con frecuencia la provincia del Ecuador, en el noroeste de la República Democrática del Congo (RDC), donde la Institución distribuyó semillas recientemente. En esta entrevista, habla sobre las personas que viven allí, que todavía sufren los efectos de la violencia entre comunidades que tuvo lugar a finales de 2009 y de los conflictos posteriores entre los grupos armados y las fuerzas armadas nacionales.

     
©CICR/E. Togala 
   
Jean Cimanga, agrónomo del CICR en la RDC. 
               
©ICRC/E. Togala 
   
Dongo, provincia del Ecuador. Voluntarios de la Cruz Roja de la RDC construyen una cabaña. 
                 
©ICRC/E. Togala 
   
Dongo. Un carpintero fabrica puertas y ventanas. 
               
©ICRC/E. Togala 
   
Un voluntario de la Cruz Roja de la RDC en Dongo. 
           

  ¿Cuál es la situación actual en esa provincia después de la violencia del año pasado?  

     

Hoy, la situación es bastante tranquila. En las regiones que visitamos, los habitantes están reanudando gradualmente sus actividades. Tras la violencia a la que fueron sometidos y de la que fueron testigos, necesitarán tiempo y más apoyo para superar esos traumas. La mayoría de las personas desplazadas que dejaron sus aldeas en octubre de 2009 todavía no han podido regresar a sus hogares; aún hay una gran cantidad de refugiados de la provincia del Ecuador al otro lado del río, en la República del Congo. En Dongo se destruyeron muchas viviendas y hay que trabajar para reconstruir la ciudad.

  ¿Qué es lo que más necesitan los pobladores en este momento?  

Por las conversaciones que mantuvimos con los habitantes de las diferentes regiones que visitamos, llegamos a la conclusión de que era indispensable que contaran con semillas y herramientas de labranza. Los pobladores quieren retomar las actividades agrícolas y prepararse para la cosecha de la próxima temporada. Para ello, tendrían que poder sembrar en julio.

Muchas veces se describe a la provincia del Ecuador como el granero del país; su suelo fértil produce mucho maíz, mandioca y frijoles. Sin embargo, las semillas escasean, y después de la violencia de los últimos meses, que interrumpió el acceso a la tierra en muc hos lugares, la población corre el riesgo de no poder aprovechar la próxima temporada agrícola.

Por ello, comenzamos a distribuir semillas y herramientas de labranza para 25.000 personas en la zona que rodea a Dongo, así como también material de pesca para 2.000 pescadores. En marzo, ya habíamos distribuido semillas para cultivos alimentarios (maíz y frijoles niébé) y para la producción de hortalizas (espinaca, tomates y amaranto), así como también herramientas de labranza como azadas y palas para más de 27.000 personas desplazadas y residentes en Bokonzi y sus alrededores.

  ¿Cómo elige a los pueblos que van a recibir esta ayuda?  

Mientras que algunos de los desplazados lograron irse de sus pueblos con sus animales, un poco de comida y algunos efectos personales, muchas personas tuvieron que abandonar todo en su huída. Centramos nuestras actividades en los pueblos de Bokonzi, Makengo y Mutuba porque sus habitantes recibieron a una gran cantidad de personas desplazadas y compartieron con ellas sus recursos, hogares y tierras. Muchos de estos desplazados buscaron refugio en los hogares de sus familiares. Sin esa solidaridad, su vida cotidiana, que ya era suficientemente dura, hubiera sido incluso más difícil. No obstante, los recursos de los habitantes ya eran escasos antes de la llegada de los desplazados; la población local también necesita ayuda, ya que hoy, todos comparten sus recursos.

  Ha visto muchas casas destruidas. ¿Qué medidas se están adoptando para responder a este problema?  

Ésa es, de hecho, una de las consecuencias más visibles del enfrentamiento. Desde marzo, se está llevando a cabo un programa para reconstruir varios miles de casas destruidas o dañadas en la zona de Dongo. Obreros y voluntarios de la Cruz Roja de la RDC están realiz ando el trabajo a cambio de dinero. Este programa tiene dos ventajas: las familias beneficiarias pueden volver a vivir en casas renovadas y los obreros reciben una remuneración que les permite satisfacer algunas de las necesidades de sus familias. Además, el dinero que ganan aumenta su poder adquisitivo y esto contribuye a estimular el mercado local, lo cual es muy necesario.

  ¿Ha identificado otras necesidades?  

     

Hemos atravesado aldeas desiertas. Los habitantes de una aldea son su alma. Nadie abandona su aldea por propia voluntad. Para volver a poblarlas, para que las personas regresen, los habitantes tienen que volver a sentirse seguros.

Para ellos, la seguridad también implica saber que sus familiares están sanos y salvos. Lamentablemente, hemos visto que muchas familias perdieron contacto con algunos de sus parientes. Desde principios de año, nuestros equipos han registrado los datos de 127 menores no acompañados que quedaron separados de sus padres. Para las familias que no tienen noticias de alguno de sus miembros, en especial si se trata de un niño, la incertidumbre causa una angustia muy difícil de superar. Por esa razón, no escatimamos esfuerzos en tratar de encontrar a los familiares de estos menores.

Con ese objetivo, estamos colaborando con la Cruz Roja de la RDC para establecer una red de voluntarios, lo cual facilitará el trabajo de búsqueda.

Al trabajar en puestos fronterizos en Gemena, Lisala, Bumba, Gbadolite, Zongo y Kungu, esta red permitirá localizar a los padres de los menores no acompañados cuyos datos fueron registrados en la provincia del Ecuador o del otro lado de la frontera, en la República del Congo. El trabajo también incluirá la publicación de listas en diferentes puestos fronterizos a ambos lados de la frontera.

  Se ha dicho mucho sobre el problema de llegar a esa provincia. ¿Qué dificultades tuvo que superar?  

     

El acceso a esa provincia plantea serias dificultades logísticas. El estado de los caminos complica considerablemente el transporte de la ayuda de emergencia, y las instalaciones logísticas locales son relativamente limitadas. Básicamente, nos desplazamos en motocicleta. Las semillas y herramientas que íbamos a distribuir fueron transportadas por el río, en una barcaza. ¡Algunos colegas pasaron una noche en el monte, en un camión averiado! Sin embargo, la buena voluntad de todo el equipo y la determinación de los voluntarios que nos acompañaban nos permitieron superar las dificultades que amenazaban con interrumpir nuestras actividades.

  ¿Qué fue lo que más le afectó durante su trabajo en la provincia del Ecuador?  

Todavía recuerdo haber pasado días enteros andando en motocicleta. Desde Bokonzi a Dongo, pasamos casi 10 horas por día viajando con una carga de 30 kilos a través de zonas devastadas, con casas desiertas y consumidas por el fuego. Fue en esos viajes que comprendí cabalmente la escala de la violencia que ha afectado a esa región.

Sin embargo, lo que más me impresionó fue la alegría de todos los que ayudaban. Lo que hacemos es práctico, responde a las necesidades inmediatas de las personas y no tengo dudas acerca del efecto que genera. Sólo tengo que imaginarme en su situación para darme cuenta de que lo que hacemos es mucho más que reparar casas y distribuir herramientas o noticias sobre los familiares. Para esas personas, se trata de volver a casa, de una ventana al futuro y de la esperanza.

También recordaré el espírit u de humanidad y compasión que motivaba a los voluntarios de la Cruz Roja de la RDC. Por ejemplo, en Bokonzi, durante los días posteriores al cese de los enfrentamientos, algunos voluntarios lograron -con medios extremadamente limitados- organizar la recolección de ropa y sábanas de plástico para los desplazados. Me hacen sentir inmensamente orgulloso y, en especial, brindan a las autoridades y a los habitantes locales una gran sensación de confianza. Todos se sienten reconfortados con la presencia de la Cruz Roja, y esa confianza es lo que nos permite llevar a cabo acciones como ésta.