Una encuesta del CICR revela que las normas aplicables en los conflictos armados gozan de gran aceptación, pero que su eficacia se considera limitada

10-08-2009 Entrevista

Para conmemorar el 60 aniversario de los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de1949, el CICR ha realizado un sondeo de opinión en ocho países afectados por conflictos armados o actos de violencia.

     

 
   
Charlotte Lindsey 
         

Se hicieron a los encuestados diversas preguntas relacionadas con principios fundamentales del derecho internacional humanitario (DIH), tales como si deberían prohibirse ciertos tipos de comportamiento durante los conflictos armados y si había que prestar asistencia médica a todos los heridos. Los entrevistados dieron asimismo su parecer sobre la eficacia de los Convenios de Ginebra, piedra angular del DIH.

La encuesta, titulada "Nuestro mundo, visto desde el terreno" , la realizó Ipsos, una empresa de estudios demoscópicos, en Afganistán, Colombia, Filipinas, Georgia, Haití, Líbano, Liberia y República Democrática del Congo. La primera parte, en la que examinan las repercusiones de los conflictos armados para la población civil, se publicó el 24 de junio.

Según la directora adjunta de la Comunicación del CICR, Charlotte Lindsey, los últimos resultados revelan que la abrumadora mayoría de los entrevistados piensa que hay que poner límites incluso a la guerra, pero muy pocos saben que ya existe un derecho de la guerra. No obstante, muchos de quienes conocen la existencia de los Convenios de Ginebra dudan de que estos tengan una influencia real sobre el terreno.

Este hecho, afirmó, es un importante indicador de que los Estados y los grupos armados han de poner más empeño en cumplir las normas que rigen los conflictos armados. 

  ¿Cómo cree la población de esos países afectados por conflictos armados que deben conducirse las hostilidades?  

     

Una abrumadora mayoría de un total aproximado de 4.000 encuestados en los ocho países, es decir, el 97%, piensa que, durante los combates, debería hacerse una clara distinción entre combatientes y población civil. Tres de cada cuatro personas dicen que han de imponerse límites a lo que los combatientes pueden hacer durante los combates.

Los encuestados son sistemáticamente del parecer de que se respete a las personas civiles. El 88% opina que " no está bien " atacar al enemigo en poblaciones o ciudades densamente pobladas, a sabiendas de que morirán muchas personas civiles. Más del 90% está en contra de la táctica de privar de alimentos, agua o medicamentos a la población civil para debilitar al enemigo. Casi todos los encuestados (96%) rechazan de plano los ataques contra monumentos religiosos o históricos.

Según el DIH, las partes en conflicto deben distinguir en todo momento entre civiles y combatientes, a fin de respetar a la población y los bienes de carácter civil. Los ataques sólo se pueden dirigir contra objetivos militares. El estudio pone de manifiesto que los encuestados están de plenamente acuerdo, en los ocho países, con estas normas fundamentales. Así pues, es esencial no emplazar objetivos militares entre la población civil.

  ¿Qué es lo que llama la atención o sorprende de los resultados de la encuesta?  

     

Los resultados muestran que las ideas esenciales de los Convenios de Ginebra y del DIH gozan, en conjunto, del amplio respaldo de quienes viven en países afectados por contiendas. Resulta admirable que quienes han padecido los horrores de la guerra sigan teniendo la firme convicción de que hay que poner límites a la conducción de las hostilidades.

Cabría pensar que es algo de sentido común, pero cuando se tiene en cuenta el odio profundo, las inmensas pérdidas y la sed de venganza que engendra la guerra, es alentador observar hasta qué punto incluso los más afectados están dispuestos a reconocer que también el otro bando, el “enemigo”, es digno de protección.

Lo sorprendente es que prácticamente todos los encuestados (96%) aceptan el principio de que todos los heridos y enfermos han de recibir asistencia médica durante un conflicto armado, sea cual fuere el bando al que pertenezcan. La mayoría de los encuestados (89%) considera asimismo que el personal sanitario debe atender a los heridos de todas las partes en conflicto.

Nueve de cada diez encuestados considera que en ninguna circunstancia es admisible atacar al personal médico; y una cifra análoga (87%) opina lo mismo por lo que respecta a las ambulancias. 

No obstante, es alentador que se reconozca la importancia de los principios fundamentales del derecho humanitario, aun cuando las cifras revelen que los Convenios de Ginebra en s í no son muy conocidos en algunos de los ocho países. Lo que resulta evidentemente preocupante son las notables divergencias de opinión entre los encuestados sobre la eficacia de los Convenios.

  ¿Por qué preocupa esta cuestión?  

     

Sólo alrededor de la mitad de los encuestados en los ocho países, es decir, una media aproximada del 42%, dijo haber oído hablar de los Convenios de Ginebra. Algo más de la mitad de estos (el 56%) los considera eficaces para paliar los sufrimientos de la población civil en tiempo de guerra.

Las respuestas difieren de un país a otro. El Liberia, por ejemplo, el 85% de las personas que conocían los Convenios dijo que su influencia había sido " grande o mediana”. Los encuestados en Afganistán y en Georgia también tienen una opinión relativamente buena de los Convenios (70% y 67%, respectivamente). 

Pero en Líbano, uno de cada dos encuestados que sabe de qué tratan los Convenios de Ginebra respondió que habían " influido poco o nada " . Asimismo, en Colombia y Filipinas, cerda de la mitad de quienes han oído hablar de los Convenios (47% y 50%, respectivamente) dijo que habían influido " poco o nada " . 

Por lo general, parece que quienes han estado más expuestos a los conflictos armados y a la violencia son también los que más valoran al papel de los Convenios de Ginebra puedan tener para aliviar los sufrimientos. Por eso es tan inquietante que la población civil siga siendo quien paga las peores consecuencias de los conflictos armados y de la violencia. Esto denota que el problema fundamental es la inobservancia del DIH.

  ¿Qué tiene que ocurrir, en su opinión, para reducir el efecto de los conflictos armados sobre la población civil y poner así fin a tantos sufrimientos?  

     

El conocimiento del DIH es evidentemente importante, pero lo que es decisivamente necesario es que se aplique mejor este derecho en la conducción de las hostilidades. Hace falta un esfuerzo internacional concertado para mejorar la observancia del DIH que, aunque no sea tal vez perfecto, es indudablemente adecuado. Con ello se aliviaría el sufrimiento humano que ocasionan los conflictos armados.

Para ello, los Estados han de comenzar por promulgar todas las medidas legislativas, normativas y prácticas pertinentes para incorporar el DIH en el derecho y la práctica nacionales.

En segundo lugar, para velar por el respeto del DIH, es esencial difundir su conocimiento e incrementar la concienciación al respecto. Los miembros de las fuerzas armadas y de los grupos armados no estatales, de todos los niveles, deben recibir una formación pertinente para aplicar el derecho, y la población civil, incluidos los jóvenes, ha de tener al menos nociones básicas de esas normas.

Es más, todos los países del mundo han de erigirse en defensores del humanitarismo en tiempos de conflicto armado. Lo que presupone que respeten el DIH y velen también por que los demás lo respeten.