Hoy los civiles son los más afectados por las hostilidades

23-06-2009 Entrevista

Esta semana, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja conmemora el 150º aniversario de la batalla de Solferino, suceso que originó la idea de la creación de la Cruz Roja. El CICR publica también los resultados de un importante estudio de los "Solferinos de hoy" y sus efectos en la población civil. Según el director de Operaciones de la Institución, Pierre Krähenbühl, se han producido muchos cambios en los últimos 150 años en relación con cómo hoy se libran las guerras y la población civil resulta afectada.

     
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Trípoli, Líbano. Campamento de refugiados palestinos de Nahr al-Bared. 


               
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República Democrática del Congo. Un niño separado de su familia durante los enfrentamientos. 


               
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Puerto Príncipe, Haití. 


       

       
©Magnum / J. Nachtwey/ht-e-00345 
   
Kabul, Afganistán. Centro de ortopedia del CICR. 
           
     
 
   
Director de operaciones del CICR, Pierre Krähenbühl. 
         

  ¿Puede mencionar alguna diferencia en la manera en que los civiles hoy viven la guerra, en comparación con la batalla de Solferino, en el norte de Italia?  

     

Se han producido cambios considerables en el modo de hacer la guerra hace 150 años y la época actual. Los historiadores dicen que, en Solferino, resultaron heridos o muertos unos 40.000 soldados, pero que sólo un civil murió en los enfrentamientos. Hoy en día, las cosas han cambiado mucho. Obviamente, los civiles también eran afectados por la guerra en aquel entonces. Tenían que huir de sus aldeas, esconderse y tratar de protegerse. Pero lo que hoy alarma es la magnitud de ese tipo de padecimientos y el n úmero de personas civiles que resultan heridas o muertas en todo el mundo.

En el estudio que hemos realizado, procuramos escuchar lo que los afganos tienen para decir acerca de sus experiencias. El 60% de ellos dijo haber sido afectado directamente por las consecuencias de la guerra. Imagínese que han vivido en medio de las hostilidades durante 30 años. O tomemos el caso de la República Democrática del Congo, donde un alto porcentaje de personas dijo haber sufrido, en los últimos doce meses, diversos tipos de infracciones, como exposición a violencia sexual, desplazamientos o falta de acceso a la atención médica.

Es muy preocupante la inversión de la tendencia, es decir que quienes más sufren las consecuencias de los conflictos armados hoy son las personas civiles.

  ¿Por qué el CICR decidió realizar este estudio?  

Bueno, nos pareció oportuno estudiar los Solferinos de hoy, es decir los conflictos y las situaciones de violencia de nuestra época. En particular, es importante para nosotros conocer a las personas afectadas a través de sus experiencias, temores, preocupaciones, frustraciones y esperanzas.

Seleccionamos diferentes contextos según un criterio geográfico, así como diversas situaciones que a menudo aparecen en los titulares de los periódicos y otras que rara vez figuran en las noticias. Los contextos seleccionados fueron Afganistán, Colombia, Filipinas, Georgia, Haití, Líbano, Liberia y República Democrática del Congo. Para nosotros era fundamental sentarnos y escuchar de las propias personas qué significa haber vivido esos hechos traumáticos.

  ¿Algunas de las conclusiones del estudio le han parecido particularmente preocupantes o sorprendentes?  

     

Si bien no es del todo sorprendente, es impresionante ver hasta qué punto la gente teme, más que nada, por la seguridad y el bienestar de sus familiares. Su preocupación es perder a algún ser querido, y también separarse de ellos. Las personas se refirieron de diferentes maneras a ese temor como su principal preocupación.

A su vez, otra comprobación evidente y relacionada también con la familia y la proximidad, fue que muchas personas dijeron que quienes responden de manera más eficaz a sus necesidades son sus comunidades, vecinos o familiares.

  ¿De qué manera ello afecta la labor del CICR?  

     

La importancia de estar cerca de las comunidades afectadas es algo que hemos aprendido en los últimos años a través de nuestra propia experiencia operacional. Los héroes del campo humanitario, si los hay, son los cirujanos y los enfermeros de los países afectados por la guerra, como Afganistán, Irak o Somalia. Ellos corren el riesgo de ir al hospital cada día, con la esperanza de poder aportar algo a su propia gente.

Nuestro privilegio, y allí es donde hemos concentrado nuestros esfuerzos en los últimos años, es acompañarlos en ese proceso... es decir permitir que respondan el personal de salud y los socorristas locales, incluidos nuestros colegas de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, ya que hemos visto que esa ayuda es muy valorada por la población afectada. Allí seguiremos concentrando nuestros esfuerzos en el futuro.

  El estudio muestra que un alto número de personas han sido forzadas a abandonar sus hogares. ¿Qué puede decirnos al respecto?  

     

Son muy preocupantes las conclusiones relativas a los desplazamientos, así como la gran cantidad de personas que dijeron haber tenido que abandonar sus hogares o sus bienes, y luego perderlos y nunca poder regresar a su casa. En la República Democrática del Congo, las personas no han sufrido un desplazamiento solo en los últimos doce o dieciocho meses, sino cuatro, cinco o seis. En muchos casos han perdido el contacto con sus familiares en ese proceso. 

De modo que, desde la perspectiva de las personas entrevistadas, los desplazamientos son una de las experiencias más angustiantes y temidas en relación con el conflicto. Por ello, el CICR debe dedicarse especialmente a esa cuestión.

  La corrupción fue mencionada en muchas oportunidades como uno de los motivos que impide que las personas reciban ayuda. ¿Ello afecta de alguna manera las actividades del CICR en esos países?  

     

Es cierto, muchas de las personas entrevistadas mencionaron la corrupción como uno de los obstáculos potenciales para que la población tenga un acceso seguro y previsible a la ayuda humanitaria. Esta investigación no revela a quién identifican como corrupto y no responsabiliza a nadie. SIn embargo, es sorprendente esta conclusión y nos recuerda todas las precauciones que debemos tomar cuando realizamos nuestros programas, tanto en la etapa de evaluación como en la de ejecución, a fin de que la población no sufra ningún tipo de discriminación ni de impedimento. Pienso que esta cuestión exige una mayor atención de nuestra parte.

  En general, ¿cuál será el mayor aporte de esta investigación?  

     

Esta investigación hará dos grande aportes a nuestra manera de trabajar. El primero es recordarnos la importancia de que las personas sean el aspecto central de nuestros análisis y de nuestra acción. La única manera de que respondamos adecuadamente a las necesidades y a las expectativas de la gente es tomando debidamente en cuenta su percepción de su propia situación.

Las organizaciones humanitarias se acercan a las personas y evalúan sus necesidades, pero tienden a hacerlo desde su propia perspectiva. Si, en cambio, tomamos la percepción de las personas afectadas como punto de partida, nuestro enfoque será mucho más profundo y sincero. Me parece que esa es una conclusión importante. Tenemos que adaptar nuestros programas a esa realidad.

En segundo lugar, comunicar acerca de los efectos de la guerra en las personas afectadas es una responsabilidad clave de una organización como el CICR. Poder hacerlo sobre la base de cómo las personas ven sus propias necesidades, y no de nuestras opiniones y evaluaciones, añade una dimensión cualitativa a nuestra voluntad de llevar la voz de las víctimas de la guerra y de la violencia armada a públicos más amplios.

De ese modo podremos llegar a decir que nos sentimos responsables por las personas a las que nos proponemos asistir.