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Que se mantenga el principio de humanidad

29-01-2002por Gérard Peytrignet

Tomado de "Revista Informativa Nº 16, Cruz Roja Boliviana

Los recientes ataques terroristas en USA que son una negación absoluta de los principios elementales de humanidad han colocado al mundo en situación de incertidumbre y temor. Cunde un sentimiento general de inseguridad ante amenazas sobre lo más valioso que tenemos: la vida y la dignidad humana. Miles de familias quedaron destrozadas por la locura criminal de atentados que tomaron como blanco a personas en su diario vivir.

En Afganistán, duramente afectado por décadas de conflictos armados y una severa sequía, la inminencia de las operaciones militares - y su iniciación hace un par de días - han provocado una nueva huida de decenas de miles de personas en busca de seguridad personal. Las condiciones ya precarias de dichos movimientos de población se ven agravadas por el peligro de las minas y de los artefactos sin explotar que infestan el campo tras tantos años de guerra.

Por lo tanto, la situación de la población, ya crítica, se deteriora día a día, y los países vecinos ven afluir hacia sus fronteras a columnas de civiles que van engrosando las filas ya enormes de refugiados. Esta situación parece infelizmente conocida, recordando imágenes trágicas de otros éxodos como los de Kosovo, Timor o Irak o Rwanda.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), encargado de prestar protección y asistencia a las víctimas de conflictos armados en base a la normativa del derecho internacional humanitario (DIH) llama a todos los actores que intervienen o pueden intervenir en las acciones y los enfrentamientos a mantener, en todas las circunstancias, el principio de humanidad. Este principio que inspiró la esencia de las normas humanitarias aplicables en los conflictos armados, y consa gradas por los Convenios de Ginebra de 1949 (hoy obligatorios para 189 países), no es negociable y su respeto no puede supeditarse al criterio de reciprocidad.

El DIH, al tratar de mitigar los sufrimientos de quienes no participan o han dejado de participar en las hostilidades, impone a todos una clara distinción y separación entre objetivos civiles y militares. Al instituir la protección del no combatiente y del caído cuando el recurso a la fuerza se ha impuesto, el principio de humanidad y sus reglas de aplicación visan a limitar al máximo los excesos de los conflictos como los males innecesarios y las destrucciones inútiles; asimismo, debe permitir que todas las víctimas tengan acceso a la asistencia requerida sin discriminación alguna de carácter desfavorable.

El CICR, cuyo mandato de intermediario neutral en los conflictos armados ha sido específicamente reconocido por la comunidad internacional prosigue su labor en Afganistán, por medio de sus más de 1000 empleados nacionales, asistiendo a heridos, víctimas de minas, desplazados internos y a la población en general, y sus delegados han iniciado la movilización de socorros de emergencia a través de los países vecinos para reforzar, en cuanto sea posible, una acción directa en favor de las personas afectadas, tanto en el país mismo como en los lugares de refugio. Actuando de forma imparcial e independiente, sus socios del Movimiento internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja son también activos en esta tarea.

Además, nuevos cargamentos de medicamentos y de víveres han podido ser enviados en los últimos días a Kabul y a otras partes de Afganistán y distribuciones directas han sido efectuadas en favor de desplazados internos en zonas bajo la autoridad Talibán como en regiones controladas por la Alianza del Norte.

  Que prevalezca en todas las circunstancias el principio de humanidad, patrimonio común a todas las naciones, culturas y civilizaciones.  

(*) Gérard Peytrignet, Delegado Regional del Comité internacional de la Cruz Roja (CICR) para el Cono Sur.

  Artículo escrito en Buenos Aires el 1 de octubre de 2001, luego del ataque terrorista a Estados Unidos