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El CICR y la Cruz Roja China abren un primer centro ortopédico

26-03-2004 Reportaje

Se estima que en la frontera de China con Vietnam hay esparcidas unas 200.000 minas antipersonal, restos de un conflicto de hace 25 años. El CICR y la Cruz Roja China están cooperando para ayudar a las víctimas de los numerosos accidentes que se producen. Informa Roland Sidler:

 

   
Las actividades ortopédicas del CICR en Asia
   

        Vietnam - un legado doloroso

    Camboya - un equipo móvil ayuda a los amputados


    Corea del Norte- mejor atención para los discapacitados
   

 
 
 

El 2 de diciembre de 2003, el CICR y la Cruz Roja China inauguraron el centro ortopédico de Kunming. Instalado en el quinto piso de un hogar para jubilados perteneciente a la sección de la Cruz Roja de la capital de la provincia de Yunan, el centro dispone de máquinas nuevas y de todo el equipamiento indispens able para la producción de miembros artificiales según métodos eficaces de fabricación.

El acuerdo de cooperación en materia ortopédica es el primero de esa índole entre el CICR y China, y se enmarca dentro de un programa de cinco años de duración. Una de las tareas del CICR será formar al personal local, que estará encargado de proseguir la acción para responder a una de las secuelas del conflicto.

La guerra fronteriza entre China y Vietnam en 1979 duró sólo algunos meses, pero causó centenas de miles de desplazados en las regiones meridionales de Yunan. Las tensiones entre los dos países se aplacaron en realidad solamente en 1988 y la mayoría de los civiles regresó a su lugar de origen hace apenas unos diez años.

En esta zona de paisajes escarpados, se practica una agricultura en terrazas, donde la hoja de tabaco es uno de los principales recursos. El suelo empinado no permite que las cosechas se hagan con máquinas, y sólo la fuerza del hombre unida a la de animales como la mula y el búfalo hacen fructificar la tierra.

Según algunas estadísticas, en esta región aún quedan dispersas unas 200.000 minas y más de 6.000 civiles han sufrido la amputación de algún miembro después de haberse topado con un artefacto explosivo.

Debido a la falta de medios de transporte del lugar del accidente al centro de rehabilitación física más próximo o a la escasez de recursos financieros, numerosos amputados no han sido equipados o han recibido una prótesis inadaptada a la carga impuesta por el trabajo cotidiano en el campo.

Hace sólo algunos días, en Yunan, Pan De Peng perdió la mitad de su pierna derecha. Este campesino de 56 años había ido con un vecino a cortar pasto. Para encontrar el mejor forraje los dos hombres tomaron direccion es diferentes cuando Peng pisó una mina. Había perdido ya mucha sangre cuando su compañero lo encontró después de buscarlo durante un buen momento. Peng fue trasladado lo más rápidamente posible al hospital de Malipu, a más de una hora en vehículo de su casa. En cuanto la herida haya cicatrizado, podrá ir al centro ortopédico del CICR, donde permanecerá hasta que haya recuperado la suficiente movilidad con su pierna artificial de polipropileno para reanudar el trabajo.

Chen Zheng Fang, otro campesino de 46 años, vive en la pequeña aldea de Bali He, no lejos de la casa de Peng. Pasa buena parte del día sentado en una banqueta. Corrió la misma suerte que Peng: le tuvieron que amputar una pierna después de pisar una mina.

Ya en 1992, el fragmento de una mina le había volado un ojo. En mayo de 2003, otro accidente, más grave aún, trastornó definitivamente su vida. No tiene dinero para comprar una prótesis y no puede trabajar en el campo. Hoy, se encargan de todas las labores domésticas su mujer y sus tres hijos jóvenes. También Fang está muy contento de que se abra el centro de rehabilitación de Kunming. Sabe que su vida va a cambiar.