Página archivada:puede contener información desactualizada

Srebrenica, diez años después: las heridas abiertas

11-07-2005 Artículo, El Mundo, Madrid, por Ana Alonso Montes

Hace una década Europa revivió su peor pesadilla. Las guerras que se libraron en la ex Yugoslavia desembocaron en una de las masacres más sangrientas del siglo XX. Srebrenica, declarada 'zona segura' por la ONU pero carente de auténtica protección, cayó fácilmente bajo el control de los serbios de Bosnia que emprendieron una auténtica 'caza del hombre'. De las 16.000 personas todavía desaparecidas de la guerra de Bosnia, más de un tercio son víctimas del exterminio posterior a la toma de Srebrenica. Siguen en libertad los dos principales responsables, Radovan Karadzic y Ratko Mladic.

POTOCARI (BOSNIA).- El Memorial de Potocari, junto al abandonado edificio de las tropas de la ONU, es un mar de olas verdes. Son las tablas de madera dispuestas en hilera donde reposan los restos de las víctimas de la masacre cometida tras la toma de Srebrenica por los serbobosnios. Para las familias de miles de personas, que durante años estuvieron en el limbo de los desaparecidos, este cementerio es el final de un largo camino de angustia y desesperación.

El próximo 11 de julio, cuando se conmemora el décimo aniversario de la masacre, para muchos la mayor desde la II Guerra Mundial, en la que perdieron la vida más de 7.000 musulmanes bosnios, será enterrado en Potocari el tío de Ramo Muhic. Como otros 500 cuerpos identificados en los últimos meses. Todos bajo una sencilla estela verde, en la que un nombre certifica que la búsqueda ha terminado, que ya se puede empezar el duelo, un paso previo y necesario a la reconciliación.

Ramo Muhic era en aquel fatídico julio de 1995 un joven de 18 años, que junto a su padre intentaba ponerse a salvo de los ataques de las tropas que comandaba el general Ratko Mladic, quien, una década después del fin de la guerra, al igual que el líder serbobosnio, Radovan Karadzic, todavía juega al gato y al ratón con la comunidad internacional.

«Mi padre y yo decidimos separarnos porque él creía que así aumentaban las posibilidades de que alguno se salvara. Por desgracia estaba en lo cierto y él desapareció. En cuanto pude, comencé a seguir su rastro y sólo escuché rumores. Ahora han identificado alguno de sus huesos, pero todavía no los suficientes como para poder enterrarle», relata Ramo Muhic, junto al Memorial de Potocari, donde acudirá el próximo 11 de julio junto a su familia a dar el último adiós a su tío Emir, de quien han recuperado más de un 70% de sus restos. «Para tener descanso necesitamos los cuerpos», repite Ramo Muhic, y cada uno de los parientes de las víctimas de matanzas en cualquier confín de Bosnia-Herzegovina.

«El proceso de identificación de los desaparecidos es crucial para el futuro del país, tanto desde el punto de vista humano, como para ser aceptados en las instituciones internacionales», explica Marko Jurisic, presidente de la Comisión de Búsqueda de Desaparecidos en la Federación de Bosnia-Herzegovina, y futuro copresidente del Instituto de Desaparecidos.

«Las familias necesitan aceptar la muerte de sus allegados, con el fin de poder estar de duelo. Si no hay restos, no hay duelo y el proceso no termina», explica Lidija Zecic, una de las coordinadoras del Comité Internacional de la Cruz Roja en Sarajevo (ICRC).