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Irán: largos años de incertidumbre y angustia

29-02-2008 Reportaje

Durante la guerra entre Irán e Irak, entre 1980 y 1988, desaparecieron decenas de miles de soldados de ambos países. Sólo en Irán, las familias de unas 11.000 personas siguen esperando noticias. La historia de tres mujeres iraníes que han experimentado el dolor de la incertidumbre.

Aunque reciben compensaciones y pensiones de la Fundación de los Mártires en Irán, y se les ha dicho que lo más probable es que sus seres queridos hayan muerto, las mujeres quieren recibir una confirmación definitiva. Mientras no se hayan identificado los restos mortales de sus parientes desaparecidos, las familias mantienen la esperanza, sin poder hacer el duelo ni aceptar su muerte.

     
©ICRC / M. Monem 
   
Irán: por 20 años, las mujeres han reclamado conocer la suerte de sus seres queridos desaparecidos 
         

A algunas de esas mujeres, como Zarah y Mahin, les llevó muchos años averiguar la suerte que corrieron sus seres queridos. Otras, como Maryam, siguen aguardando y mantienen la esperanza.

  (Se han cambiado los nombres para proteger la identidad de estas mujeres)  

  Maryam: renace la esperanza  

     

Maryam era adolescente cuando su familia perdió el contacto con su hermano mayor, quien había partido a la guerra a pesar de ser, él también, poco más que un adolescente. Ahora, con 32 años, Maryam vive con su esposo y su hijo en un pequeño apartamento.

Maryam trabaja a tiempo completo y cuida a su familia. Pero a menudo, en los momentos de tranquilidad, vuelve a angustiarse al pensar en la suerte que corrió su hermano mayor. " Han pasado años, y todavía no sabemos si nuestro hermano está vivo o muerto, si fue herido o tomado prisionero " , dice.

Lo que más afecta a Maryam es la constante fluctuación entre la esperanza y la desesperanza. " Los informes contradictorios reabren las heridas aún no sanadas. Una vez, uno de nuestros familiares llamó desde su ciudad y nos dijo:'Oí la voz de su hermano por la radio...'e hizo renacer nuestras tenues esperanzas.

" Pasaron los años, y cuando ya creíamos habernos acostumbrado a que no regresaría más, hubo una repatriación en masa de prisioneros de guerra. Nos informaron que nuestro hermano se encontraba entre los prisioneros y que estaba camino a casa.

" Nunca olvidaré cómo mi padre obsequió sus jarrones, de los que estaba tan orgulloso, a nuestros parientes y vecinos. Iluminamos la calle y esperamos su regreso noche y día. No pasó nada. Sólo se trataba de una confusión de nombres.

Sin información que diga lo contrario, Maryam y sus familiares siguen esperando que, algún día, su hermano baje por esta calle para reencontrarse con su familia.

  Zarah: "La pena minó la fuerza de mi esposo"  

     

Zarah vive en una casa vieja y deteriorada. Antes, tenía un pequeño negocio; pero ahora, se siente demasiado vieja y enferma para atenderlo. Zarah pasa sus días sola, esperando la visita de sus hijos y mirando las fotografías de sus familiares, que cubren las paredes.

En esas fotografías, aparecen todos los hijos de Zarah, pero casi todas muestran a su hijo Reza, que desapareció durante la guerra. Por largos años, Zarah sufrió la angustia de no saber la suerte que había corrido. Cuando habla de Reza, sus ojos se llenan de lágrimas, aunque cuando se refiere a su infancia, se ríe.

Vuelve a entristecerse al recordar cómo el prolongado sufrimiento minó lentamente la fuerza de su esposo: " Mi marido murió a causa de su constante preocupación por Reza. Era un hombre recio, pero perdió toda la fuerza " .

La incertidumbre también afectó la vida de su hijo mayor, Mohamad. " Mi pobre hijo mayor no tuvo vida propia, de tanto buscar a su hermano menor " , recuerda Zarah.

Mohamad continúa la historia que nos cuenta su madre: " Pasé 16 años de aquí para allá, buscando a mi hermano. Luego, la Fundación de los Mártires nos informó que se habían sumado nuevas fotografías a la exhibición fotográfica de los Mártires Desconocidos, organizada por la Media Luna Roja de Irán a fin de ayudar a las familias a identificar a sus parientes desaparecidos.

" Fui a visitar la exhibición. Conocía bien las fotos anteriores, y fui a ver las nuevas. Al ver la segunda, quedé paralizado: era mi hermano, muerto por disparos. Era penoso ver su cuerpo sin vida, en el suelo. Pensé: " ¿Realmente puede ser éste mi hermano...? "

Zarah piensa en Reza todos los días, pero ha aceptado su muerte. " Ahora que sé lo que le sucedió, puedo dedicar más aten ción al resto de mi familia " .

  Mahin: por fin la tranquilidad.  

     

Taghi, el esposo de Mahin, tenía ya cincuenta años cuando decidió alistarse en el ejército. Recordando esa decisión, dice Mahin: " Mi esposo quería ir. Su orgullo no le permitía quedarse en casa y dejar que su hijo fuera a la guerra. Por eso, marchó al frente, tras lo cual nunca más tuvimos noticias de él " .

Su hijo había partido a la guerra algunos años atrás. Regresó poco tiempo después de haberse ido su padre. Sin su esposo, Mahin, tuvo que luchar para sostener a la familia. " He criado cuatro hijos. El trabajo duro nunca me cansó " , dice.

Una pequeña pensión de la Fundación de los Mártires y la ayuda que le presta el hermano de Taghi le permiten satisfacer sus necesidades. Sin embargo, piensa que lo más difícil no fue la lucha por la subsistencia, sino las necesidades emocionales de sus hijos.

" Cuando comenzaron a preguntar por su padre, no sabía qué decirles. Cuando mi esposo se fue, mi hijo menor tenía cuatro años. Era un niño muy impaciente. No podía decirle que su padre había muerto en la guerra como mártir. Tampoco podía decirle que estaba en prisión ni que debía acostumbrarse a su ausencia. ¿Cuánto tiempo tenían que esperarlo? "

Hace seis años, Mahin recibió los restos de Taghi. " Por fin estoy tranquila. Antes, cada vez que sonaba el timbre, esperaba que fuese Taghi. Cada vez que los noticieros hablaban de prisioneros, se me aceleraba el pulso " , explica.

Mirando hacia atrás, Mahin está tranquila. Por fin, pudo hacer el duelo por su esposo y responder las preguntas de sus hijos.