Familias de desaparecidos en Colombia tienen derecho a la verdad

18 август 2016

“¿Qué pasó con mi hijo?, ¿por qué no me dan razón de él? Si lo mataron pues díganlo y uno descansa. Pero la zozobra de no saber nada lo destruye a uno”, dice Nohemí Agudelo mientras sus nietas la escuchan contar la misma historia que lleva contando por años: la desaparición de su hijo Cristian.

Este testimonio es el primero de una serie de publicaciones de la campaña #AquíFaltaAlguien con la que conmemoramos el Día Internacional de los Desaparecidos (30 de agosto). Para unirte a esta campaña, comparte tus mensajes de solidaridad en redes sociales.

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Han pasado 10 años desde la última vez que Nohemí lo vio. Estaba a solo pocas cuadras de su casa en Florencia, Caquetá, una región del sur de Colombia que ha sufrido por décadas las consecuencias del conflicto armado y la violencia.

Era el 28 de agosto de 2006. Un lunes. “En ese tiempo yo vendía arepas en la puerta y él probaba la sazón de lo que yo hacía. Era el más trabajador de mis hijos y el más apegado a mí. Siempre que salía me dejaba una nota”, dice.

Pero ese día Cristian salió de su casa y no volvió. Algunos vecinos dicen que lo vieron subirse a un taxi. Otros, que lo subieron a una camioneta, pero nadie le ha dado respuestas sobre los responsables y las razones por las cuales él no volvió a casa ese lunes. “¡No se perdió un bulto de papas… se perdió mi hijo! ¡Y era menor de edad cuando desapareció!”, dice al relatar que muchos respondieron con indiferencia cuando pidió ayuda.

Se llevaron a Cristian y se llevaron toda mi alegría

Nohemí fue a los cementerios y a la morgue. Pasó muchas noches sin sueño y comenzó a sufrir de depresión y ansiedad. “Me estaba enloqueciendo de pensar en él. Bajé muchísimo de peso y las lágrimas se me salían en la calle. Me daba pena que la gente me viera”, cuenta.

Tras recibir ayuda psicológica y armarse de valor para salir de su casa, Nohemí entró a un curso del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y aprendió a usar las redes sociales. Nunca en su vida había tocado un computador, pero encontró en Internet una alternativa para seguir buscando a Cristian. “Tengo Twitter y Facebook por mi hijo. Siempre publico las fotos y le pido a la gente, al Estado, a los grupos armados, a todos, que me den alguna razón de él si saben algo”.

Hoy Nohemí es una integrante activa de la Asociación Los Que Faltan y no pierde la esperanza de saber exactamente qué pasó ese lunes que cambió para siempre la historia de su familia.