Informe de actividad 2013: acción basada en los principios humanitarios en un entorno difícil

14-05-2014 Informe de actividad

Mensaje del presidente del CICR, Peter Maurer, para el Informe anual de actividad correspondiente a 2013.

Peter Maurer 

Peter Maurer
© CICR

En 2013, año en que el CICR celebró el 150º aniversario de su fundación, los ideales que animaron su creación -proteger la dignidad humana en los conflictos armados y otras situaciones de violencia mediante la acción humanitaria basada en los principios consagrados en el DIH- tropezaron con graves dificultades en diferentes partes del mundo. A lo largo del año, la situación en muchos de los contextos en que el CICR desplegó sus actividades ilustró en forma dramática la complejidad del escenario donde se desenvuelve la ayuda humanitaria: el frecuentemente desastroso costo humano de la violencia, agravado por las catástrofes naturales y las crisis sociales y económicas subyacentes, y las dificultades que afrontan las organizaciones humanitarias para responder a las múltiples necesidades de las personas afectadas. Al enfrentar estos desafíos, el CICR centró sus esfuerzos en ampliar su acceso a las poblaciones necesitadas y en encontrar nuevos medios y formas para superar las limitaciones a la acción humanitaria neutral, imparcial e independiente.  

La operación más importante del CICR en términos de presupuesto se desarrolló en la República Árabe Siria (en adelante, Siria). Mientras el conflicto armado proseguía sin tregua, con repercusiones regionales de amplio alcance, la crisis humanitaria se profundizó y se agravaron las dificultades relacionadas con el acceso a las personas necesitadas y la seguridad de los colaboradores humanitarios. Este conflicto no sólo ha ilustrado la importancia de la acción humanitaria basada en principios; también ha puesto de manifiesto la necesidad de aplicar enfoques innovadores para superar algunos de los obstáculos más difíciles.

En Filipinas, la enorme destrucción causada por el tifón Haiyan, sumada a desastres anteriores y a los efectos de los prolongados conflictos armados librados en algunas de las zonas afectadas, ocasionó necesidades humanitarias de una magnitud abrumadora. La respuesta de emergencia del CICR, proporcionada en estrecha cooperación con la Cruz Roja de Filipinas, se centró en zonas donde ya tenía una presencia de larga data en relación con el conflicto. A través de su mecanismo de despliegue rápido, el CICR proporcionó decenas de colaboradores para una respuesta acelerada, así como expertos de diferentes Sociedades Nacionales, todo ello a fin de fortalecer las estructuras existentes del CICR. Entre esos expertos figuraban especialistas en salud, agua y hábitat, seguridad económica, logística y restablecimiento del contacto entre familiares.

Las situaciones en el norte de Malí y Somalia siguieron proporcionando ejemplos impresionantes de las graves consecuencias humanitarias de la crisis alimentaria, combinadas con los efectos de la inseguridad crónica y los enfrentamientos, así como de las limitaciones al acceso humanitario. Las repercusiones regionales también se hicieron notar, ya que la inestabilidad y las tensiones se extendieron más allá de las fronteras. Hacia finales de año, las alarmantes situaciones en la República Centroafricana y Sudán del Sur también plantearon riesgos para los frágiles países vecinos, algunos de los cuales seguían sufriendo o esforzándose por superar las consecuencias de los conflictos armados que los habían afectado.  

Para el CICR, la base de sus esfuerzos por proteger y asistir a las personas vulnerables en contextos tan diversos (...) es su enfoque neutral, imparcial e independiente de la acción humanitaria.

Para el CICR, la base de sus esfuerzos por proteger y asistir a las personas vulnerables en contextos tan diversos, el ideal que sostiene desde hace más de 150 años pese a la evolución de los escenarios, es su enfoque neutral, imparcial e independiente de la acción humanitaria. La creación de una atmósfera de confianza y aceptación entre todas las partes, basada principalmente en el diálogo confidencial y bilateral, sigue siendo un elemento esencial de su labor. Por ejemplo, fue gracias a esta modalidad de trabajo que en 2013 el CICR pudo reanudar sus visitas a las personas detenidas en Myanmar. En su calidad de intermediario neutral, también facilitó la liberación de numerosos civiles y miembros de las fuerzas de seguridad retenidos por grupos armados en Colombia y Sudán.

Sin embargo, las dificultades inherentes a este enfoque, que exige la proximidad a las personas necesitadas, se hallaron presentes en todo momento, particularmente con respecto a la seguridad. Ejemplo de ello fue el ataque contra la subdelegación de Jalalabad, Afganistán, en mayo de 2013, que dejó un saldo de un colaborador muerto y otro herido. Otro ejemplo viene dado por la muerte de más voluntarios de la Media Luna Roja Árabe Siria, el asociado clave del CICR, con lo cual suman 33 los colaboradores muertos desde el comienzo del conflicto (hasta el 31 de diciembre).   

Las actividades relacionadas con la salud siempre han sido y seguirán siendo uno de los principales rasgos de la identidad institucional y operacional del CICR. Unos 8,2 millones de personas se beneficiaron de estas actividades en 2013. Por ejemplo, en Jonglei, Sudán del Sur, el CICR desplegó tres equipos de cirugía para ayudar a tratar a los cientos de personas heridas durante diferentes situaciones de violencia. En Kandahar, en el sur de Afganistán, siguió prestando apoyo al hospital de Mirwais, el único centro quirúrgico de gran escala en la región, que atiende a más de 5 millones de personas. En Malí, Níger y otros países, los profesionales de la salud participaron en sesiones de formación en cirugía de guerra organizadas por el CICR. Al mismo tiempo, la Institución procuró equilibrar la expansión de sus servicios médicos tradicionales con la necesidad de encarar preocupaciones más amplias en materia de salud pública, relacionadas con enfermedades contagiosas y no contagiosas.

El trabajo en todos los niveles para encarar el grave pero poco conocido problema de la violencia contra la asistencia de salud siguió constituyendo una de las prioridades del CICR. 

El trabajo en todos los niveles para encarar el grave pero poco conocido problema de la violencia contra la asistencia de salud siguió constituyendo una de las prioridades del CICR. En ese sentido, la Institución continuó llevando adelante una serie de consultas con expertos y Sociedades Nacionales en relación con el proyecto Asistencia de salud en peligro. En un taller celebrado en México en el mes de mayo, se encaró concretamente la cuestión de los servicios de ambulancia y de la atención prehospitalaria en situaciones de riesgo; más adelante en el año, se publicó un informe sobre el tema, redactado por la Cruz Roja Noruega con ayuda de la Cruz Roja Mexicana y el CICR. En ambos trabajos se evaluó la cuestión del DIH, el derecho de los derechos humanos y la ética médica en el marco de conflictos armados u otras situaciones de violencia.  

A lo largo de 2013, el CICR distribuyó alimentos para 6,8 millones de personas, principalmente desplazados y residentes, y artículos domésticos esenciales a unos 3,5 millones de personas. Por ejemplo, 3,5 millones de personas en Siria recibieron alimentos distribuidos en colaboración con la Sociedad Nacional. Unos 4,6 millones de personas se beneficiaron de insumos productivos, principalmente destinados a la producción sostenible de alimentos o en forma de apoyo a los medios de subsistencia. Entre los beneficiarios figuraron miles de agricultores en el oeste de Côte d’Ivoire, que siguen recuperándose de la situación de violencia de 2012 y que recibieron semillas y herramientas. Además, unos 3,5 millones de personas se beneficiaron de iniciativas relacionados con el trabajo, los servicios y la formación; un millón de personas recibieron dinero en efectivo, incluso en la forma de capital para la puesta en marcha de pequeñas empresas; y aproximadamente 44.000 recibieron bonos que les permitieron acceder a productos esenciales. En el mundo, más de 28,7 millones de personas se beneficiaron de proyectos del CICR relacionados con el abastecimiento de agua, el saneamiento y la construcción. Estas actividades ayudaron a las personas vulnerables a satisfacer las necesidades básicas, emprender actividades de recuperación y fortalecer su capacidad de adaptación a las reiteradas situaciones de crisis.

El CICR visitó a 756.158 detenidos; de ese grupo, la Institución supervisó en forma individual los casos de 23.473 personas. La finalidad de esas visitas era velar por que los detenidos recibieran un trato humano y condiciones de vida dignas, y que pudiesen intercambiar noticias con sus familiares, en consonancia con las disposiciones del DIH o de normas internacionalmente reconocidas. Al realizar actividades multidisciplinarias en favor de los detenidos, el CICR mantuvo diálogos con las autoridades penitenciarias a fin de promover la introducción de otras mejoras en la gestión de las cárceles.

Una importante novedad en el ámbito del DIH fue la adopción del Tratado sobre el Comercio de Armas, en abril. Tras destacar en reiteradas ocasiones el inaceptable costo humano de la disponibilidad generalizada de armas convencionales y exhortar a la adopción de un tratado sólido, el CICR recibió con agrado este instrumento, que prohíbe en forma efectiva la transferencia de armas en casos en que éstas se utilizarían para cometer o facilitar violaciones graves del DIH, entre otros crímenes de gravedad. En paralelo, siguió abogando al máximo nivel por la prohibición absoluta y la eliminación de las armas nucleares, incluso en una conferencia internacional sobre esta cuestión celebrada en Oslo, Noruega, y por la eliminación completa de las armas químicas, que el DIH prohíbe en forma absoluta. Asimismo, siguió de cerca la rápida evolución de las nuevas tecnologías armamentísticas, en particular las relacionadas con las armas controladas a distancia, automáticas o autónomas, como así también los debates sobre la conducción de las hostilidades en el ciberespacio.

La iniciativa conjunta de Suiza y el CICR para fortalecer el respeto del DIH cobró impulso gracias a la participación de más de 70 Estados en los constructivos debates celebrados en Ginebra, Suiza.

Velar por el mejor cumplimiento del DIH, tanto a nivel operacional como jurídico y de política, es uno de los objetivos permanentes del CICR. En este sentido, la iniciativa conjunta de Suiza y el CICR para fortalecer el respeto del DIH cobró impulso gracias a la participación de más de 70 Estados en los constructivos debates celebrados en Ginebra, Suiza, en los que declararon su firme apoyo al diálogo permanente de los Estados acerca del DIH y analizaron las posibles funciones de un sistema de cumplimiento del DIH. En respuesta a las solicitudes recibidas, Suiza y el CICR formularán propuestas concretas sobre determinados aspectos de esta iniciativa.

En definitiva, el objetivo del CICR en todas estas actividades era lograr progresos en el ámbito en el que más se necesitan: el terreno, donde es importante mejorar la protección y la asistencia de las víctimas de conflictos armados y de otras situaciones de violencia. Sus asociaciones con las Sociedades Nacionales constituyeron un aspecto clave de ese objetivo. La importancia de las asociaciones dentro del Movimiento fue reafirmada en el Consejo de Delegados celebrado en Sídney, Australia, donde, bajo el lema "150 años de acción humanitaria", los representantes del CICR, de la Federación Internacional y de 189 Sociedades Nacionales analizaron los problemas humanitarios y deliberaron acerca del futuro del Movimiento. Se adoptaron nueve resoluciones temáticas, entre ellas una relativa a las actividades encaminadas a la eliminación de las armas nucleares y una sobre el fortalecimiento de la protección jurídica de las víctimas de conflictos armados.

Hacia finales de 2013, el CICR ya había abordado el tema de su estrategia institucional 2015–2018, celebrando consultas y debates con los interlocutores internos y externos a fin de fomentar un proceso de elaboración incluyente. La estrategia, cuya adopción por la Asamblea del CICR está prevista para junio de 2014, servirá básicamente como "brújula" institucional para guiar y fundamentar las opciones y decisiones de la Institución en un escenario humanitario inestable. El objetivo global sigue siendo el mismo que hoy: asegurar una presencia pertinente y eficaz del CICR en los conflictos armados y otras situaciones de violencia en el mundo, manteniendo las necesidades de las personas en el centro de su labor y ayudando a fortalecer su resiliencia mientras desempeña su misión.