Afganistán: tras los pasos de Florence Nightingale

11-08-2010 Reportaje

Anisa, una mujer de baja estatura, con una amplia sonrisa y cabello gris, fue galardonada en 2009 con la Medalla Florence Nightingale, la mayor distinción internacional que puede recibir un enfermero o un auxiliar de enfermería, lo que la convierte en la primera afgana en obtener este reconocimiento.

     
©CICR 
   
Anisa 
               
©CICR 
   
Anisa recibe la Medalla Florence Nightingale de manos del vicepresidente afgano Karim Kalili en su oficina en Kabul. 
           

“Mi intención es seguir ayudando al pueblo de Afganistán, en particular a mis pacientes, hasta el final de mi vida " , declara Anisa, una enfermera matriculada de 59 años y madre de nueve hijos, quien, como muchos afganos, usa sólo un nombre.

Nacida y criada en Kabul, Anisa se formó en la Escuela de Enfermería de la ciudad y pasó dos años en el departamento de fisioterapia de un gran hospital, antes de mudarse con su segundo marido a la populosa y polvorienta ciudad de Jalalabad, cerca de la frontera con Pakistán, en 1981. Dos años después, empezó a trabajar en el Hospital de Salud Pública Número 1 de Jalalabad – conocido como JPHH-1-, donde sigue desempeñándose en la actualidad.

  Junto a los pacientes, en las buenas y en las malas  

Afganistán ha estado envuelto en conflictos por más de treinta años, y Anisa ha dedicado gran parte de su tiempo en el hospital JPHH-1 a atender a los heridos, a menudo durante enfrentamientos activos. Hace unos años, en cierto momento, los combatientes talibanes tomaron el hospital y su superior le aconsejó que se quedara en casa, pero ella se negó. “Vendré a ayudar a los pacientes”, recuerda haber dicho en ese momento.

En otra ocasión estuvo a cargo de un paciente detenido. “Nadie tenía autorización para acercársele”, recuerda. “Era la única que podía cuidarlo y llevarle comida " .  Tras su liberación, el paciente, que más adelante llegó a ser un militar de alto rango, le obsequió harina en señal de agradec imiento.

Anisa trabajó en la sala de mujeres del hospital JPHH-1 por más de quince años, y ocupó el cargo de enfermera jefe. También pasó algún tiempo en la sala de reanimación, y actualmente se desempeña en el quirófano. 

Hoy en día, es más probable que el hospital reciba un número masivo de víctimas como consecuencia de un atentado suicida que de un enfrentamiento.

  Mentora de enfermeros jóvenes  

Incluso antes de recibir la Medalla Florence Nightingale, Anisa ya era una suerte de ícono y una mentora para los enfermeros más jóvenes. Dice Anisa: “A todo aquel que quiere hacer carrera en la enfermería le digo que debe realizar sus tareas con bondad y que debe trabajar duro para aprender todo lo que pueda; así podrá atender a las personas que necesiten su ayuda " .

A diferencia de Florence Nightingale, quien tuvo que luchar durante años para obtener su independencia y poder seguir así su vocación, los seres queridos de Anisa, en especial su hermano, la alentaron y apoyaron.

  El lugar de una mujer  

Sin embargo, también existen similitudes entre las circunstancias de Anisa en Afganistán y las de la inglesa Nightingale un siglo y medio antes, en Crimea. Entre ellas se destaca la actitud de la sociedad inglesa de la época, que miraba con recelo a las mujeres que se desempeñaban en la medicina. Entre los afganos de hoy en día, y particularmente en la sociedad pashtun, se sigue considerando que el lugar de la mujer es el hogar.

Florence Nightingale fue famosa no sólo por cuidar de los soldados heridos en los campos de batalla cerca de Scutari y Balaclava, sino también por su obra pionera en el ámbito de la salud pública. 

En el Afgani stán actual, donde la inseguridad y el conflicto afectan gravemente el acceso de las personas a la atención de la salud, sobre todo en las zonas rurales, se enseñan primeros auxilios y medidas sanitarias preventivas sencillas (como el cuidado de la higiene y las condiciones adecuadas de saneamiento a nivel comunitario) que seguramente habrían contado con la aprobación de Florence Nightingale. 

Los colaboradores y los voluntarios de la Sociedad de la Media Luna Roja de Afganistán y los promotores de la higiene que colaboran con el CICR llevan a cabo gran parte de esta tarea. Fue la Media Luna Roja Afgana, con el apoyo del personal de enfermería expatriado que trabaja con el CICR en Jalalabad, la que nominó a Anisa para el galardón Florence Nightingale en 2009. 

Veintiocho personas de países tan diversos como China, Nueva Zelanda y Azerbaiyán recibieron la medalla ese año. Según las reglas del galardón, la ceremonia de entrega debe ser un acontecimiento formal encabezado, de ser posible, por el Jefe de Estado, el presidente del comité central de la Sociedad Nacional de la Cruz Roja o Media Luna Roja respectiva, o sus adjuntos.

  Un homenaje a la determinación, el coraje y la compasión  

Durante una ceremonia breve y solemne en su oficina de Kabul, el vicepresidente afgano Karim Kalili le entregó la medalla a Anisa, que estaba rodeada de familiares y allegados. Ese mismo día, la sede de la Media Luna Roja Afgana celebró una reunión en su honor.

Florence Nightingale murió en 1910, a los noventa años. Hasta el final de sus días, luchó por mejorar el tratamiento médico de los heridos de guerra, por elevar los niveles de calidad de la salud pública y por mejorar la situación y la capacitación del personal de enfermería. No hemos olvidado sus esfuerzos, y sigue siendo, hasta el día de hoy, un símbolo de altruismo y desinterés. Tal vez sea adecuado, entonces, que en otra época y en medio de un conflicto muy diferente, se haya galardonado en su nombre a una enfermera afgana, por compartir similares cualidades de determinación, coraje y compasión.