Efectos de la ayuda humanitaria sobre la evolución de los conflictos

30-06-1998 Artículo, Revista Internacional de la Cruz Roja, por Dr. Pierre Perrin

Con la multiplicación de las crisis se ha incrementado la ayuda humanitaria para atender las necesidades fisiológicas fundamentales de las víctimas: alimentación, agua, asistencia médica y cobijo. Las instituciones humanitarias pueden subvenir directamente a estas necesidades o prestar apoyo a los servicios locales para que éstos puedan asumir las tareas que normalmente les corresponden. La mayor parte de las veces, ambas formas de proceder están imbricadas.
 

No sería justo enjuiciar los efectos de la asistencia humanitaria sobre la evolución de los conflictos basándose en ideas preconcebidas, como la de que la asistencia humanitaria prolonga los conflictos. Para evaluar exactamente la ayuda humanitaria, es preciso analizar tanto las consecuencias que ésta tiene para las víctimas —lo que corresponde a su papel principal— como su impacto sobre el propio conflicto. La síntesis de estos dos elementos permite hacer un balance objetivo de la asistencia humanitaria y sacar conclusiones para futuras acciones.

  Consecuencias humanitarias de los conflictos  

 
La desnutrición, las enfermedades, las heridas, las torturas, el hostigamiento de la población, las desapariciones, las ejecuciones extrajudiciales y los traslados forzosos son efectos que se observan en muchos conflictos armados. Además de estas consecuencias para las personas, hay que tener asimismo en cuenta los efectos directos sobre las estructuras locales: destrucción de las cosechas, de la infraestructura económica, de las estructuras sanitarias —como los hospitales—, de los lugares culturales, etc. Y esta lista dista mucho de ser exhaustiva.

   

Este aspecto de las repercusiones directas de los conflictos armados sobre las personas y los sistemas esenciales para su supervivencia es el más visible, pero no hay que olvidar que lo prioritario durante las hostilidades para las partes en conflicto son las operaciones militares, y no el sostenimiento de las estructuras económicas y sociales. Esto ocasiona un deterioro progresivo de las estructuras, aun en los casos en que no son el blanco directo de los combatientes.
 

El impacto de los conflictos armados en las personas y en los sistemas puede tomar distintas formas:

  • los desplazamientos de población provocan un aumento importante de la tasa de mortalidad: en algunos casos, como en el de los refugiados ruandeses en la República Democrática del Congo (ex Zaire), esta tasa puede llegar a ser diez veces superior a lo que se considera el umbral de extrema urgencia [1 ] ;

  • los desplazamientos de población dan lugar a un importante aumento de la tasa de desnutrición: en los niños menores de cinco año s, esta tasa puede alcanzar el 20% (refugiados ruandeses en Zaire, 1994) y hasta el 50% (Somalia, 1992);

  • durante los cinco años que duró el conflicto de Sierra Leona, casi el 40% de la población del país tuvo que huir de su hogar. Centenares de miles de personas se dirigieron hacia Guinea y Liberia, pero la mayor parte buscó refugio en los campamentos del interior de Sierra Leona. A fines de 1995, había más de un millón de personas repartidas entre los campamentos de Freetown, Bo, Kenema, Segbwema y Daru [2 ] .

  • Somalia, 1991: «La situación económica es desastrosa y las estructuras sociales están maltrechas. Ya no hay electricidad, los sistemas de comunicación están destruidos y las escuelas cerradas. Todo lo que es vital para el país ha quedado devastado. La inseguridad y los conflictos entre clanes y facciones son otras tantas causas de esta desastrosa situación» [3 ] .

  • «Desde el inicio del conflicto, la destrucción del sistema de abastecimiento de agua de la ciudad de Sarajevo ha tenido consecuencias dramáticas para la población. Una parte de la ciudad carece de agua corriente desde hace año y medio. Los habitantes deben buscar el agua que necesitan en algunos puestos de aprovisionamiento, bajo la amenaza de francotiradores emboscados» [4 ] .

  • Se calcula que unos 100.000 mozambiqueños perdieron la vida en el conflicto. Más de 5 millones de personas fueron trasladadas y 1,7 millones tuvieron que refugiarse en los países vecinos; 2 millones de personas no tuvieron acceso a las estructuras de salud; en determinadas regiones, el 48% de las estructuras de salud fueron destruidas y, por último, el conflicto impidió que 3 millones de personas llevaran a cabo sus actividades agrícolas [5 ] .

 
Estos pocos ejemplos muestran de manera concreta las consecuencias de los conflictos armados para las personas y los sistemas esenciales para su supervivencia. El objetivo de la asistencia humanitaria es ayudar a las víctimas de los conflictos armados, sin discriminación, a hacer frente a esos problemas.
 

  El papel de la ayuda humanitaria  

 
La estrategia de la ayuda humanitaria presenta varios aspectos:

  1. La responsabilidad de la asistencia a las víctimas sigue correspondiendo, en primer lugar, a las partes en conflicto. La cuestión del papel de la ayuda humanitaria exterior se plantea cuando las partes en conflicto no pueden o no quieren asumir sus responsabilidades.

  2. La ayuda humanitaria trata de prevenir las dramáticas consecuencias mencionadas, interviniendo antes de que se agraven las condiciones de salud de las víctimas. Esta manera de proceder exige una intervención temprana, ya sea actuando directamente en favor de los afectados o previniendo el deterioro de los sistemas locales (por ejemplo, los sanitarios y agrícolas). Una intervención de este tipo permite a estos sistemas hacer frente a la situación y evita, por consiguiente, el deterioro de las condiciones de salud de las víctimas.

  3. La asistencia humanitaria procura liberar a las víctimas de la dependencia de la ayuda exterior. La distribución de alimentos, por ejemplo, sigue siendo una opción válida cuando la situación lo exige, pero la mayor parte de las veces va acompañada de actividades de reactivación económica que permitan a la población asistida autoabastecerse pronto.
     

Un ejemplo de esta estrategia son las distintas maneras de intervención posible en la cadena alimentaria de una población. En efecto, se puede:

  • intervenir en la producción alimentaria o en los circuitos económicos de distribución;

  • restaurar el acceso a los alimentos por medio de actividades de protección y, si es necesario, mediante la distribución de víveres;

  • restablecer el estado nutricional con una asistencia específica a las personas que padecen desnutrición.

 
La estrategia global comprende, en general, una combinación de distintas medidas, escalonadas a lo largo de la cadena alimentaria.

 
En la práctica, la asistencia humanitaria también se ocupa de otros ámbitos:

  • En Afganistán, el CICR presta ayuda a cinco hospitales a fin de mejorar la calidad de la atención quirúrgica a los heridos de guerra y garantizar el suministro permanente de medicamentos y material médico y quirúrgico [6 ] .

  • Para evitar la contaminación del agua en Albania, un riesgo que aumenta en los meses de verano y que constituye un peligro para la salud pública, el CICR donó 52 toneladas de cloro a las autoridades encargadas del control de calidad del agua [7 ] .

  • «Las Naciones Unidas mantuvieron el embargo que se aplica a Irak desde 1990 (...). Durante 1996 continuó el deterioro de las instalaciones de agua potable por la falta de piezas de repuesto, de equipos y de personal calificado. El CICR prosiguió sus esfuerzos en todo Irak, incluidas las tres provincias del norte del país, para mitigar los efectos de ese deterioro en la salud pública, restaurando para ello las instalaciones de suministro y tratamiento de agua consideradas prioritarias de común acuerdo con las autoridades competentes» [8 ] .

  • En Brazzaville, los delegados del CICR trabajaron en ambos lados de la línea del frente para abastecer de agua potable a los desplazados, prestar apoyo a las estructuras médicas y evacuar a Kinshasa a los heridos que no podían ser tratados in situ .

  • «Se mantuvieron asimismo asiduos contactos con las autoridades ruandesas competentes, a todos los niveles, a fin de recordarles que son ellas a quienes les corresponde, en primer lugar, velar por que las condiciones de reclusión de las personas detenidas sean aceptables. Paralelamente a esas diligencias, el CICR prosiguió en 1996 el amplio programa asistencial iniciado en 1994 para que las personas encarceladas pudieran sobrevivir. Este programa tuvo un indudable efecto en la situación: a finales de 1995, se había conseguido reducir la mortalidad en las prisiones a un nivel comparable al de la población en general (...)» [9 ] .

  • La ayuda del CICR en Somalia en 1992 presentó varios aspectos, como fueron la distribución de víveres (120.000 toneladas), un programa veterinario, un proyecto agrícola y un programa de apoyo a las estructuras médicas.
     

Como se ve, la asistencia humanitaria adopta formas muy diversas:

  • intervenciones limitadas y ocasionales;

  • complejas intervenciones de reactivación económica de larga duración;

  • acciones de socorro a las víctimas cuyas vidas corren un peligro inmediato;

  • intervenciones que incluyen actividades inmediatas de socorro y de reconstrucción a medio plazo;

  • operaciones preventivas.

 
En los últimos cinco años, la evolución de la asistencia humanitaria hacia la prevención o, por lo menos, hacia una disminución de las consecuencias de los conflictos armados, ha sido considerable. Si bien es cierto que las operaciones de socorro directas y masivas son todavía necesarias en determinadas situaciones, se advierte un aumento de las actividades de apoyo a los servicios locales esenciales para la supervivencia de las víctimas. La integración de la ayuda humanitaria en actividades a más largo plazo permite, pues, que las víctimas puedan autoabastecerse de nuevo.
 

  Esta manera global de proceder, que tiene en cuenta las necesidades de asistencia y protección, la incorporación de estrategias a corto y medio plazo y la prevención de las consecuencias de los conflictos armados en el ámbito humanitario, tiene muchos efectos positivos. Contribuye a salvar vidas, aliviar el sufrimiento, mejorar la salud, mantener las estructuras médicas y restaurar los recursos económicos de las víctimas, así como a devolver la dignidad.  

 
Sin embargo, la ayuda humanitaria también puede tener efectos negativos en las víctimas y los sistemas locales:

  • la asistencia puede contribuir a que las víctimas se desresponsabilicen, descansen en ella como solución a largo plazo y, por ello, no traten de salir de la crisis empleando sus propias capacidades;

  • si la ayuda humanitaria está mal dirigida, puede perjudicar a las víctimas. Hasta principios de los años ochenta, la distribución incontrolada de leche en polvo a poblaciones enteras creó problemas de salud más graves que los problemas alimentarios que resolvió;

  • la asistencia atrae a las víctimas, que tienen tendencia a concentrarse en los lugares de distribución. Esto produce campamentos superpoblados, con sus característicos problemas de salud y seguridad;

  • la ayuda puede ocasionar importantes modificaciones en el modo de vida de las víctimas, como la orientación hacia una producción agrícola de rendimiento, puesto que los socorros satisfacen las necesidades alimentarias básicas. Pero cuando cesa la asistencia, las víctimas no disponen de recursos alimentarios;

  • la asistencia puede dar lugar a que los responsables políticos nacionales transfieran los recursos que antes asignaban a los sistemas socioeconómicos, a servicios que consideran más urgentes (la compra de armas, por ejemplo);

  • la ayuda humanitaria puede interpretarse como un apoyo a los sistemas políticos en el poder, cuando se presta directamente a los dirigentes que, en el mejor de los casos, la distribuyen en su nombre y, en el peor, la desvían en su propio provecho.

 
La ayuda humanitaria es, pues, esencial para salvar vidas, aliviar sufrimientos y restablecer la dignidad, pero también tiene efectos negativos para las víctimas y los sistemas locales.
 

Es importante hacer este análisis si se quiere tratar de responder de manera racional a la pregunta: «¿Qué efectos tiene la asistencia humanitaria sobre la evolución de los conflictos armados?».

De modo muy esquemático, se puede definir la evolución teórica de un conflicto armado como una curva que pasa por una serie de etapas: situación estable (paz), crisis, conflicto armado, solución del conflicto, reconstrucción, y por último, retorno a una situación estable. Entre estas etapas existen muchas fases intermedias, características de la evolución de cada conflicto. Nuestro propósito no es estudiar esta evolución, sino definir un marco que permita estudiar en qué medida la ayuda humanitaria influye en la dinámica de los conflictos armados.
 

   

 
 

La asistencia humanitaria ocupa el centro de las situaciones de conflicto y, para analizar su impacto en la evolución de éstas, se pueden considerar dos parámetros: el grado de violencia y la duración de los conflictos.

  Efectos de la ayuda humanitaria sobre la violencia de los conflictos  

 
La asistencia humanitaria puede contribuir a aumentar la violencia de los conflictos. La desviación de los recursos humanitarios puede servir para la compra de armas y, de ese modo, contribuir al aumento de la violencia. Quienes se benefician de la ayuda (población civil o detenidos en las prisiones) pueden ser agredidos por grupos armados para apropiarse de los socorros. Estos ataques puede presentar diversas formas:

  • presión para que las víctimas cedan parte de la ayuda recibida;

  • acoso para apoderarse de toda la ayuda o de parte de ella;

  • durante la distribución de alimentos, cuando se forman grandes concentraciones de población: reclutamiento forzoso de jóvenes, o incluso desplazamiento de grupos enteros de población por parte de grupos armados;

  • grupos de población tomados como rehenes para usarlos de «cebo» para obtener ayuda humanitaria, la cual es desviada luego por grupos armados;

  • ataques directos contra las víctimas que reciben ayuda (saqueos, asesinatos);

  • ataques contra depósitos y convoyes humanitarios.

 
Con frecuencia, la ayuda humanitaria reemplaza a las partes en el conflicto y contribuye a desresponsabilizarlas. Cuando el Estado pierde influencia, la ayuda humanitaria contribuye directamente a agravar el deterioro de los sistemas estatales, en particular mediante la instauración de una economía paralela o de un sistema de asistencia médica privada, administrado por organizaciones asistenciales. Este efecto es aún más grave cuando se produce en un país en disgregación, lo que aumenta el riesgo de desestructuración del conflicto, con su cortejo de vio lencia incontrolada.
 

La asistencia humanitaria puede contribuir a disminuir la violencia. Hemos visto que la ayuda humanitaria alivia y previene los sufrimientos, por medio de la asistencia a los heridos, la ayuda alimentaria y el saneamiento. En este sentido, contribuye a disminuir las formas silenciosas de violencia que causan los conflictos armados, como son el hambre, la sed y las enfermedades.
 

La ayuda humanitaria también contribuye a disminuir las formas directas de violencia que representan las violaciones del derecho internacional humanitario. En todas las situaciones de conflicto armado, el CICR recuerda a las partes en conflicto cuáles son las responsabilidades que les corresponden, muy especialmente para con los no combatientes: «El CICR hace un llamamiento a todas las partes implicadas para que respeten el derecho internacional humanitario; les insta, además, a hacer la distinción entre las personas civiles y los combatientes y a proteger y respetar a las personas que no participan o que ya no participan en las hostilidades» [10 ] . Un llamamiento de este tipo es el primer paso de la acción del CICR para evitar [11 ] las violaciones del derecho internacional humanitario. Esta prevención es aún mejor si hay una presencia continua del CICR en el lugar. Esto sucede durante las operaciones de asistencia, que constituyen, pues, un factor de protección para las víctimas y contribuyen a disminuir la violencia en los conflictos.

«Después de que las tropas bosnias de Bihac tomaron, el 7 de agosto pasado, los territorios controlados hasta entonces por Fikret Abdic, más de 20.000 musulmanes han huido de Velika Kladusa en dirección de Vojnic, en Croacia. Reagrupadas a lo largo de siete kilómetros de carretera, estas personas sobreviven gracias a la ayuda de urgencia del CICR. A pesar de la asistencia médica, sanitaria y alimentaria proporcionada por el CICR, viven en condiciones precarias y para alojarse, por ejemplo, sólo disponen de unas cincuenta casas de material de fábrica. Desde hace más de dos semanas, dos delegados garantizan una presencia permanente del CICR entre este grupo de personas, cuya seguridad preocupa a la Institución» [12 ] .

Sin embargo, la simple presencia de personal humanitario no basta siempre para evitar la violencia. Cuando es testigo de atrocidades, este personal debe tomar todas las medidas posibles no solamente para socorrer a las víctimas, sino también para que esas violaciones no se repitan. Esto puede lograrse recordando a los Estados sus obligaciones.
 

«Tras las expulsiones masivas en la región de Bijeljina, el presidente de la Institución convocó en la sede del CICR a todos los representantes diplomáticos de la comunidad internacional que prestaban servicios en Ginebra, el día 7 de septiembre. En su discurso oficial, denunció con firmeza el brutal hostigamiento, la discriminación, la toma de rehenes, las detenciones arbitrarias, los traslados y trabajos forzosos, así como otras formas de malos tratos, a veces incluso peores, sufridos por las personas civiles en las zonas conflictivas de ex Yugoslavia, sobre todo por la población musulmana de Bosnia-Herzegovina. El presidente hizo un llamamiento a las partes en el conflicto para que pusieran término a estas prácticas y recordó a todos los Estados Partes en los Convenios de Ginebra su obligación colectiva de garantizar el respeto, en todas las circunstancias, de las disposiciones del derecho internacional humanitarios» [13 ] .

EL CICR también hace gestiones prácticas en favor de las víctimas:

«En 1996, el CICR ...

  • continuó sus gestiones ante la UNITA [14 ] para obtener aclaraciones sobre el paradero de 78 detenidos que el CICR había visitado en 1994 y a los que ya no había tenido acceso desde entonces;

  • informó a las autoridades políticas competentes de más de 150 denuncias de detención o desaparición que las familias de los afectados le habían transmitido.» [15 ] .

 
La ayuda humanitaria y la protección están íntimamente vinculadas. Pese a que es difícil definir el impacto global de la primera en la segunda, no hay duda de que la ayuda desempeña un papel positivo en la protección directa de las víctimas y, por ende, que contribuye a disminuir la violencia en los conflictos.

  Efecto de la ayuda humanitaria sobre la duración de los conflictos armados  

 
Las armas que se compran con la ayuda desviada contribuyen a prolongar los conflictos. Otro factor que cabe considerar es el papel de esta ayuda como sustituto de la acción política para buscar una solución a los conflictos armado. La asistencia cae en una trampa: contribuye a disminuir el grado de violencia —lo que es su papel fundamental—, pero con ello reduce, ante el mundo político, la necesidad de resolver los conflictos, lo que puede contribuir a prolongarlos.
 

   

 
 

A la inversa, la ayuda humanitaria puede acortar la duración de los conflictos. En efecto, la presen cia del personal humanitario encargado de la asistencia tiende a favorecer la reanudación del diálogo entre los beligerantes y a influir en las negociaciones para el cese de las hostilidades.
 

  La ayuda humanitaria influye en la dinámica de los conflictos, por ejercer un efecto tanto sobre su duración como sobre su grado de violencia.  

Por consiguiente, es posible mejorar las estrategias de la ayuda humanitaria.

     

  ¿Qué estrategia debe adoptar la ayuda humanitaria?  

 
Son varias las estrategias que se aplican a la ayuda humanitaria:

  1. La solución extrema, que consistiría en detener toda forma de ayuda para evitar sus efectos perversos, tendría consecuencias dramáticas para las víctimas, que se quedarían sin víveres, asistencia médica y presencia humanitaria. Esta solución es evidentemente inaceptable.

  2. Hay quienes han propuesto que la ayuda humanitaria se preste a condición de que las partes en conflicto cumplan las normas humanitarias. Esta solución perjudica doblemente a las víctimas. En efecto, equivale a suspenderles la asistencia humanitaria porque se violan sus derechos: «Vincular la ayuda y los derechos humanos es esencialmente punitivo. Efectivamente, las personas cuyos Gobiernos violan los derechos corren el riesgo de sufrir, además, la retirada de la ayuda» (traducción del CICR) [16 ] .

  3. Distribuir la asistencia por igual entre las partes en conflicto equivale a basarla en consideraciones políticas y no en las necesidades de las víctimas. Es la noción de imparcialidad de la ayuda humanitaria la que se pone así en tela de juicio: «El principio de imparcialidad abarca dos reglas de acción precisas: la no discriminación en la atribución de la ayuda que el Movimiento aporta (tanto en tiempo de paz como en situaciones de conflicto o de disturbios), y la adecuación de los socorros a las necesidades, lo que implica mayores prestaciones a los menesterosos» [17 ] .En este orden de ideas, la cesión de ayuda humanitaria a algunas partes para obtener acceso a las víctimas equivale a sufragar a ese bando, que viola el derecho internacional humanitario al de negar el acceso a las víctimas.

  4. En varios teatros de operaciones recientes se han empleado medios militares para proteger la ayuda humanitaria o para proporcionarla: norte de Irak, Somalia, ex Yugoslavia y Haití. Esta tendencia se opone a dos principios fundamentales de la ayuda humanitaria: la imparcialidad y la neutralidad. En un marco conflictivo concreto, el personal militar de las operaciones humanitarias llevadas a cabo por fuerzas armadas no hará distinción entre las víctimas según su confesión religiosa, pertenencia a un grupo político o raza. Admitir lo contrario, significaría emitir a priori un juicio de intenciones.
     
    Las intervenciones humanitario-militares se centran, sin embargo, en ciertas situaciones debidas, sin duda, a problemas humanitarios, pero también a intereses políticos. La imparcialidad se juzga asimismo por la capacidad de los agentes humanitarios a afrontar los problemas de las víctimas, también en los conflictos olvidados. La pérdida de la neutralidad es sin duda el riesgo más grave que presentan las intervenciones humanitario-militares. Así como la imparcialidad está directamente relacionada con las víctimas, la neutralidad se define en función de las partes en conflicto. El principio de neutralidad se funda en la obligación de no participar en las hostilidades, ni en las controversias que las provocan. Por eso, la decisión de emplear medios militares para imponer la ayuda humanitaria no es anodina. Acarrea una pérdida de neutralidad o, por lo menos, hace que las partes en el conflicto la perciban mucho menos clara. En términos más generales, esta falta de claridad del principio de neutralidad repercute en todos los agentes humanitarios y complica su trabajo: «Imponer la prestación de ayuda humanitaria puede ciertamente provocar un enfrentamiento entre las partes en un conflicto y los organismos de socorro y retrasar una solución política» [18 ] .
     

   

 
 
 

5.Quedan por analizar las posibilidades de mejorar las estrategias de intervención de la ayuda humanitaria. Durante estos diez últimos años se han realizado muchos progresos, que pueden agruparse según tres aspectos.
 

  •   Un análisis más riguroso de las necesidades de las víctimas, que tome en cuenta el entorno socioeconómico y cultural: esto ha permitido elaborar estrategias de intervención basadas en el refuerzo de los mecanismos de compensación y el apoyo a los microsistemas económicos y sistemas sanitarios existentes. Este proceder ha permitido limitar al mínimo necesario las operaciones de ayuda directa a las víctimas, en particular la distribución de alimentos. Estas acciones directas llevan, por otra parte, aparejadas intervenciones de reconstrucción para reactivar las capacidades loca les. De este modo, la asistencia humanitaria es más específica y se reduce a lo estrictamente necesario para responder a las necesidades urgentes de las víctimas. El CICR ha empleado este tipo de estrategia en sus acciones en Somalia y Sudán. Además, este enfoque permite establecer una conexión con las actividades de desarrollo. Es evidente que esta estrategia se basa en el acceso a las víctimas y el respeto de sus derechos.
     

  •   El respeto de las normas de derecho internacional humanitario : es menester proporcionar ayuda humanitaria cuando los servicios locales no pueden satisfacer las necesidades de las víctimas. Esta imposibilidad puede deberse a su incapacidad para hacer frente a la situación, o a la voluntad de las autoridades de prohibir el acceso a las víctimas. La aplicación de las normas del derecho humanitario garantiza la protección de las víctimas (prohibición de la tortura, de los atentados a la dignidad de las personas, de la toma de rehenes, etc.). Garantiza también los servicios esenciales para la supervivencia (prohibición de emplear el hambre como método de combate, prohibición de destruir las instalaciones y reservas de agua potable, así como las obras de riego, prohibición de atacar los hospitales y las unidades médicas). El incumplimiento de estas normas se traduce en un mayor desequilibrio entre el aumento de las necesidades de las víctimas relacionadas con los efectos directos de la guerra (heridas, traslados forzosos de población) por un lado, y la reducción de la capacidad de los servicios locales, destruidos por la guerra, por otro. El respeto del derecho internacional humanitario constituye una forma de prevención primaria de salud» [19 ] .

 
Lamentablemente, son muchos los ejemplos de la historia reciente que demuestran que el derecho no siempre se respeta. Para conseguir que éste se aplique mejor, el CICR trata de difundir al máximo estas normas entre los combatien tes. Además, lleva a cabo una intensa actividad diplomática ante todos los Estados para que, frente a las violaciones del derecho humanitario, éstos tomen conciencia de su responsabilidad colectiva en el cumplimiento de este derecho, especialmente en la adopción de mecanismos de sanción:
 

«(...) La constitución de tribunales internacionales especiales para juzgar las violaciones del derecho internacional humanitario cometidas en ex Yugoslavia y en Ruanda, creados por el Consejo de Seguridad, marca un progreso considerable. La instauración de estos tribunales permite albergar la esperanza de que se acabe con la impunidad, tanto en los conflictos internos como en los internacionales. Lo interpretamos como una señal de la negativa de la comunidad internacional a tolerar la barbarie» [20 ] .
 

Los medios de comunicación tienen un papel que desempeñar, no sólo como testigos en caso de violación del derecho humanitario, sino también para informar del éxito de la ayuda humanitaria.

  El planteamiento global de la ayuda humanitaria permite reducir a un mínimo los efectos negativos, garantizando a la vez una respuesta apropiada a las necesidades de las víctimas.  

  Conclusión  

 
La ayuda humanitaria sigue siendo esencial para velar por la supervivencia de las víctimas de conflictos armados. Puede influir en la dinámica de éstos, en un sentido favorable o desfavorable, especialmente en su grado de violencia y en su duración. Para reducir los efectos negativos de la asistencia humanitaria, hay que realizar un análisis minucioso de cada situación, teniendo en cuenta los contextos socioeconómicos, culturales y políticos, para poder responder exactamente a las necesidades de las víctimas, y también para disminuir los riesgos de efectos perversos de la ayuda humanitaria. Para realizar este tipo de análisis, es necesario tener acceso a las víctimas, y la mejor estrategia para lograrlo de modo duradero es respetar los Principios Fundamentales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, especialmente la imparcialidad y la neutralidad. La conexión entre la ayuda humanitaria y el cumplimiento de las normas del derecho internacional humanitario es esencial para que las víctimas tengan acceso a la asistencia médica, la alimentación, el agua, sus medios habituales de producción y, si es necesario, a la ayuda humanitaria. En caso de violación de las normas del derecho internacional humanitario, hay que hacer todo lo posible para poner término a esta violación de inmediato y castigar a los culpables.
 
 
  Pierre Perrin   es doctor en Medicina y ha realizado varias misiones para el CICR, del que es actualmente médico jefe. El autor imparte también cursos en las Universidades de Aix-en-Provence (Francia), Lovaina (Bélgica) y John Hopkins (Estados Unidos).  

Original: francés

  Notas   :  

1. ACNUR, Center for Disease Control (CDC), Crude mortality rates, selected refugee and displaced populations, 1992/1994. El umbral de extrema urgencia es dos fallecimientos diarios por cada 10.000 personas.

2. Fuente: CICR (no publicado).

3. Boletín del CICR, octubre de 1991.

4. Fuente: CICR (no publicado).

5. Michael Cranna (red.), The true cost of conflict, 1994.

6. Fuente: CICR (no publicado).

7 . CICR News , n 32, 21 de agosto de 1997.

8. CICR , Informe de Actividad 1996 , p. 246.

9. CICR, Informe de Actividad 1996 , p. 57.

10. Congo Brazzaville: el CICR hace un llamamiento para que se respeten las normas humanitarias, comunicado de prensa 97/18 del 12 de junio de 1997.  

11. Se trata de prevención primaria: evitar las violaciones.

12. CICR News , n 34, 23 de agosto de 1995.

13. CICR, Informe de Actividad 1994 , p. 173.

14. UNITA: Unión Nacional para la Independencia Total de Angola.

15. CICR, Informe de Actividad 1996, p. 76.

16. Katerina Tomasevski, Human Rights and Wars of Starvation , Joanna Macrae y Anthony Zwi (reds.), War and Hunger, Zed Books Ltd. Londres, 1996, p. 76.

17. Marion Harroff-Tavel, «Neutralidad e imparcialidad -—De la importancia y la dificultad, para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja, de guiarse por estos principios», RICR , n 96, noviembre-diciembre de 1989, p. 569.

18. «Military support for humanitarian aid operations», en IISS, Strategic Comments , n 2, 22 de febrero de 1995. — (Traducción del CICR)

19. Pierre Perrin, «The Law is an asset», The Health Exchange, diciembre de 1996.

20. Intervención del CICR del 28 de octubre de 1996, Asamblea General de las Naciones Unidas, 51 período de sesiones, 1996.



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