La guerra de España

25-11-2002

La insurrección de las guarniciones del Marruecos español, acaecida los días 17 y 18 de julio de 1936, preludia una guerra que, durante cerca de tres años, ensangrentaría España toda.

Tras la primera semana de combates, los militares, dirigidos por Francisco Franco, controlan una gran parte del territorio, que tomaron de las autoridades republicanas. Rápidamente, la guerra deja de ser de índole civil para adquirir una dimensión internacional; los Republicanos reciben brigadas internacionales de combatientes, mientras que los insurrectos son apoyados por Alemania e Italia, que les envían hombres y material. Desconociendo la distinción entre combatientes y no combatientes, el conflicto español afecta en gran medida a la población civil, que se convierte en víctima de represalias y de bombardeos, el más memorable de los cuales fue el de Guernica. El conflicto finaliza en marzo de 1939, tras la capitulación del gobierno republicano.

  La acción del CICR  

     

     

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    Los doctores Junod y Marti y miembros de la Cruz Roja Española en Barcelona..       . 
         

Desde principios de agosto de 1936, el CICR, que ya se había preocupado por las eventuales necesidades de material a las que podría enfrentarse la Cruz Roja Española, es oficialmente llamado a intervenir por esta última. Decide enviar un delegado, el Dr. Marcel Junod, ante las dos partes. Tras las gestiones del delegado, en septiembre de 1936, se firman dos acuerdos: en el primero, la Cruz Roja Española acepta la ayuda de las Sociedades Nacionales hermanas por intermedio del CICR, declara que se esforzará por hacer respetar el emblema de la cruz roja y ofrece su apoyo al Comité Internacional para la creación de agencias de registro de datos de los detenidos civiles y los prisioneros de guerra. En virtud del segundo acuerdo, el Gobierno de Madrid autoriza al CICR a intervenir tanto en favor de los republicanos como en favor de los nacionalistas. Más tarde, el Dr. Junod se dirige a Burgos, cuartel general de la Junta Militar, y obtiene garantías similares. Entonces, el CICR instala delegaciones en el país, cuya sede y número se modificarán en función del curso de la guerra. La delegación del CICR en España cerrará sus puertas a mediados de septiembre de 1939.

  Actividades del CICR  

     

Representado permanentemente ante las dos partes en el conflicto, el CICR ejerce su actividad en importantes ámbitos, como el de la dist ribución de socorros médicos y de víveres, financiados por las Sociedades Nacionales y los Gobiernos extranjeros o por particulares. Esta ayuda material se repartirá siguiendo una estricta distribución matemática entre los beligerantes.

Asimismo, el CICR brinda protección a las formaciones sanitarias, notificando continuamente a los beligerantes las posiciones de las instalaciones sanitarias. Sin embargo, no logra impedir el encarcelamiento de los voluntarios de la Cruz Roja que estaban en poder de la parte adversa, acción que infringe lo estipulado en el artículo 12 del Convenio de Ginebra de 1929.

  Acción en favor de las personas detenidas  

     

     

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    El delegado, doctor Junod, distribuye socorros a prisioneros en Salamanca 
         

Además, el CICR se esfuerza por proteger a los prisioneros. En un primer momento, sus gestiones son rechazadas por ambas partes. Sin embargo, mediante acuerdos firmados por las parte s en el conflicto, en los que se prevé la apertura de agencias de datos sobre los prisioneros, el CICR obtiene autorización para realizar encuestas individuales en lugares de detención, cuyo objetivo sería verificar la presencia de los detenidos declarados y las condiciones de internamiento a las que estaban sometidos.

Por esta vía, y gracias a nuevas gestiones, el CICR puede visitar la totalidad de las personas detenidas, por ambas partes, en un lugar determinado y repetir las visitas con cierta regularidad. Gracias a esta práctica, que depende sin embargo de la voluntad de las autoridades, el CICR puede visitar, hasta el 31 de diciembre de 1938, a 89.000 prisioneros.

Esas visitas a los lugares de detención continuarán, por la parte republicana, hasta el final de la guerra; la Junta Militar las interrumpirá a partir de agosto de 1938. De todos modos, los delegados nunca tendrán acceso a la totalidad de los lugares de detención, por ninguna de las partes.

El CICR intenta, por otro lado, organizar intercambios de cautivos, pero los resultados que obtiene no se condicen con los esfuerzos realizados y sólo algunos centenares de prisioneros civiles o militares serán liberados por la intervención del Comité Internacional.

  Acción en favor de las poblaciones civiles  

     

Los delegados también atienden a la población civil, duramente afectada por las operaciones militares. Se ponen en marcha diferentes iniciativas con el objetivo de reunir a los familiares dispersos o separados por la línea de frente, o refugiados en el extranjero, y de buscar a las personas desaparecidas. Se intercambiarán más de cinco millones de mensajes de la Cruz Roja por intermedio del CICR y se abrirán más de 30.000 expedientes de encuesta durante la guerra.

     

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    Clasificación de la correspondencia en la delegación del CICR en San Sebastián.  
         

Asimismo, se emprende una importante acción de asistencia en favor de las poblaciones civiles afectadas, a partir del otoño de 1936, por la hambruna. Pero ciertas dificultades financieras, cada vez más intensas, provocadas por el agotamiento de las donaciones de los Gobiernos y de las Sociedades Nacionales, obligan al CICR a reducir, progresivamente, el volumen de sus envíos de socorros, desde el verano de 1937; no obstante, éstos se mantendrán hasta el final de la guerra. En total, se distribuyen socorros por cerca de 670.000 francos de entonces, durante el conflicto.

Por último, el Comité Internacional protege a los civiles de los efectos de la guerra y, más particularmente de los bombardeos, realizando, sobre todo, evacuaciones. Asimismo, el CICR solicita a las partes en el conflicto que supriman las operaciones militares aéreas contra la población civil de localidades cercanas a la línea de frente, pero esta gestión no surte efecto.

  Acción en favor de los refugiados españoles  

     

El CICR visitó, en varias ocasiones, a refugiados españoles, civiles o militares, en Francia, a quienes entregó víveres y vestimenta, con la colaboración de la Cruz Roja Francesa. Los delegados del Comité Internacional pudieron repatriar de Francia a España a cientos de prisioneros de guerra. Además, con el consentimiento y la ayuda de las autoridades francesas, el CICR organizó un servicio de noticias para los refugiados, similar al que había creado en España.