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Los actores armados no estatales y las normas humanitarias internacionales

01-11-2004 Declaraciónpor Jacques Forster

Discurso pronunciado por el señor Jacques Forster, vicepresidente del CICR, en la primera reunión de signatarios de la Escritura de Compromiso con el Llamamiento de Ginebra, celebrada del 31 de octubre al 1 de noviembre de 2004, en Ginebra, Suiza.

Es un gran privilegio para mí dirigirme a Ustedes en esta primera reunión de grupos armados signatarios de la Escritura de Compromiso con el Llamamiento de Ginebra, y deseo agradecer a los coorganizadores el haberme dado esta oportunidad. Esta reunión sienta un importante precedente, y felicito al Llamamiento de Ginebra, al Programa para el Estudio de las Organizaciones Internacionales y al Proyecto Grupos Armados de la Universidad de British Columbia por haber tomado esta iniciativa. También quisiera aprovechar esta oportunidad para congratular al Llamamiento de Ginebra por la valiosa labor que desempeña a fin de que los actores armados no estatales respeten la prohibición de las minas antipersonal.

La Escritura de Compromiso con el Llamamiento de Ginebra es un importante medio para lograr el objetivo de aliviar el sufrimiento humano a través de la erradicación de las minas antipersonal, y estamos deseosos de escuchar sus opiniones sobre cómo podemos desarrollar y fortalecer esta iniciativa. La eliminación de las minas antipersonal es una meta muy importante para cumplir con el objetivo más amplio de proteger la vida y preservar la dignidad humana en los conflictos armados, objetivo primordial de la labor del Comité Internacional de la Cruz Roja y de sus esfuerzos por garantizar, más generalmente, el respeto del derecho internacional humanitario.

Muchos de ustedes conocen al Comité Internacional de la Cruz Roja por haber interactuado con nosotros sobre el terreno. El cometido del CICR es esforzarse por lograr la plena aplicación del derecho internacional humanitario a fin de poder prestar protección y asistencia a todas las personas afectadas por los conflictos armados y la violencia interna. En más de ochenta países, el CICR se esfuerza sobre el terreno para cumplir este cometido: está cerca de las personas afectadas por la situación de violencia, vela por que se respete el derecho internacional humanitario y mantiene el diálogo con las partes beligerantes.

A fin de desempeñar esta labor, la de prestar protección y asistencia a la población civil y a otras víctimas de la guerra, el CICR procura estar en contacto permanente con todas las partes en conflicto, sean representantes de las fuerzas armadas gubernamentales o de grupos armados no estatales, más allá de los valores que éstos defiendan. A través de esos contactos, incluso con muchos de los aquí presentes, promovemos el respeto del derecho internacional humanitario, también conocido como derecho de los conflictos armados o derecho de la guerra.

Las normas de derecho humanitario regulan la conducción de las hostilidades y previenen y limitan el sufrimiento de las personas afectadas por los conflictos armados, tanto internacionales como no internacionales. El respeto de las normas de derecho humanitario es fundamental en las situaciones de conflicto armado: su finalidad es proteger a la población civil, a las personas desplazadas en el interior del propio país, a los combatientes heridos y enfermos que han dejado de participar en las hostilidades, y a las personas detenidas. Por otra parte, es importante recordar que el respeto de esas normas también puede tener un efecto preventivo para futuros conflictos. En realidad, la manera en que se conduce una guerra determina la manera en que se construirá la paz. El respeto de las normas humanitarias por las partes en conflicto no podrá sino beneficiar a una sociedad que se encamina a la resolución de un conflicto. 

A pesar de que todas las partes en un conflicto armado, actores armados estatales y no estatales, tienen la obligación de respetar el derecho internacional humanitario, las disposiciones de esta rama del derecho suelen no ser observadas. Cuando no se respeta el derecho internacional humanitario, el sufrimiento humano se agrava y las consecuencias son más difíciles de superar. Pero el problema de la inobservancia del derecho no se debe a la propiedad de sus normas; el desafío consiste en lograr que las partes en conflicto tengan una mayor voluntad política de respetar las normas, que se adhieran a éstas y las apliquen en mayor medida.

Dado que la mayoría de los conflictos armados contemporáneos son internos, el respeto del derecho internacional humanitario en conflictos armados no internacionales es sumamente importante. A pesar de que la mayoría de las normas del derecho humanitario fueron elaboradas para situaciones de conflictos armados internacionales, hoy en día se reconoce que muchas de esas normas también se aplican a conflictos armados no internacionales. Como se afirma en el fallo Tadic de la Sala de Apelaciones del Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia, " lo que es inhumano y, por consiguiente, está prohibido en las guerras internacionales, no puede ser sino inhumano e inadmisible en las luchas civiles " . 

Gracias a nuestros contactos sobre el terreno, en el CICR conocemos los dilemas con los que se confrontan los grupos armados que son partes en conflictos armados no internacionales. Sabemos que, a diferencia de los soldados de las fuerzas armadas gubernamentales, los miembros de grupos armados pueden ser perseguidos por su sola participación en las hostilidades, perspectiva que podría dejarles pocos incentivos de índole jurídica para respetar el DIH durante el conflicto. Sabemos que muchos conflictos son asimétricos, que los grupos armados pueden considerar que no están vinculados por tratados en cuya elaboración no participaron o a los que no se adhirieron formalmente. Dado que nuestro objetivo permanente es garantizar el respeto del DIH en todas las circunstancias, estamos c omprometidos a mantener el diálogo con los grupos armados, a escuchar sus preocupaciones y no sólo a decirles lo que deberían hacer.

El CICR sigue estando abocado a mantener su papel como intermediario neutral e independiente, a dialogar con todos los actores que participan en la guerra o que influyen en la manera en que ésta es conducida. Como seguramente saben, el CICR realiza diversas actividades en todo el mundo, con actores estatales y no estatales, a fin de dar a conocer las normas del DIH, incluso a través de la formación de las fuerzas armadas. Además, poniéndose en contacto con todas las partes en un conflicto, el CICR negocia el acceso a los civiles a fin de prestarles asistencia, si la necesitan, y de velar por el que todas las partes respeten el DIH. Trabajamos tanto con las fuerzas armadas estatales como con grupos armados no estatales a fin de prestarles asistencia en lo relativo al desarrollo de códigos de conducta internos o de medidas disciplinarias destinadas a quienes violan el derecho. A través de declaraciones de intención, alentamos a los grupos armados a que se comprometan explícitamente a respetar el derecho internacional humanitario. Esos compromisos explícitos también pueden formularse a través de un acuerdo especial firmado tanto por el Estado como por los grupos armados que son partes en un conflicto. Cuando es posible, el CICR ayuda a facilitar el diálogo sobre cuestiones de índole humanitaria entre las partes en un conflicto, es decir que ayuda a establecer o a recuperar un grado mínimo de confianza.

  Escritura de Compromiso con el Llamamiento de Ginebra para la adhesión a una prohibición total de las minas antipersonal y para una cooperación en la acción contra las minas  

     

Señoras y señores:

El objetivo de esta Conferencia es gar antizar que se respete la prohibición de las minas antipersonal. La Escritura de Compromiso con al Llamamiento de Ginebra para la adhesión a una prohibición total de las minas antipersonal y para una cooperación en la acción contra las minas es una valiosa herramienta para que los actores no estatales se comprometan a respetar y aplicar esa importante norma humanitaria.

Como saben, las minas antipersonal tienen consecuencias terribles para la población civil. Los cirujanos y médicos del CICR, así como sus delegados en todo el mundo, son testigos de una profunda crisis en los planos médico, humano y social, causada por las minas antipersonal en casi todas las situaciones de conflicto en que se han empleado o se emplean esas armas. En el plano médico, éstas han generado una " epidemia " de heridas excepcionalmente graves, así como de muertes y de sufrimiento. Las epidemias no se detienen tratando a sus víctimas, sino eliminando su causa. Así pues, el CICR hizo, en 1994, un llamamiento público para promover una prohibición total de las minas antipersonal, sumando su voz a la de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersonal.

Habida cuenta del horror creciente que causaban en la opinión pública los efectos devastadores de las minas antipersonal en los civiles, los Estados adoptaron, el año 1997, la Convención de Ottawa. Fue ésa una de las pocas veces en la historia que los Estados acordaron prohibir completamente, sobre la base del derecho internacional humanitario, un arma de uso generalizado. Reconocieron que la utilidad militar, muy limitada, de las minas antipersonal estaba muy por debajo de los horrendos costos humanos que acarreaban. La Convención da una respuesta global a la crisis humanitaria causada por las minas antipersonal: no sólo prohíbe el empleo de esas armas y exige su destrucción, sino que también obliga a los Estados a tomar diversas medidas para responder a los efectos que esos dispositivos causan en la p oblación civil; esas medidas abarcan la sensibilización de la población civil acerca de los peligros que entrañan las minas terrestres, la eliminación de la amenaza que significan las minas ya sembradas a través de la remoción de éstas y la asistencia a las víctimas.

Dentro de cuatro semanas, en la Cumbre de Nairobi para un Mundo Libre de Minas, nombre que se ha dado a la primera conferencia de examen de la Convención, se celebrarán los logros obtenidos hasta ahora y se abordarán los desafíos pendientes. Y los logros son bastante impresionantes. Las minas antipersonal han sido estigmatizadas, y la norma de prohibición de esas armas está siendo adoptada universalmente. Las tres cuartas partes de los países del mundo se han adherido a la Convención de Ottawa. En el plano mundial, el empleo, la producción y la transferencia de minas antipersonal han disminuido considerablemente, incluso por grupos armados. Los Estados Partes en la Convención han destruido más de treinta y siete millones de minas terrestres dentro de los plazos establecidos. Se están realizando importantes tareas de remoción de minas en países afectados por esos explosivos en todas partes del mundo. Y, lo que es muy importante, el CICR ha comprobado que, en los lugares donde se aplica plenamente la Convención, el número anual de nuevas víctimas de las minas antipersonal ha disminuido en gran medida; en algunos casos, esa disminución ha sido de dos tercios o más.

Pero el flagelo de las minas terrestres aún no ha sido superado. Millones de minas antipersonal aún están esparcidas en campos, sembrados, caminos y campos de juego en todo el mundo. Este legado mortal de los conflictos armados sigue cobrándose miles de víctimas por año y obstaculiza la reconstrucción después de los conflictos. Amplias extensiones de valiosas tierras están inutilizables debido a la presencia de minas antipersonal, lo que empobrece a las comunidades afectadas. Numerosos sobrevivientes de las minas terrestres no rec iben la atención y los tratamientos de rehabilitación a largo plazo que necesitan desesperadamente. Como las otras normas de derecho internacional humanitario, para ser efectiva, la norma de prohibición de las minas antipersonal debe ser respetada por todas las partes en un conflicto armado, sean actores estatales o no estatales. Mientras algunos Estado sigan sin adherirse a la Convención de Ottawa, mientras sigan existiendo reservas de minas antipersonal y las partes en los conflictos sigan empleándolas, esas peligrosas armas continuarán siendo un grave problema. El Comité Internacional de la Cruz Roja sigue estando absolutamente comprometido con los objetivos humanitarios de la Convención de Ottawa y con la meta de lograr un mundo libre de minas antipersonal. Por ello, alentamos vehementemente a los Estados que han ratificado la Convención de Ottawa a que se comprometan con firmeza a cumplir las obligaciones que les incumben en virtud de ese instrumento de efectuar la remoción de las minas y de prestar asistencia a las víctimas. Asimismo, alentamos vehementemente a los Estados que aún no se han adherido a la Convención a que lo hagan lo más pronto posible. También instamos a los actores armados no estatales, más allá de los valores que defiendan, a respetar la prohibición de las minas antipersonal, a fin de proteger a los civiles de los efectos de esas armas indiscriminadas.

Para demostrar su compromiso con esa norma, los grupos armados deberían considerar la posibilidad de firmar la Escritura de Compromiso con el Llamamiento de Ginebra. Felicitamos a los grupos, incluidos los que están representados aquí en esta conferencia, que ya han firmado la Escritura de Compromiso. Alentamos a otros grupos armados a que consideren hacerlo lo más pronto posible, y a que respeten plenamente sus disposiciones. La adhesión universal a la norma de prohibición de las minas antipersonal, así como su aplicación, evitarán a las generaciones futuras el indecible sufrimiento causado por las minas anti personal y les permitirán vivir en un mundo libre de esa amenaza silenciosa.

Muchas gracias.