La importancia de respetar los principios humanitarios durante las crisis de índole humanitaria

12-10-2007 Declaración

Texto de un discurso pronunciado por el director general del CICR, señor Angelo Gnaedinger, en la Conferencia "La ayuda humanitaria en la mira: futuros desafíos para los actores europeos", celebrada en Lisboa el 12 de octubre de 2007.

Señora presidenta, señor director general, señoras y señores, estimados amigos:

Se me solicitó que hablase sobre los principios humanitarios y la razón por la que siguen vigentes en la actualidad. Con un público tan informado, no es necesario que me extienda sobre los principios en sí. La humanidad, la imparcialidad, la neutralidad y la independencia son términos con los que la comunidad humanitaria ya está más que familiarizada. La humanidad y la imparcialidad reciben la adhesión de la mayoría de los actores humanitarios, si no de todos; la independencia y la neutralidad son, en cambio, principios más complejos. Por lo tanto, centraré mi alocución en la independencia y la neutralidad.

Como ustedes saben, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), está firmemente convencido de la importancia de estos principios. Éstos se formularon, y, más tarde, se formalizaron durante el primer siglo de vida de la Cruz Roja, en el contexto de las devastadoras guerras de la primera mitad del siglo XX, libradas mayormente entre Estados. Por ende, podría pensarse que son cosa del pasado y que carecen de pertinencia en el mundo de hoy, con conflictos internos entre Gobiernos y fuerzas rebeldes, como en Sri Lanka o Colombia; conflictos que se libran en países con Estados casi colapsados, como en Somalia, o conflictos caracterizados por una lista de beligerantes altamente fragmentada, como en Darfur. Desde 2001, también se argumenta que, en el marco de la denominada " guerra mundial contra el terrorismo " , iniciada tras los atentados del 11 de septiembre, estos principios resultan obsoletos.

No compartimos esa opinión. Sostenemos que estos principios siguen siendo pertinente s y que, hoy más que nunca, es imperativo preservar un espacio para la acción humanitaria neutral e independiente. Estos principios no representan valores de índole básicamente moral, sino un medio para obtener acceso a las personas que sufren las consecuencias de los conflictos y de la violencia, y mejorar la eficacia de la ayuda. Sudán y Afganistán son ejemplos de ello.

Entre reiterados debates sobre la forma de resolver los conflictos que siguen afectando a Darfur, en los que, a menudo, se mezcla la promoción del humanitarismo con opciones políticas y militares, aumentaron los ataques contra las organizaciones humanitarias sobre el terreno, mientras la fragmentación y las luchas internas entre los distintos grupos beligerantes creaban un entorno sumamente complicado y peligroso para todos nosotros. El CICR, concentrado en su misión exclusivamente humanitaria, se abstuvo deliberadamente de realizar acciones o declaraciones que pudiesen interpretarse como una toma de posición en favor de una u otra parte. Mientras observaba una estricta neutralidad política, el CICR procuró y logró establecer el diálogo con los numerosos grupos armados que intervienen en Darfur. En nuestra opinión, la búsqueda de diálogo con todas las partes en un conflicto es lo que hace posible nuestra presencia a largo plazo, porque mejora las probabilidades de ser aceptados por todas las partes. Por lo tanto, es un aspecto importante de nuestra política en materia de seguridad del personal. Estamos convencidos de que el enfoque estrictamente neutral es lo que nos permite seguir realizando nuestras actividades en Darfur, donde proporcionamos ayuda a cientos de miles de personas desplazadas y de civiles aislados en Gereida y muchos otros lugares.

Los recientes sucesos en Afganistán son otra prueba de la importancia y la pertinencia del principio de la independencia en los conflictos actuales. Tras el derrocamiento de los talibanes en 2001 y la invasión de Irak en 2003, existía el ri esgo objetivo de que el CICR fuese rechazado de plano por las fuerzas locales empeñadas en la resistencia activa contra la coalición encabezada por Estados Unidos y las nuevas fuerzas gubernamentales. Gracias a la larga trayectoria del CICR como organización humanitaria fiable y a su comprobada modalidad de acción independiente, aplicada en los numerosos conflictos que han tenido lugar en Oriente Próximo y en Afganistán durante las últimas décadas, el CICR ha encontrado nuevas formas de realizar sus actividades y renovado el compromiso de diferenciarse claramente de todos los actores políticos y militares en la zona. Hoy, creemos que los principales actores en Afganistán reconocen nuestra identidad como parte verdaderamente independiente en el complejo entorno surgido tras el 11 de septiembre. El papel de facilitador que hemos desempeñado en recientes operaciones de liberación de rehenes confirma esta creencia. Lo mismo puede decirse con respecto a la región más amplia de Oriente Próximo, todavía asolada por la tensión y la violencia.

Basándonos en nuestra experiencia en esta parte del mundo, quizás deberíamos añadir un principio humanitario más: la perseverancia . Desde 1948 hasta la guerra en el Líbano, en 2006, el CICR ha intervenido en todos los conflictos entre Israel y sus vecinos. Del mismo modo, realiza actividades en los territorios palestinos ocupados desde 1967, a lo largo de muchos sucesos y períodos tormentosos, desde el Septiembre Negro de 1970 hasta la segunda Intifada y la crítica situación actual de Gaza. En Irak también estuvimos presentes durante la guerra entre Irak e Irán, que duró ocho años; la primera Guerra del Golfo a principios del decenio de 1990, y el período de las sanciones internacionales. Actualmente, a pesar de circunstancias sumamente difíciles, seguimos realizando los máximos esfuerzos por aliviar el sufrimiento de la población iraquí.

Esto es posible gracias a la adhesión estricta y previsible a los principios humanitarios, puesta de manifiesto por varias generaciones de delegados del CICR. El hecho de presentar una postura independiente y neutral digna de crédito exige mantener un diálogo permanente con todos los actores que participan en los conflictos armados, sin importar qué opina de ellos la comunidad internacional. Obviamente, esto sólo funciona si los beligerantes y los grupos armados confían en que el cometido del CICR es puramente humanitario.

Esa confianza es cada vez más difícil de lograr, ya que actualmente, muchos ponen en tela de juicio los fundamentos de la ayuda humanitaria. Además, diversos actores no humanitarios utilizan la etiqueta de " humanitario " para describir sus actividades. Los Estados tienen un papel político muy importante que desempeñar en la prevención y resolución de conflictos y en la creación de las condiciones políticas necesarias para que las poblaciones puedan recuperarse de los desastres. Las fuerzas armadas también tienen un papel militar muy importante que desempeñar en materia de seguridad. Deberían dedicar sus esfuerzos al cumplimiento de estas responsabilidades clave y evitar aplicar a todas las acciones militares, políticas y humanitarias la denominación global de " humanitarias " , ya que eso difumina la línea que las distingue. Por las mismas razones, también deberían evitar la integración plena de la acción humanitaria en su respuesta política, militar o económica a las crisis. Permítanme asegurarles que el CICR no se olvida de que puede haber situaciones en que las organizaciones humanitarias no estén en condiciones de realizar sus actividades y los militares se vean obligados a construir un puente, perforar un pozo o proveer medios logísticos para el transporte de ayuda urgente a las personas que la necesitan.

Además, en determinadas situaciones, por ejemplo en el caso de una ocupación, las fuerzas armadas tienen la obligación jurídica (establecida por el derecho internacional humanitario) de proporcionar los bienes y servicios esenciales para la supervivencia de la población civil que se halla bajo su control. De todos modos, la obligación principal de las fuerzas armadas es preservar la seguridad de la población civil durante las operaciones militares y, de conformidad con el DIH, dar " al Comité Internacional de la Cruz Roja todas las facilidades que esté en su poder otorgar para que pueda desempeñar las tareas humanitarias que se le atribuyen (...) " . Aunque se menciona específicamente al CICR, en el mismo artículo también se dispone que habrán de dar facilidades análogas a otras organizaciones humanitarias que ejerzan actividades en las mismas condiciones.

En nuestra opinión, sólo deberían confiarse tareas humanitarias a las fuerzas armadas en casos excepcionales y únicamente para responder a necesidades urgentes que superan las capacidades inmediatas de las organizaciones humanitarias. En tales casos, indudablemente hay que establecer una separación clara e inequívoca entre esas tareas y los objetivos militares. 

Tenemos entendido que, en la propuesta del Consenso Europeo, se insta a la Unión Europea a aceptar y promover las directrices de Oslo sobre la utilización de recursos militares y de defensa civil, en las que se dispone que los organismos humanitarios deben emplear capacidades militares o de defensa o protección civil sólo como último recurso, esto es, sólo en ausencia de una alternativa de carácter civil. Este concepto es un oportuno llamado de atención sobre la importancia de preservar un espacio para la acción humanitaria neutral e independiente como la que ejerce el CICR.

Es alentador observar que los miembros de la UE y otros Estados se refieren cada vez más a los principios de humanidad, neutralidad, independencia e imparcialidad. Sin embargo, el carácte r positivo de esta novedad no debe hacernos olvidar que esos principios se aplican principalmente, si no en forma exclusiva, a las actividades de las organizaciones humanitarias. No puede esperarse que los Estados y los Gobiernos donantes sean neutrales e independientes. Lo que se espera de ellos es que respeten la necesidad que tienen las organizaciones de aplicar esos principios. Los donantes deben conservar su identidad de donantes y no pretender ser organizaciones humanitarias. La división clara de las tareas y la complementariedad entre los donantes gubernamentales y las organizaciones humanitarias redundan en una acción humanitaria más eficiente.

La iniciativa Good Humanitarian Donorship (Buenas Donaciones Humanitarias) expresa el compromiso de los donantes con un conjunto de principios rectores muy importantes relativos a la financiación de los organismos humanitarios, como garantizar la previsibilidad y la flexibilidad de la provisión de fondos, examinar la posibilidad de limitar la asignación de fondos para fines específicos, prolongar los plazos de los arreglos de financiación, y alentar la elaboración de formatos comunes para la presentación de informes. En general, los Estados miembros de la UE han demostrado un compromiso firme con estos principios. El CICR participó en los debates con los donantes y otros organismos humanitarios, tras los cuales numerosos donantes aceptaron los principios de las Buenas prácticas para los donantes de ayuda humanitaria. Entre nuestros principales donantes gubernamentales, incluidos la Comisión Europea y 11 Estados miembros de la UE, hay amplio consenso sobre la pertinencia y la utilidad de esos principios. 

En el Segmento Humanitario del Consejo Económico y Social celebrado este verano, el embajador de Portugal, hablando en nombre de la Unión Europea, confirmó el compromiso permanente de la UE con la provisión de ay uda en un marco de respeto de los principios humanitarios recogidos en los Principios y Buenas Prácticas en la Donación Humanitaria. Recordó a los oyentes que, conforme a dichas prácticas, los fondos se asignan en función de las necesidades y en forma proporcional a éstas. Esperamos que el Consenso Europeo sobre ayuda humanitaria reitere esta posición y que también establezca el compromiso de promover, con firmeza y coherencia, el respeto del derecho internacional humanitario. Sin duda, el CICR acogerá con agrado un compromiso de esta índole.

Habida cuenta del complejo entorno en el que se realiza la labor humanitaria, el CICR considera que la diversidad de organismos humanitarios puede ser provechosa si se considera su posible complementariedad. Esperamos que el Consenso Europeo reconozca este aspecto e inste a todos los actores humanitarios a documentar las ventajas comparativas distintivas que cada uno pondría en juego al responder a situaciones y necesidades particulares.

Sin embargo, las respuestas deben coordinarse para lograr una acción eficaz y basarse en las capacidades reales de las diferentes organizaciones, que incluyen el acceso efectivo y oportuno a las personas que necesitan ayuda, así como los recursos humanos y las capacidades logísticas apropiadas. Los criterios de selección de socios planteados por el Consenso Europeo conforme a la propuesta de la Comisión (el profesionalismo, la capacidad de responder a las necesidades identificadas, que incluye la presencia y el acceso, y la adhesión a los principios humanitarios) abordan precisamente esa cuestión.

Actualmente, es imposible hablar sobre la acción humanitaria sin mencionar la reforma del sistema humanitario de las Naciones Unidas. Si bien apoya los esfuerzos por fortalecer la respuesta humanitaria de las Naciones Unidas y participa en ese proceso de un modo constructivo, el CICR explicó desde el principio que no tomaría parte en el sistema de grupos temáticos porque no puede rendir cuentas al sistema de las Naciones Unidas a través del Coordinador de Ayuda Humanitaria o del Coordinador Humanitario a nivel de país. Aclarado su papel, el CICR participó en los debates a nivel general y estuvo presente en todas las reuniones relacionadas con el nuevo enfoque. En el terreno, el CICR coordina su labor con todos los actores humanitarios que efectivamente realizan actividades de protección y asistencia, pertenezcan o no al sistema de grupos temáticos. Los principales Gobiernos donantes del CICR reconocieron la necesidad de mantener la independencia del CICR. También recibió con agrado las firmes indicaciones de nuestros donantes en el sentido de que no será sometido a nuevos mecanismos de financiación, como el CERF (Fondo central de respuesta para emergencias) y los fondos comunes, que se aplicarán a los organismos de las Naciones Unidas y, posiblemente, a sus respectivas ONG socias que ejecutan los programas. Confiamos en que las nuevas acciones e iniciativas de la UE no cambien esta posición.

Al principio del texto actual del Consenso Europeo en materia de ayuda humanitaria se declara que " La UE como colectividad de países es el principal donante humanitario del mundo y los europeos están muy comprometidos con el apoyo a la acción humanitaria " . Este apoyo será, sin duda alguna, fundamental para nuestros esfuerzos colectivos por preservar el espacio de la acción humanitaria imparcial, neutral e independiente.

Muchas gracias.