La acción del CICR en América Latina se dirige prioritariamente hacia las víctimas políticas de los regimenes autoritarios y se concreta a través de visitas a centros de detención.
Sin embargo, el CICR está muy lejos de obtener el acceso a todas las víctimas de las represiones políticas; debe enfrentarse al drama de las desapariciones.
Paralelamente, el CICR entra en contacto con los movimientos guerrilleros. La organización también es convocada para desempañar un papel de intermediario neutral entre las partes en conflicto.