En varios municipios de San Salvador con frecuencia se reportan alzas en el registro de violencia. Esto ocasiona que los jóvenes se vean limitados en el acceso a oportunidades de educación y empleo. En uno de estos municipios vive un muchacho llamado Douglas que decidió que su contexto no limitaría su porvenir, y decidió invertir su tiempo y esfuerzo en la puesta en marcha de su taller mecánico, con la ayuda del programa Oportunidades de Inclusión Social (OIS).
En la zona metropolitana de San Salvador, un estrecho y empinado camino conduce a una comunidad que surgió a raíz del conflicto armado de los años ochenta. Por esa misma razón, es un lugar donde las personas son muy cercanas entre ellas, de acuerdo con lo que cuentan los jóvenes mecánicos, Douglas (27 años) y su amigo Jairo (18 años). Aun así, es uno de los sitios que ha quedado aislado por la violencia, y en donde el pandillerismo ha estado más cerca de los jóvenes que las oportunidades laborales.
A pesar de las dificultades que se presentan en la comunidad, Douglas ha logrado consolidar un taller en donde se reparan autos, motocicletas y bicicletas. Ahí trabaja todos los días para ganarse la vida y, de paso, dedicarle tiempo a lo que más le gusta hacer desde hace siete años: reparar autos.
"Lo que más me gusta, en sí, es detectar fallas, buscarlas... Me gusta investigar. A veces tengo problemas, y me meto a Internet, y busco solucionarlos. Lo que más me gusta, después, es, al finalizar, arrancar el vehículo, y sentir cómo suena." Cuenta Douglas, recargándose en un coche verde que justo terminó de reparar.
Douglas concluyó el bachillerato como técnico automotriz, y se fogueó como mecánico durante algunos años en otro taller, siendo el principal ayudante de su padre. Cuando consideró que tenía suficiente experiencia, decidió que abriría su propio negocio, pero le resultaba muy difícil costear las herramientas para empezar.
En ese punto fue donde entró la contribución de OIS, un proyecto liderado por Cruz Roja Salvadoreña y apoyado por el CICR, la Cruz Roja Italiana, la Noruega y la Suiza, que opera en cinco comunidades del país, dando apoyo para que jóvenes de comunidades afectadas por la violencia puedan acceder a oportunidades para su desarrollo económico.
El proyecto apoya a chicos como Douglas y los aprendices que trabajan en su taller en tres aspectos: formación técnica, capital para empezar un negocio y asesoría para hacer viable la idea de empresa.
El proyecto OIS tiene siete años de mantener la presencia en varias comunidades. Durante este tiempo ha trabajado de la mano de las autoridades locales, líderes eclesiales y asociaciones comunitarias para que sus programas se adapten a las necesidades de quienes residen en la zona.
En el caso particular del taller, OIS lo ha provisto de herramientas y de jóvenes capacitados, dispuestos a trabajar y a formarse en la práctica.
A primera vista, el taller se ve pequeño y sencillo, pero tiene espacio suficiente para acomodar seis autos. Estos están protegidos por un toldo de lámina, y se encuentran rodeados por mesas móviles cubiertas de herramientas. Allí, tres chicos trabajan bajo la tutela de Douglas, entre ellos, Jairo, a quien considera su "mano derecha".
Jairo llegó al taller mecánico gracias a su participación en algunas de las actividades artísticas que promueve el proyecto OIS para la integración juvenil. Empezó aprendiendo música andina y, tras pasar por varios de los proyectos organizados por la Cruz Roja Salvadoreña, llegó a las formaciones técnicas en mecánica automotriz, que lo condujeron al negocio de Douglas.
Además de poder trabajar en algo que le gusta, una de las satisfacciones más grandes de Douglas es la de poder ayudar a formarse y crecer a muchachos como Jairo. "A mí me hace sentir feliz el atraer, también, más jóvenes a los que yo pueda enseñarles un poco de lo que yo sé.", comenta.
En medio de herramientas, aceite y motores, Douglas asegura que quiere ser un ingeniero en aeronáutica y tener la oportunidad de replicar este modelo de negocio que le ha permitido estudiar y vivir más dignamente. Su plan es brindar oportunidades a más jóvenes de la comunidad para que aprendan el oficio, y puedan costearse su carrera universitaria. "Quisiera que todos los jóvenes de la comunidad puedan estudiar, que se alejen de malas compañías y que cambien lo que se dice de este lugar", dice el joven.
Actualmente, el taller ya genera ganancias y, además de darle a Douglas lo suficiente para vivir, le ayuda a mantener sus estudios de la carrera en aeronáutica. Al mismo tiempo, representa una oportunidad para que más jóvenes como él tengan acceso a un empleo, y que puedan desarrollar sus habilidades para poder hacer frente a las dificultades del contexto en el que viven.