La función que tuvimos hoy consistió en cumplir un deber humanitario vital que permitiera hacer el duelo con dignidad a los familiares, que merecen poder llorar y honrar, mediante la debida sepultura, a aquellos que perdieron.
Estas operaciones deben realizarse en un marco de privacidad, con absoluto respeto por los fallecidos y quienes lloran su pérdida. Hemos sido categóricos: toda operación de este tipo —ya sea la liberación de personas con vida o la entrega de personas fallecidas— debe realizarse con dignidad y privacidad.
El CICR se mantiene firme en la función que se le ha encomendado en virtud del acuerdo de cese de hostilidades.
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