El tifón Hagupit asesta un doble golpe a las comunidades que aún luchan para recuperarse del Haiyan
Desde que el tifón Hagupit azotó Filipinas hace apenas una semana, la Cruz Roja de Filipinas dispone de tres equipos de respuesta rápida sobre el terreno para evaluar el impacto en las zonas más afectadas, incluido el grupo más oriental de islas de Samar, donde el tifón hizo su primera recalada.
ILos informes iniciales indican que los daños totales causados por el tifón Hagupit no fueron tan graves como se había temido; sin embargo, en algunas partes de Samar que aún sufren las consecuencias del tifón Haiyan, el panorama es muy diferente. Las familias afectadas por las elevadas tasas de pobreza también luchan para recuperarse, especialmente en las comunidades a lo largo de la costa y en núcleos aislados en las montañas. Los efectos de un conflicto armado prolongado en algunas partes de Samar agravan su situación.
Según las cifras del gobierno, casi un tercio de los 3,85 millones de personas afectadas por Hagupit vive en Samar.
Hasta ahora, la Cruz Roja de Filipinas ha proporcionado más de 44.000 comidas calientes, 7.900 paquetes con alimentos y más de 51.000 litros de agua potable, así como mantas, colchonetas y otros artículos diversos.
La semana pasada envió a las regiones de Bicol y Samar un convoy cargado con alimentos y artículos básicos, así como ambulancias, camiones cisterna de agua y camiones de combustible. Esa misma semana, Richard Gordon y Gwendolyn Pang, respectivamente presidente y secretaria general de la Cruz Roja de Filipinas y Kari Isomaa, jefe de la Delegación de la FICR en Filipinas, fueron a ver las condiciones sobre el terreno y escuchar de primera mano los informes del personal y de los voluntarios en Catarman, capital provincial de Samar del Norte, y luego visitaron Dolores y Borongan en Samar Oriental. El día anterior, un equipo conjunto del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Cruz Roja de Filipinas había llevado a cabo un relevamiento aéreo en zonas remotas de Samar del Norte; otros dos equipos del CICR evaluaron la situación en Samar Oriental por tierra.
Los cultivos alimenticios han sido gravemente afectados. Los arrozales que habían sido sembrados semanas atrás fueron arrasados, al igual que las plantaciones de banano. Los pobladores locales colocaron carteles a la vera de la carretera que dicen "Ayúdenos" y muchas personas están sobreviviendo con lo poco que aún les queda de alimentos y refugio.
Las necesidades en materia de refugio y alimentos también persisten en muchas áreas montañosas que han sufrido inundaciones repentinas a raíz de lluvias fuertes. La lluvia se convirtió en ríos de lodo al bajar por la ladera de la montaña y afectó a muchas comunidades en su camino. El señor Gordon advirtió que llevará tiempo evaluar completamente algunas de estas zonas, ya sea porque el puente quedó destruido o porque se hallan en valles remotos a los cuales se accede sólo después de varios días de caminata.
De acuerdo con el gobierno, unas 172.000 personas todavía reciben algún tipo de asistencia dentro o fuera de un centro de evacuación. La mayoría de ellas está en Samar.
En Dolores, Gordon y Pang se detuvieron para hablar con miembros de las familias que fueron evacuadas preventivamente a la escuela primaria local. Algunos padres preocupados comentaron a los dirigentes de la Cruz Roja de Filipinas que les habían pedido que se fueran para poder reanudar las clases, pero que no tenían más alternativa que permanecer hacinados en la escuela pues Hagupit había destruido sus hogares.
Se están despachando a Samar algunos suministros de las existencias de la Cruz Roja de Filipinas, como carpas y repuestos para reparar refugios, junto con otros artículos de emergencia que incluyen bolsas y elementos para dormir, lonas, artículos de higiene y bidones.
El CICR aportará 150 toneladas de arroz y sardinas, así como equipos de tratamiento de agua a la Cruz Roja de Filipinas para su distribución a las familias afectadas en las zonas costeras de Samar del Norte y Oriental.
En el mismo viaje, un delegado de salud de la Cruz Roja Canadiense ayudó a instalar en Dolores un centro de atención primaria de salud, un conjunto de unidades de campo que puede ser utilizado como hospital de emergencia para aliviar la tarea de los servicios médicos locales hasta que la situación vuelva a la normalidad. El CICR también apoya este centro con medicamentos e insumos médicos. Alrededor de 200 personas ya se beneficiaron de sus servicios de asistencia primaria de salud.
El CICR también apoyó a la Cruz Roja de Filipinas en sus iniciativas para restablecer los contactos entre familiares tras el paso de Hagupit.
Artículo escrito por Kate Marshall, Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja