Cada minuto que pasa sin un cese de hostilidades pone en riesgo la vida de las personas civiles. El nivel de sufrimiento que soporta la población civil a causa de la guerra indiscriminada y la privación extrema de los elementos básicos de supervivencia es deleznable.
Las personas mueren atrapadas en las hostilidades solo por intentar conseguir alimento. Los niños pierden la vida porque no tienen suficiente para comer. Las familias se ven obligadas a huir una y otra vez buscando una seguridad que no existe. El CICR tiene más de 350 miembros de su personal en el terreno en Gaza, y a muchos de ellos también se les dificulta conseguir suficiente alimento y agua potable.
Esta tragedia debe terminar ahora, de manera inmediata y rotunda. Cada momento de indefinición a nivel político, cada intento de justificación de los horrores que se cometen ante la mirada de la comunidad internacional será para siempre juzgado como un fracaso colectivo en el intento de preservar la humanidad en la guerra.
Los Estados deben cumplir su obligación en virtud de los Convenios de Ginebra de respetar y hacer respetar el derecho internacional humanitario (DIH), incluso mediante medidas para que las armas que transfieren no contribuyan a violaciones del DIH.
Los Estados deben esforzarse más para que las partes en el conflicto cumplan sus obligaciones en virtud del DIH. Esto implica que vuelva a permitirse el paso rápido, sin trabas e imparcial de socorro humanitario en toda Gaza. Esto quiere decir que todos los rehenes deben ser liberados de manera inmediata e incondicional. Esto implica permitir que el CICR retome las visitas a los detenidos palestinos en lugares de detención en Israel.
Deben salvarse vidas en Gaza, y esto es posible si hay valor en el ámbito político para hacer respetar las leyes de la guerra y las protecciones que esas leyes otorgan a la población civil.