Hacía días que intentábamos entrar en Dammaj, en la gobernación de Sadá, para evacuar a las personas heridas a raíz de los enfrentamientos. Aquí, el equipo del CICR negocia con el gobernador de Sadá y el Comité de Mediación Presidencial.
Hacía días que intentábamos entrar en Dammaj, en la gobernación de Sadá, para evacuar a las personas heridas a raíz de los enfrentamientos. Aquí, el equipo del CICR negocia con el gobernador de Sadá y el Comité de Mediación Presidencial.
Tras prolongadas negociaciones, finalmente obtuvimos la autorización y el convoy salió de nuestra oficina de Sadá en dirección a Dammaj.
Tuvimos que detenernos en varios puestos de control, esperando que cesaran los disparos. Entre Sadá y Dammaj hay sólo ocho kilómetros, pero nos llevó varias horas llegar.
En cada puesto de control, explicábamos quiénes éramos, por qué nos dirigíamos a Dammaj y cuál era nuestra obligación humanitaria hacia las personas atrapadas en la violencia.
A veces, mientras esperábamos, en el silencio roto por ruidos de explosiones y disparos, nos preguntábamos cuándo podríamos finalmente entrar en la aldea y cuántas vidas podríamos salvar.
Mientras tanto, nuestros automóviles, cargados de medicamentos y de vendas para tratar heridas de guerra básicas, eran registrados según los procedimientos habituales.
En la primera ronda, logramos evacuar a 23 de los heridos más graves y prometimos regresar cuanto antes para llevarnos a los demás.
Ya en Sadá, los helicópteros del ejército nacional trasladaron a los heridos a Saná, donde recibirían tratamiento.
08.11: En una segunda ronda, evacuamos a 44 heridos, así como a una embarazada, su padre y sus cuatro hijos.
14.11: Entramos nuevamente a la aldea y evacuamos a 35 heridos y cinco niños, con lo cual el número total de personas que hemos logrado llevarnos de Dammaj ahora asciende a 107.