Rumania, 1989: respuesta rápida
17-12-2009 Entrevista
En diciembre de 1989, el CICR respondió con rapidez ante los violentos acontecimientos que desembocaron en la caída del régimen de Ceausescu. Entrevista a Francis Amar, ex jefe de operaciones de la región Europa/América del Norte del CICR.
¿Qué operaciones desplegaron ustedes en este contexto rápidamente cambiante y totalmente novedoso para el CICR, en esta región?
En esa época, la zona del CICR que abarcaba Europa y América del Norte era un tanto inusual, ya que la Institución no realizaba en ella operación alguna.
La situación en Rumania había comenzado a deteriorarse alrededor del 16 de diciembre de 1989. Pero, Rumania era un país muy cerrado, que el CICR no conocía bien. Cuando la situación empeoró, no teníamos contactos sobre el terreno que pudieran ayudarnos a evaluar la situación con más claridad.
Habíamos formulado un ofrecimiento de servicios a la misión permanente de Rumania ante las Naciones Unidas en Ginebra, pero no habíamos recibido respuesta. Los medios informaban que la gente estaba comenzando a manifestarse en las calles, un fenómeno novedoso en Rumania. En ese momento, nos dimos cuenta que la situación se estaba recalentando.
En la mañana del 22 de diciembre, me presenté nuevamente en la misión permanente. Me recibió un encargado de negocios aterrorizado. Estaba muy preocupado porque no podía ponerse en contacto con Bucarest, por lo cual no podía responder a nuestro ofrecimiento.
Regresé a la sede del CICR, donde se tomó la decisión, inusual para la Institución, de ir a Bucarest a pesar de la falta de respuesta.
Colección de fotos: Rumania 1989: final de la Guerra Fría y comienzo de las operaciones del CICR en Europa
Tomamos la decisión de ir a Rumania a las doce menos cuarto del último día hábil antes de Navidad. Teníamos que empezar a movilizar a la gente. Bajé a la cafetería, donde acababa de empezar el habitual almuerzo de Navidad, y encontré al jefe de la división de socorros, Andreas Lendorff. Lo obligué a dejar el almuerzo, lo llevé aparte y le dije: " Nos vamos a Rumania, hoy mismo " .
A las seis de la tarde, despegaron dos aviones del aeropuerto de Ginebra. En el primero, viajaban seis delegados, bajo mi responsabilidad; el segundo transportaba 3 toneladas de medicamentos y suministros médicos.
Esa mañana, habíamos visitado la misión permanente para obtener una respuesta. A las 11.45, tomamos la decisión. A mediodía, comenzamos a movilizarnos. A las 18.00, despegaron los aviones y a las 21.00, aterrizamos en Bucarest.
La operación del CICR se puso en marcha durante la tarde del 22 de diciembre. ¿Cuál era la situación a su llegada, y qué prioridades establecieron?
Arrendamos dos aviones, los cargamos y partimos. Un par de horas más tarde, sobrevolábamos Bucarest.
Eran las nueve de la noche. El piloto llamó a la torre del aeropuerto de Bucarest y solicitó permiso para aterrizar. La respuesta fue " No, el aeropuerto está cerrado. No pueden aterrizar, deben irse " . El piloto insistió: " Es un vuelo de la Cruz Roja... " .
Tampoco así tuvo éxito. " ¿Y ahora, qué hacemos? " preguntó el piloto. " Oye, podemos intentar aterrizar de todos modos? " Su respuesta fue: " Es un poco difícil, porque para hacerlo necesitamos las balizas de aterrizaje. Pero, vamos a ver " . Le dijo a la torre: " Vamos a aterrizar. Por favor, enciendan las balizas " . En suma, los obligamos a que nos permitieran aterrizar.
El aeropuerto estaba cerrado desde hacía algunas horas, y centenares de pasajeros de toda Europa habían quedado varados allí. No podíamos salir del aeropuerto, porque estaba en poder del ejército. Éste mantenía, en esos momentos, un enfrentamiento con la Securitate (la fuerza paramilitar de seguridad), aún fiel al viejo régimen, cuyos líderes estaban tratando de escapar del país. Las tropas de la Securitate procuraban tomar el aeropuerto para que pudiesen partir, y el ejército lo defendía para impedir su huida.
Permanecimos en el aeropuerto casi tres días.
Durante nuestra estadía allí, nuestras tareas principales fueron cuidar a todas las personas civiles, impedir que los soldados fusilasen a los prisioneros que mantenían encerrados en el sótano y comunicarnos con nuestros colegas de la Cruz Roja de Rumania en Bucarest, para organizar nuestro traslado a la ciudad. También atendimos a los heridos, la mayoría con heridas de bala o de metralla.
Ahora, sabemos que el número de víctimas informado era muy superior al real. ¿Ustedes eran conscientes de la discrepancia entre los números informados por los medios de comunicación y la realidad sobre el terreno?
No, al principio no. Cuando el CICR decidió ir a Bucarest, basó su operación en la información publicada por los medios en ese momento. Esperábamos encontrar cadáveres por todos lados.
Había víctimas en los hospitales porque se habían pr oducido enfrentamientos, pero eran centenares, no miles. Nos llevó algunos días darnos cuenta de que, si bien la situación era grave, distaba mucho de ser tan dramática como se temía.
¿Cuáles eran las prioridades en materia de ayuda humanitaria durante la fase de emergencia ?
Había necesidades sanitarias, pero no necesariamente las que esperábamos. Creíamos que los hospitales necesitarían sangre, por ejemplo, pero no era así. Los bancos de sangre estaban funcionando bien y había donantes. Se necesitaban algunos suministros médicos algo más complejos, pero las necesidades estaban lejos de justificar el volumen de ayuda que estaba llegando a Rumania.
La acción del CICR que tuvo las mayores repercusiones durante los primeros días fue nuestra intervención en casos específicos para impedir ejecuciones sumarias.
Incluso en el aeropuerto, los delegados del CICR se vieron enfrentados con situaciones en las cuales era evidente que los prisioneros estaban a punto de ser ejecutados sin juicio previo. Si el CICR no hubiese estado presente en ese lugar y momento, con un delegado que podía alzar su voz, intervenir e impedir físicamente lo que estaba a punto de suceder, se habrían perdido unas cuantas vidas más. Los delegados ciertamente corrieron algunos riesgos, pero no se podía hacer otra cosa.
Una de las tareas más importantes de los delegados era explicar a todos con quienes hablamos la importancia de no buscar la " venganza a cualquier precio " . Los delegados procuraban calmar los ánimos y recordar a la gente algunas normas básicas del derecho internacional humanitario.
Los acontecimientos en Rumania provocaron una ola mundial de solidaridad que, en efecto, no era proporcional a las necesidades. ¿Qué recuerda usted, en particular, de esta gran movilización, sobre todo en lo que respecta al Movimiento?
Las Sociedades Nacionales de todo el mundo querían ayudar al pueblo rumano, al cual imaginaban medio muerto de hambre. Pero no era así. Durante los dos días siguientes a nuestra llegada, llegaron a Bucarest unos 30 aviones de todos lados, llenos de todo tipo de socorros. Cuando el primer equipo logró salir del aeropuerto, el 24 de diciembre, encargué a Jean-François Berger que coordinara la llegada de la ayuda que comenzaba a converger en Bucarest a través del aeropuerto, el único punto de entrada de las cargas transportadas por avión. Durante los días siguientes, hizo un excelente trabajo, ayudando a descargar los aviones, almacenando los suministros en un hangar y evaluando lo que teníamos y cómo aprovecharlo mejor.
¿Cuál fue el papel de la Cruz Roja de Rumania, y cómo fue la colaboración con esa Sociedad Nacional?
Durante el gobierno de Ceausescu, la Cruz Roja de Rumania estaba totalmente controlada por el Estado. Las nuevas autoridades políticas designaron rápidamente una nueva presidenta de la Sociedad Nacional. Ella estableció numerosos contactos útiles para nosotros, pero su trabajo no era fácil. No sólo no estaba familiarizada con la Cruz Roja, sino que, además, cumplía un doble papel: era viceministra de Salud y presidenta de la Cruz Roja de Rumania.
La Cruz Roja de Rumania nos ayudó a establecer un depósito central, donde concentramos todos los socorros que las Sociedades Nacionales enviaban a Rumania. Desde allí, redistribuíamos los artículos, principalmente con la ayuda de voluntarios de la Cruz Roja de Rumania.