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Violencia sexual en conflictos armados: Las víctimas y sobrevivientes necesitan más que palabras

Henriette, sobreviviente de violencia sexual en la RDC.
Alyona Synenko/CICR

Se ha registrado violencia sexual en más de 51 conflictos armados en todo el mundo. Con el aumento de los conflictos armados, crece también la violencia sexual: no solo como subproducto de la guerra, sino también como una estrategia deliberada que se utiliza cada vez más para deshumanizar a las personas y dividir las comunidades.

Sin embargo, a pesar de que las necesidades llegan a duplicarse en algunos contextos, las respuestas coordinadas y centradas en los sobrevivientes siguen siendo totalmente insuficientes. Las víctimas y sobrevivientes atraviesan enormes dificultades para acceder a la atención que necesitan: obstáculos como la estigmatización social, el temor a represalias y el sencillo hecho de que, muy a menudo, los servicios locales están desfinanciados, saturados o fuera del alcance de quienes los necesitan.

En entornos afectados por conflictos armados, estos obstáculos se agudizan por la inseguridad, el desplazamiento, la desintegración de las redes de apoyo comunitario y el colapso de la infraestructura crítica, como los servicios de salud. Entre 2021 y 2024, el número de personas que debieron recurrir a servicios de respuesta ante violencia sexual y por motivos de género en contextos frágiles o de conflicto armado se duplicó con creces: de 3,5 a 7,2 millones. Así y todo, en 2024, menos del 0,2 % del financiamiento humanitario se asignó a responder a estas necesidades.

Esa deficiencia en la atención no es meramente económica: es una crisis de prioridades. Las víctimas y sobrevivientes de violencia sexual necesitan atención médica y psicosocial, asistencia jurídica y protección, así como que se les crea y se las respete. Las consecuencias de que no haya una respuesta adecuada y duradera son devastadoras, no solo para las víctimas y sobrevivientes, sino para el tejido social de toda la comunidad.

Si bien es imperativo asignar más apoyo y financiamiento a los servicios locales, las comunidades también deben desempeñar una función activa. 

Qué pueden hacer los miembros de la comunidad para apoyar a las víctimas y sobrevivientes de violencia sexual:

El proceso de recuperación después de haber sufrido violencia sexual puede ser difícil y distinto para cada sobreviviente. A continuación se mencionan tres cosas que pueden hacer las comunidades para ayudar. 

1. Respetar a las personas y creer en su relato

En lugar de apresurarnos a ofrecer soluciones, es importante escuchar con atención lo que dice la persona. Cada relato que se comparte es un acto de valentía, y la ayuda empieza con una pregunta: “¿Qué necesitas ahora?”. Las víctimas y sobrevivientes deben tener la oportunidad de expresarse sin ser juzgadas. Sus prioridades son las prioridades.

Hay que respetar su derecho a decidir cómo seguir a partir de ahí, y tomar en cuenta que lo que sufrieron no las define.

2. Priorizar la seguridad y la confidencialidad

La estigmatización, los rumores y el rechazo social pueden hacer que las víctimas y sobrevivientes se aíslen justo cuando más las necesita su comunidad. Son ellas las que deben decidir si quieren contar lo sucedido, cuándo y a quién. Respetar su relato es respetar su privacidad.

El apoyo nunca debe implicar más riesgo para las víctimas y sobrevivientes.

3. Fomentar la inclusión

Las víctimas y sobrevivientes necesitan saber que son una parte valiosa de la comunidad. Es importante que se sientan bien recibidas en situaciones sociales y hasta en las pequeñas actividades cotidianas; hay que estar junto a ellas, escucharlas en todo momento, demostrarles que la comunidad las aprecia y que seguirán recibiendo apoyo.

Para ellas, puede ser vital saber que tienen servicios a los que recurrir y cómo acceder a ellos.

La violencia sexual en contextos de conflicto armado no es inevitable. El derecho internacional humanitario la prohíbe, y ejercerla es una decisión de los perpetradores. Una vez que ocurre, es responsabilidad de todos ocuparnos de que las víctimas y sobrevivientes no queden abandonadas. La respuesta humanitaria debe estar a la altura de las circunstancias.

Las víctimas y sobrevivientes necesitan más que reconocimiento: necesitan acción.