Promoción y protección de los derechos del niño: declaración del CICR ante las Naciones Unidas 2010

18-10-2010 Declaración

Asamblea General de las Naciones Unidas, 65º período de sesiones, Tercer Comité, Punto 64 del orden del día. Declaración del CICR, Nueva York, 18 de octubre de 2010.

Señor Presidente:

En el decenio pasado, la comunidad internacional ha luchado para mejorar la integridad física y mental de los niños llevando a la práctica los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo, no ha sido capaz de reconocer que los conflictos son el principal obstáculo para la educación básica, una mejor salud materna, una menor mortalidad infantil y otros objetivos de desarrollo. Queda todavía mucho por hacer en todo el mundo para proteger a los niños y velar por su bienestar en caso de conflicto.

Los niños son, con demasiada frecuencia, víctimas de las directas y graves violaciones del derecho internacional humanitario, incluidos el homicidio, la mutilación, la violencia sexual y el reclutamiento por parte de grupos militares y armados. Pero, son también víctimas de las consecuencias indirectas de la guerra, como las condiciones inadecuadas de atención de salud y deficiencias en la alimentación y el agua. Estos efectos secundarios provocan la muerte de muchos más niños que las balas y las bombas.

Varios ejemplos ilustran el grado en que la guerra y otras situaciones de violencia infringen los derechos básicos del niño y obstaculizan su desarrollo en la primera infancia. Estos ejemplos muestran por qué resultará tan difícil lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el caso de niños que viven en zonas de conflicto.

  En primer lugar, algunas infracciones del derecho internacional humanito pueden privar a los niños de los elementos más básicos necesarios para un de sarrollo normal y saludable, en particular en las primeras fases de la infancia. Éste es el caso, por ejemplo, cuando son blanco de los ataques civiles que no participan directamente en las hostilidades, o cuando se atacan instalaciones esenciales que no constituyen objetivos militares, como hospitales, escuelas y plantas de depuración de agua. 

  En segundo lugar , el conflicto suele impedir que mujeres y niños tengan acceso a una atención de la salud de buena calidad , cuando más la necesitan. Una consecuencia grave, si bien indirecta, del conflicto armado es que no es posible realizar el mantenimiento de las instalaciones de atención de la salud fundamentales y, por ello, están en mal estado. El costo de la guerra supone una pesada carga para el presupuesto estatal y, a menudo, se reasignan los recursos para cubrir gastos militares. Todo ello, combinado con el hecho de que el personal que se ocupa de la atención sanitaria puede haber huido de la zona de conflicto, aumenta la vulnerabilidad ante la enfermedad de los que se quedan abandonados a su suerte.

  En tercer lugar, el Comité Internacional de la Cruz Roja reconoce que obligar a las personas a huir de sus hogares es una de las consecuencias humanitarias más devastadoras de los conflictos contemporáneos. Sus efectos en los niños son múltiples. Para empezar, los propios campamentos donde se aloja la gente que fue obligada a escapar pueden ser una amenaza para la salud de los niños .   La escasez de comida, el agua insuficiente y la higiene deficiente aumentan la tasa de mortalidad infantil. La superpoblación puede favorecer también la propagación de enfermedades mortales.   La tasa de mortalidad de los niños menores de cinco años puede llegar a ser especialmente elevada en los campamentos, en particular en las primeras etapas del desplazamiento.   Si bien, el embarazo y el parto son las principales causas de fallecimiento en los países en desarrollo en circunstancias normales, la situación empeora muchísimo cuando estalla un conflicto.

  En cuarto lugar, con el pánico y el caos que caracterizan al desplazamiento, muchos niños se quedan solos y separados de sus familiares. En esas situaciones, es bastante común que niños de apenas ocho o nueve años asuman el papel de adultos, y se encarguen de cuidar y proteger a sus hermanos menores. De forma inevitable, la carga que supone hacerse responsable de la familia, sumada al trauma de la pérdida repentina, cobran un elevado precio en cuanto a la salud física y mental del niño. Esta situación pone al propio niño y a los que dependen de él ante un riesgo mayor de ser abandonados, explotados y maltratados. Es por tanto esencial identificar a los niños no acompañados de forma inmediata, velando por que reciban la atención apropiada y que se inicie la búsqueda de sus familiares en todos los lugares posibles.

  Por último, la experiencia de la guerra daña no sólo el desarrollo físico del niño. La violencia que presencian, que se añade a menudo a la pérdida de seres queridos, les deja cicatrices psicológicas duraderas. Debemos reconocer y enfrentar esta angustia mental para prevenir que perdure el trauma que, en algunos países duramente afectados por los conflictos, equivale a una generación perdida.

     

Señor Presidente:

Gran parte del sufrimiento de los niños en un conflicto puede prevenirse medi ante el mejor cumplimiento del derecho internacional humanitario por todas las partes en el conflicto. Entre otras cosas, en esta rama del derecho se exige que se trate con humanidad a los civiles, y se prohíbe el homicidio, la tortura y otras formas de maltrato, así como la desaparición forzada. Se prohíbe también dirigir ataques contra los civiles y los bienes de carácter civil. 

El CICR insta a los Estados Miembros de la ONU, que son todos Parte en los Convenios de Ginebra, a velar por mantener el compromiso con los niños afectados por un conflicto armado, salvaguardando el desarrollo en la primera infancia y garantizando el respeto, la protección y la asistencia de los niños en toda circunstancia, en particular en las épocas de gran peligro.

El CICR desea hacer hincapié en la importancia de respetar las actividades médicas en los conflictos. Como se refrenda en los Convenios de Ginebra y en sus dos Protocolos adicionales, el personal sanitario y los hospitales son esenciales para el bienestar de la población civil y, por lo tanto, no deberían ser blanco de ataques. Los niños tienen derecho a la mejor atención de la salud asequible. Es por consiguiente imperativo que se respeten y protejan la labor médica y las instalaciones sanitarias.

Este año es el 10.º aniversario de la aprobación del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados. El CICR alienta a las Estados Miembros de la ONU a que ratifiquen y apliquen este instrumento.

Por último, el CICR pone de relieve que todos nosotros somos responsables de velar por que los niños reciban la mejor protección y asistencia posibles. Expuesto lo anterior, incumbe a los Estados la responsabilidad primordial de garantizar que se respeten los derechos del niño dentro de sus fronteras. En ningún momento pueden dejar de cumplir esta obligación, ni siquiera en épocas de conflicto o en otras situaciones de violencia.

Muchas gracias, señor Presidente