Foto: Camila de Almeida/CICR

El programa de RCF restablece el contacto entre padres e hijos indígenas pemones en Brasil

En una comunidad indígena de Roraima, en el extremo norte de Brasil, una familia espera inquieta un llamado.
Artículo 05 agosto 2021 Brasil

El llamado, que se aguarda ansiosamente, va a conectar por algunos minutos a los agricultores Jonh Cliffe, de 75 años, y a su esposa Basilia, de 55 años, con su hijo Jeremías, de 33 años, que migró de la región, peregrinó por varios países de América del Sur hasta llegar a San Pablo, donde hoy vive en un refugio para personas refugiadas y migrantes.

John, Basilia y su hijo Jeremías conversaron en idioma pemón, denominación que también lleva su etnia de origen. Los tres aprovecharon cada momento del llamado realizado a través de tecnología satelital directa y pudieron comunicarse para saber cómo están en puntos tan distantes entre sí.

El llamado fue posibilitado por el programa de Restablecimiento del Contacto entre Familiares (RCF), del Comité Internacional De La Cruz Roja (CICR) en colaboración con la Cruz Roja Brasileña (CRB). El servicio forma parte de una respuesta regional del Movimiento de la Cruz Roja en varios países para ayudar a las personas migrantes, y les permite que informen a sus familias sobre su paradero, mantengan contacto con sus seres queridos por medio de llamados telefónicos, acceso a internet y recargas de batería. La comunicación entre familias separadas por diversos factores —como la migración, los desastres naturales, la violencia o los conflictos armados— son una necesidad humanitaria y, por ese motivo, el CICR y las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja ofrecen este tipo de respuesta.

Jeremias Cliffe. Foto: Bianca Vasconcelos/CICR

La región montañosa de Bananal está próxima a la frontera entre Brasil y Venezuela, país de donde la familia de Cliffe vino desde hace algunos años. En la comunidad no hay señal de teléfono y se accede a internet por medio de un servicio privado, lo cual dificulta todavía más la comunicación.

La última vez que John y Jeremías conversaron fue hace más de un año, en 2019, a través del primer llamado, también por medio del programa de RCF, desde que el hijo migró a San Pablo. Antes de ese contacto, Jeremías pasó casi dos años sin hablar con su familia, que llegó a pensar inclusive que su hijo estaba muerto. El joven pemón peregrinó por Colombia y Perú hasta regresar a Brasil, donde posteriormente consiguió refugio en San Pablo, a más de cuatro mil kilómetros de distancia de la familia.

Padres de Jeremias después de hablar con su hijo. Foto: Fabrício Marinho/CICR

John explicó que se emocionó mucho cuando oyó la voz del hijo. "No lo demuestro mucho a través de mi accionar, pero estaba muy triste" Es difícil tener un hijo lejos. Cuando pueda, quiero que vuelva, quiero verlo personalmente. Pero por el solo hecho de escuchar su voz, estoy muy feliz, y eso es lo que importa", dijo el agricultor.

Basilia, la madre de Jeremías, contó que, a pesar de saber que sus hijos se van para mejorar su vida, naturalmente siente angustia en su corazón por tener a Jeremías lejos.

"Tengo hijos esparcidos por varios lugares. Hoy los pemones son nómades por una cuestión de supervivencia. Pero en nuestro caso, lo que nos falta es solo la comunicación. Hasta ahora me preguntaba cómo estaría. Tuve noticias buenas de Jeremías y otras tristes en este momento de pandemia, pero él me dijo que está bien, que tiene a sus amigos. Solo de escuchar eso, me siento aliviada", afirmó Basilia.

Del otro lado del teléfono, en San Pablo, Jeremías Cliffe Franco no esconde su ansiedad: "No tengo teléfono, entonces a veces hablo con mis hermanos, pero con mis padres es más complicado, me pongo nervioso. Las noticias que tengo de ellos son a través de otras personas. Estoy aquí hace tres años y solo hablé dos veces con ellos, gracias a esos llamados. Estoy contento de poder hablar con ella [su madre] con alegría y con tristeza también, y saber cómo están, principalmente cómo está su salud. Estoy agradecido por esta oportunidad", contó Jeremías.

La jefa adjunta de la oficina del CICR en Roraima, Andrea Cristina Godoy Zamur, explicó que la comunicación familiar contribuye a mantener la dignidad del ser humano.

"La migración causa una necesidad mayor de comunicación familiar. El Comité Internacional de la Cruz Roja tiene experiencia específica en el área, y por ese motivo iniciamos y expandimos este servicio en la región. Al preservarse el contacto con los familiares, el programa de RCF garantiza que no ocurran desapariciones de las personas que se desplazan y genera un bienestar para las personas migrantes que están llegando o saliendo de determinado lugar", concluyó.

En Roraima, hay varios puntos donde el programa de RCF se ofrece. En la ciudad de Pacaraima, en la frontera con Venezuela, es posible buscar apoyo del CICR en el Puesto de Recepción e Identificación (PRI), en el Puesto de Triaje (PTRIG), en el Alojamiento Temporario BV-8, en el Refugio Indígena Janokoida, todos estructuras de la Operación Acogida, y también en la Casa San José, Casa Hogar, y en el Centro de Capacitación y Referencia, sostenido por entidades socias. El programa también está presente en Boa Vista, capital del estado, y en Manaos, en Amazonas.