Nuestra labor en Luxemburgo
En un contexto en el que recurren cada vez más a las nuevas tecnologías y al ámbito digital, las organizaciones humanitarias han dejado de ser meras observadoras para convertirse en verdaderas partes interesadas en el ciberespacio. Al mismo tiempo, se han vuelto vulnerables a ataques cibernéticos, que pueden comprometer su capacidad de proteger y prestar asistencia a las personas afectadas por la violencia o conflictos armados, que, a su vez, pueden sufrir daños provocados por medios digitales, ya sea inducidos por terceros o a raíz de sus propias prácticas.
El impulso que llevó al CICR a establecer la delegación para el ciberespacio nace de la convicción de que la organización y el sector humanitario deben responder a las oportunidades y desafíos que impone la digitalización, sobre todo en contextos de conflicto armado, y prever los que puedan seguir surgiendo con su expansión. Debemos explorar nuevas maneras de fortalecer, propiciar y proteger nuestra presencia digital, que consiste principalmente en los datos que nos confían las poblaciones afectadas. Un componente central de esta cuestión es entender qué significa adherir a los Principios Fundamentales de neutralidad, imparcialidad e independencia de nuestra acción exclusivamente humanitaria en un mundo digital, y adaptar nuestros métodos de trabajo y tecnologías en consecuencia.