Tejer Memoria: Teodolinda Morán y Wendy Johana Manueles
La última llamada que don Iván Manueles y su difunta esposa, doña Teodolinda Morán, recibieron de su hija Wendy Manueles, fue la madrugada del 17 junio de 2013; tenía entonces 22 años, llevaba cerca de 15 días en su trayecto migratorio y estaba a punto de cruzar un río. Un año después falleció Teodolinda Morán a causa de un derrame cerebral, una tragedia que su familia atribuye a la angustia que sentía por la desaparición de su hija.
En una esquina de su casa en Honduras, don Iván guarda todos los diplomas que Wendy obtuvo a lo largo de su vida, así como fotografías que capturan su amplia sonrisa. Teodolinda fue el amor de su vida, con quien compartió 35 años y crió felizmente a sus cuatro hijos.
Iván también recuerda a su hija, piensa en ella cuando tenía cinco años y cocinaba con su mamá; piensa en su alegría y en lo mucho que trabajó para ganar reconocimientos escolares. La última ha sido una década marcada por la incertidumbre. Para don Iván y su familia no ha sido fácil cruzar estos años, porque a cada vuelta que dan esperan ver a Wendy.
Ahora ha asumido el rol de padre y madre para sus hijos, inculcándoles el respeto en sus relaciones, tal como él y su esposa lo hicieron; a pesar de la ausencia de Teodolinda, no está solo. Su fortaleza, sus hijos y el apoyo y acompañamiento del Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos del Centro de Honduras (COFAMICENH) lo han ayudado a enfrentar su difícil situación. No pierde la esperanza de volver a ver a Wendy, pues en el comité ha sido testigo de casos en los que personas desaparecidas durante 10 o 20 años finalmente regresaron a sus seres queridos.
“En el caso de la muerte de mi esposa, pues a lo menos yo sé que la enterré y yo de mi hija no sé: ¿estará bien?, ¿estará muerta?, ¿estará con hambre?, ¿estará sufriendo? Todo eso a uno se le entierra. Pero hay que pedirle a Dios que nos dé fuerza, que una respuesta la vamos a tener”. José Iván Manueles, padre de Wendy, esposo de Teodolinda.