Un símbolo de hermandad: la medalla de los 50 años de los Convenios de Ginebra en el nuevo museo de la Cruz Roja Mexicana

En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, entre calles adoquinadas y edificios que susurran historias de otros tiempos, objetos de incalculable valor histórico y simbólico ha encontrado su hogar: el recién inaugurado Museo Nacional de la Cruz Roja Mexicana, que preserva y comparte la historia de esta institución, que durante 115 años ha sido un pilar en la atención a emergencias, desastres naturales y crisis humanitarias en México y otros países.
El museo es al mismo tiempo un repositorio de la memoria nacional y de la historia del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, pues también alberga una de las dos medallas conmemorativas que existen en el mundo y que fueron creadas por el 50 aniversario de los Convenios de Ginebra (1949-1999), cimiento de las normas fundamentales que limitan las brutalidades de la guerra y que conocemos como derecho internacional humanitario.
La historia de esta medalla es una historia de vínculos. Fundado en 1863, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dio origen a los Convenios de Ginebra y al Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, con la misión inicial de atender a los heridos en conflictos armados a través de comités de socorro, que hoy conocemos como Sociedades Nacionales (como la Cruz Roja Mexicana) y que –en conjunto con el CICR y la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja– trabajan para prevenir y aliviar el sufrimiento en todas las circunstancias.
De Ginebra a México: el origen del movimiento grabado en 3.5 centímetros
Acuñada en Europa en 1999, esta insignia conmemorativa simboliza la universalidad de la protección humanitaria: seis bustos humanos representan a mujeres, hombres y niños de diversas comunidades, recordando su pertenencia al mismo mundo. Sus rostros reflejan el sufrimiento de civiles, prisioneros y otras personas afectadas por la guerra, reafirmando el propósito de los Convenios de Ginebra: proteger la dignidad humana en los conflictos armados. En su inscripción en francés se lee un principio inquebrantable: "Incluso la guerra tiene límites".
Hasta hace poco, las dos medallas se encontraban en el Museo Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en Ginebra, Suiza, pero una de ellas ha sido entregada a la Cruz Roja Mexicana. Elisa Rusca, directora de Colecciones y Exposiciones del museo en Ginebra, explica que este objeto encarna el reconocimiento del papel fundamental de los Convenios de Ginebra en la protección de las víctimas de los conflictos y el compromiso de los Estados signatarios y organizaciones humanitarias con la protección, el respeto y la dignidad en tiempos de guerra. Al ser solo dos piezas acuñadas en su serie, su valor simbólico es inconmensurable.
Elena Ajmone, directora para las Américas del CICR, señala que este es un símbolo de hermandad entre dos instituciones que comparten la misión de aliviar el sufrimiento humano. La presencia de la medalla no solo enriquece la colección del recinto, sino que también refuerza la promoción y enseñanza de la importancia de los Convenios de Ginebra. Este objeto permitirá a visitantes, voluntarios y miembros de la comunidad comprender mejor la trascendencia del derecho internacional humanitario y su vínculo con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
La historia de la Cruz Roja Mexicana es la de miles salvando vidas
El Museo Nacional de la Cruz Roja Mexicana nació de una impresión imborrable. Beatriz Nieves de Freaner, presidenta nacional de Damas Voluntarias de la Cruz Roja Mexicana, recuerda cómo una visita al museo de la Cruz Roja en Costa Rica despertó en ella la idea de crear un espacio similar en México: un lugar dedicado a quienes han entregado su vida al servicio humanitario, a historias que no deben olvidarse. Al volver a México, la convicción era clara: la Cruz Roja Mexicana merecía su propio museo, un sitio donde el pasado y el presente dialogaran para inspirar el futuro.
Ubicado en el Antiguo Hospital Concepción Béistegui, donde la Cruz Roja Mexicana tuvo su sede entre 1916 y 1934, este museo rinde homenaje a quienes han vestido el uniforme con la convicción de que la humanidad debe prevalecer, incluso en los momentos más difíciles. Entre sus salas se exhiben objetos que cuentan historias de amor y compasión: banderines, uniformes de diversas épocas y la memoria de paramédicos, enfermeras y voluntarios que salieron a las calles para sostener la labor de la institución.
En octubre de 2024, una delegación de la Cruz Roja Mexicana visitó el Museo Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en Ginebra, Suiza. Durante esta visita, conocieron de primera mano la riqueza del museo, que, muestra la labor humanitaria realizada en el mundo. En ese espacio, llevaron el busto de Luz González Cosío de López, pionera de la Cruz Roja Mexicana, para que su historia quedara representada en un lugar donde se reconoce la labor de quienes han dedicado su vida a aliviar el sufrimiento.
Como gesto de reciprocidad, el Museo Internacional entregó a la Cruz Roja Mexicana la moneda, la cual fue recibida con compromiso.
“Esta medalla es mucho más que un símbolo, es un recordatorio del compromiso inquebrantable con la humanidad”, expresó Beatriz Nieves.
Hoy, el Museo Nacional de la Cruz Roja Mexicana no solo abre sus puertas, sino que se convierte en un punto de encuentro con la historia y con los valores que han guiado al Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja por más de un siglo.
Elisa Rusca espera que cada persona que visite el museo y observe la medalla “se sienta concernida y motivada por los principios humanitarios en su vida cotidiana”.