Combatiente herido pide socorro en medio de la batalla. El derecho internacional humanitario (DIH) establece que heridos y enfermos –combatientes portadores de armas y civiles sin distinción– tienen derecho a recibir tratamiento médico dentro de un plazo razonable. Para las situaciones que no sean conflictos armados, el derecho internacional de los derechos humanos dispone la misma protección.
En la línea del frente, un médico espera a heridos que necesitan asistencia.
En el hospital de la ciudad, amigos y parientes lloran la muerte de una víctima de los enfrentamientos.
Ambulancia traslada a combatiente fallecido del hospital de Ras Lanuf a Bengasi, noreste del país.
Sorprendidos en medio de un combate, un médico y un conductor se protegen detrás de una ambulancia. Los ataques deliberados contra personas, instalaciones y transportes de salud, así como contra heridos y enfermos, constituyen infracciones del DIH.
Omar Al Guti (en el centro, apoyado en la ambulancia), de 19 años de edad, trabaja como conductor de ambulancia voluntario. Durante un rescate en Sirte, la ambulancia que conducía fue alcanzada por un mortero, lo que le provocó una herida grave en una pierna. Aún no se ha recuperado de esa lesión.
Integrante del equipo de socorro llora al ser informado de la muerte de cuatro compañeros de trabajo –un médico, dos enfermeras y un conductor de ambulancia– en un ataque aéreo cuando viajaban de Ajdabiya a Brega, en el noreste del país.
Médicos visitan las ruinas de una clínica destruida tras una semana de violentos ataques. Según el derecho internacional humanitario (DIH), los establecimientos de salud deben considerarse zonas neutrales y, por lo tanto, son zonas protegidas.
Miembro de la oposición armada llega herido al hospital. El combatiente fue agredido por los propios opositores por llevar uniforme de los miembros de las fuerzas gubernamentales.
Tras el derrocamiento del Gobierno, el hospital Ibn Sina fue objeto de ataques que destruyeron la mayor parte de sus instalaciones, como el centro quirúrgico y casi todas las ventanas del edificio. Los pacientes debieron ser trasladados a los pasillos del hospital.
Enfermeras atienden a Abdukadir, de 12 años de edad, en el hospital Medina, uno de los más grandes de la ciudad. El niño perdió ocho dedos al abrir una extraña caja negra –en verdad, un explosivo sin estallar– camino a la escuela. El hospital es uno de los dos establecimientos sanitarios que reciben apoyo del CICR en esa ciudad.
Médicos del hospital Medina reciben a un nuevo paciente, un civil herido de bala. Muchos de los pacientes del hospital son civiles, víctimas de balas perdidas, disparadas por grupos que participan en el conflicto armado.
Un paciente con una herida en la cabeza viajó más de 700 km, desde la región de Galkayo hasta Mogadiscio, para recibir asistencia en el hospital Medina. Somalia sufre la falta crónica de médicos, establecimientos y vehículos de salud, luego de más de 20 años de conflicto armado.
Tras haber sido objeto de ataques, el administrador general y el jefe de cirugía del hospital Medina son acompañados por una escolta armada las 24 horas del día.
La violencia contra heridos, enfermos, establecimientos y profesionales de la salud es uno de los problemas humanitarios más cruciales y, al mismo tiempo, más desatendidos de la actualidad. En conflictos armados de todo el mundo, la violencia y la amenaza de violencia obstruyen la prestación de servicios sanitarios cuando más se los necesita. Al verse impedidos de recibir asistencia médica, derecho consagrado por derecho internacional humanitario (DIH), combatientes y civiles mueren debido a lesiones que podrían ser tratadas.
A fin de sensibilizar a la sociedad brasileña sobre esta cuestión, el CICR realiza la muestra fotográfica "Asistencia de Salud en Peligro – Libia y Somalia a través de la mirada de André Liohn", del 10 al 25 de octubre, en el Museo Nacional del Conjunto Cultural de la República, en Brasilia.
Con más de 60 imágenes del premiado fotógrafo brasileño André Liohn (ganador de la Robert Capa Golden Medal 2012), tomadas entre 2010 y 2013, la exposición retrata dos contextos marcados por la violencia, que sirven para ilustrar un problema común en diversas partes del mundo.