Ginebra (Federación Internacional/CICR) — Solo en 2025, 18 empleados y voluntarios del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja fueron muertos mientras llevaban adelante su vital labor en Gaza, Cisjordania, Sudán, Sudán del Sur, Irán, Etiopía y República Democrática del Congo.
Muchos otros perdieron la vida cuando no estaban desempeñando sus funciones: en su hogar, con su familia o mientras realizaban otras actividades cotidianas. Otros tantos han sido heridos, detenidos arbitrariamente o secuestrados.
Los ataques deliberados contra organizaciones humanitarias por medio de información falsa y dañina agravan el peligro al que se exponen los trabajadores humanitarios, en particular porque se los presenta como objetivos legítimos de ataque.
A pesar de esos riesgos, nuestros colegas continúan firmes en su función, no porque no tengan miedo, sino porque el sufrimiento es demasiado urgente para ignorarlo. Pero la valentía no protege, y la dedicación no desvía las balas.
La Declaración para la Protección del Personal Humanitario, cuyo propósito es unir a los Estados para revertir esta trágica tendencia, es un paso crucial que debe dar lugar a medidas tangibles en el terreno.
Las leyes de la guerra son claras: los trabajadores humanitarios deben ser respetados y protegidos. Cada ataque representa una grave traición a la humanidad, así como a las normas diseñadas para preservarlos a ellos y a las comunidades a las que prestan asistencia. Cada matanza envía el peligroso mensaje de que esas vidas eran prescindibles. No lo eran.
Llamamos a todos los Estados, partes en conflicto y líderes mundiales a tomar medidas concretas de inmediato para proteger a quienes arriesgan todo para salvar vidas. Proteger a los trabajadores humanitarios es proteger nuestra humanidad compartida.