Cornelio Sommaruga, presidente del CICR entre 1987 y 1999
Cornelio Sommaruga, quien presidió el Comité Internacional de la Cruz Roja entre 1987 y 1999, falleció en Ginebra el domingo 18 de febrero de 2024. Tenía 91 años.
En este artículo, Mirjana Spoljaric, actual presidenta del CICR, rinde homenaje a Cornelio Sommaruga.
Cornelio Sommaruga estuvo al frente de la organización durante el período de fuertes tensiones geopolíticas que siguió al fin de la Guerra Fría. Con sus férreas convicciones y su carisma, modernizó el CICR para responder a nuevos tipos de violencia armada al tiempo que atendía las consecuencias humanitarias de la guerra del Golfo y los conflictos en los Balcanes, Chechenia, Somalia y Ruanda.
Sommaruga era conocido por su compromiso y su personalidad excepcional. Se ocupó de hacer llegar la voz de las víctimas de la guerra a los gobiernos y fortaleció el derecho internacional humanitario para brindarles una mayor protección, sin dejar de defender la acción humanitaria neutral, imparcial e independiente.
Un ejemplo notable fue su determinación de conseguir que se prohibieran las minas terrestres antipersonal.
Escandalizado por los testimonios de los cirujanos del CICR sobre la mutilación y el sufrimiento inenarrable e indiscriminado que causaban las minas, decidió hacer un llamamiento para su prohibición total en 1994 y, tras él, una campaña pública, una iniciativa sin precedentes en el CICR.
Las propuestas contribuyeron a hacer avances históricos en materia de protección de las víctimas de la guerra, con la aprobación de la Convención de Ottawa en 1997.
Lady Diana (izq.) con el entonces presidente del CICR, Cornelio Sommaruga (centro), en la sede del CICR en Ginebra (1991). La princesa de Gales colaboró con el CICR en la década de 1990 para lograr la prohibición de las minas antipersonal. Thierry Gassmann/CICR</h2>
Al concluir la Guerra Fría, hubo cuestionamientos acerca de la necesidad de mantener una acción humanitaria neutral, imparcial e independiente. Sommaruga defendió el respeto y la aplicación de esos principios fundamentales del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Hoy, más que nunca, esos fundamentos siguen siendo esenciales para continuar nuestra labor en el centro mismo del conflicto y como intermediario neutral.
Convencido de la pertinencia de la función del CICR en el Movimiento, Sommaruga la sostuvo en el terreno, en medio de los conflictos y en el diálogo con las partes beligerantes.
Fue uno de los primeros líderes en alertar al mundo de los campos de internamiento en Bosnia-Herzegovina en 1992, y de los ataques sistemáticos dirigidos a ciertos sectores de la población de Ruanda en 1994.
Hizo grandes esfuerzos por apoyar a la comunidad humanitaria y la posición internacional de Ginebra. En el plano internacional, dedicó especial atención a transformar el CICR y el desarrollo profesional de su personal, que, durante su presidencia, se amplió de 3.500 a 10.000 personas. Los delegados, hasta entonces siempre de procedencia suiza, comenzaron a hacerse más y más diversos en nacionalidad y trayectoria a partir de su llegada.
Los asesinatos de colegas del CICR lo conmocionaron, en especial en 1996, cuando perdieron la vida seis colegas en Chechenia y tres en Burundi. Cornelio Sommaruga se empeñó aún más en dialogar con las partes en el conflicto —tanto con los gobiernos como con los grupos armados no estatales— para brindar mayor protección al personal de las organizaciones humanitarias y mejorar su acceso a la población civil.
En sus palabras, "la finalidad de la asistencia humanitaria no es solo llevar alivio en lo inmediato, sino también recuperar la esperanza".
Cornelio Sommaruga nos deja un legado invaluable que debemos mantener vivo y alimentar ante los desafíos humanitarios de nuestra época.
Cornelio Sommaruga, quien presidió el Comité Internacional de la Cruz Roja entre 1987 y 1999, falleció en Ginebra el domingo 18 de febrero de 2024. Tenía 91 años.