En Nigeria, miedo, ansiedad y un largo viaje a casa

23 mayo 2016
En Nigeria, miedo, ansiedad y un largo viaje a casa
Mohammadu, de 66 años de edad, comienza el viaje de regreso a casa tras haber pasado quince meses separado de sus familiares. CC BY-NC-ND / CICR

Miedo y ansiedad. En Nigeria, existen emociones que un adolescente, un ciego y dos hermanos tuvieron en común luego de que el estallido de violencia los obligara a huir tan rápidamente y perder el rastro de sus familiares. Los cuatro también tienen algo más en común: un final feliz.

Abba, de trece años de edad, estaba jugando con amigos cuando una lluvia de disparos hizo que el pueblo de Mubi entrara en pánico una tarde de 2014. Abba huyó hacia las montañas cercanas. Separado de sus familiares, el adolescente recorrió casi 200 kilómetros hacia el norte, principalmente a pie, hasta la ciudad de Maiduguri. Pasaron varios meses hasta que se adaptó a la rutina en un campamento para personas desplazadas. Luego llegó el día en que conoció a un equipo del Comité Internacional de la Cruz Roja que se especializa en reunir a familiares separados.

Los familiares de Abba se reúnen en Mubi, su pueblo natal, luego de que se vieran obligados a huir por la violencia. CC BY-NC-ND / CICR

Con el tiempo, la paz regresó a Mubi, su pueblo natal. Y así lo hicieron los familiares de Abba, que también habían huido. Pero los familiares de Abba no sabían nada acerca de él, y temían que hubiese muerto. Cuando un equipo del CICR visitó su hogar, todos se alegraron al enterarse de que Abba se encontraba con vida.

"Cuando hablé con mis padres por primera vez desde el teléfono del campamento, estaba feliz", cuenta Abba. "Enseguida me preguntaron si iba a volver a casa pronto y les respondí que sí."

La violencia obligó a dos hermanos, Mohamed de diecisiete años y Sadiq de quince años de edad, a huir dos veces. Sus familiares fueron expulsados de Gwoza, su pueblo natal. Se reasentaron en Mubi, pero el repentino estallido de violencia los obligó a huir rápidamente. Los hermanos, que habían perdido contacto con sus familiares, se dirigieron primero a Yola y luego a Maiduguri. Allí conocieron a los colaboradores del CICR.

Los hermanos Sadiq y Mohammed a bordo de un vehículo del CICR con sus pertenencias rodeados de amigos y miembros del personal del CICR. CC BY-NC-ND / CICR

"Les di el número de teléfono de un familiar que conocía de memoria", relata Mohammed. El CICR logró localizar al padre del adolescente a través de ese familiar. "Estoy ansioso por ver a mi familia", dijo Sadiq el día en que abandonó el campamento para volver a casa.

El caso de Mohammadu era muy especial. El hombre, ciego, de 66 años de edad, había tenido que desplazarse en varias ocasiones. Trasladarse le resultaba difícil. En una oportunidad, aldeanos que huían lo abandonaron en la ruta hasta que un grupo de mujeres lo ayudó a encontrar el camino. Tras varios días de caminata, llegó a Maiduguri. El año pasado, la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias de Nigeria solicitó al CICR que ayudara a Mohammadu a localizar a sus familiares. "Solo quisiera volver a casa y reunirme con mis familiares antes de morir", le dijo Mohammadu al equipo del CICR. La situación en su pueblo natal no era estable aún, pero un sobrino en Yola dijo que recibiría a Mohammadu en su hogar.

Ishaya (a la izquierda) se reúne con su tío Mohammadu en Yola. Debido a que el pueblo natal de Mohammadu sigue devastado por el conflicto, Ishaya se ofreció a cuidar de él. CC BY-NC-ND / CICR

El conflicto que comenzó en el noreste de Nigeria afectó toda la región del Lago Chad, lo que ocasionó el desplazamiento de más de dos millones de personas y la separación de innumerables familias. Una de las actividades principales del CICR es el "restablecimiento del contacto entre familiares", para lo que localiza a las personas y las vuelve a poner en contacto con sus familiares.

Tras meses de angustia y soledad, cuatro compatriotas improbables, un adolescente, un ciego y dos hermanos, subieron a bordo de un avión del CICR a mediados de abril para emprender el viaje a casa.

Todo fue sonrisas y alegría cuando Abba, de trece años de edad, se reencontró con sus padres en Mubi. Mustapha, un tío que crió a Abba, no podía contener la alegría. "Lo buscamos por todas partes cuando volvimos a Mubi", relata Mustapha. "Teníamos informaciones contradictorias sobre su paradero hasta que tuvimos noticias del CICR. Ahí fue cuando nos enteramos con inmensa felicidad de que lo volveríamos a ver."

El padre de Mohammed y Sadiq recibió con alegría el regreso de sus dos hijos. Aunque siguen viviendo como personas desplazadas en Mubi, la familia espera volver pronto a Gwoza, sana y salva.

Abubakar, padre de Mohammed y Sadiq, firma el certificado del CICR luego de dar la bienvenida a sus hijos. CC BY-NC-ND / CICR

A Mohammadu lo recibió su sobrino Ishaya en el aeropuerto de Yola. "Ya nos habíamos resignado a pensar que no estaba con vida", cuenta Ishaya. "Estoy muy agradecido al CICR por haberlo traído a casa."

Al llegar a la casa de su sobrino, Mohammadu se sentó a la sombra de un árbol y dijo con evidente alivio: "Me siento como un hombre muerto a quien le han devuelto la vida".

Más información acerca de nuestra labor en para reunir familias en Nigeria:

El restablecimiento del contacto entre familiares en Nigeria