Declaración

Peter Maurer: El TPAN nos acerca un poco más a un mundo libre de armas nucleares

Discurso pronunciado por Peter Maurer, presidente del CICR, durante la ceremonia de firma del TPAN, el 22 de septiembre de 2022.

Excelencias,

Señoras y señores:

Hace diez años, la idea de un mundo libre del flagelo de las armas nucleares podía parecernos ilusoria. Hoy, tras décadas de persistencia y determinación, el tratado que establece una prohibición mundial, inequívoca e integral de esas armas, las más catastróficas que se hayan creado, es una realidad.

Una realidad que le debemos al abnegado esfuerzo de tantos –Estados, Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, organizaciones de la sociedad civil–, así como a la asombrosa valentía y la esperanza de los sobrevivientes del empleo de armas nucleares y de los ensayos nucleares, quienes alzaron la voz para decir "Nunca más".

El hecho de que sigan existiendo armas nucleares representa una de las amenazas más grandes para la humanidad. Actualmente, hay más de 13.000 de estas armas en el mundo, muchas de ellas en estado de alerta máxima, listas para lanzarse en cualquier momento. El riesgo de que vuelvan a utilizarse es inaceptable. Ese empleo tendría consecuencias catastróficas en el plano humanitario, que podrían amenazar la mera supervivencia de nuestro planeta.

En vista de estas consecuencias, el CICR considera extremadamente improbable que alguna vez puedan utilizarse armas nucleares respetando las normas y los principios del derecho internacional humanitario. Asimismo, cualquier uso de esas armas sería aborrecible a la luz de los principios de humanidad y de los dictados de la conciencia pública. La institución considera igualmente aborrecible toda amenaza sobre su empleo, ya que implica la posibilidad de que efectivamente se empleen.

En 1945, el Comité Internacional de la Cruz Roja, junto con la Sociedad de la Cruz Roja Japonesa, fue testigo directo de las catastróficas consecuencias humanitarias de las armas nucleares cuando intentamos, en condiciones prácticamente imposibles, prestar asistencia a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki.

El objetivo del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares es que no se repita ese horror abominable. La prohibición general de las armas nucleares es un paso fundamental hacia su eliminación, una responsabilidad de importancia vital que compete a la comunidad internacional en su conjunto.

Felicito a los Estados que han tomado la valiente decisión de firmar o ratificar este histórico tratado el día de hoy. Al hacerlo, se unen a 66 Estados Parte y 20 signatarios en la construcción del futuro del desarme nuclear. El CICR está a su disposición para apoyar sus esfuerzos.

En un momento en que, en medio del conflicto armado internacional entre Rusia y Ucrania, las teorías de disuasión nuclear parecerían volver a cobrar fuerza, es fundamental que el debate se centre en el costo humano de las armas nucleares. Ese es el parámetro para juzgar la aceptabilidad moral, ética y jurídica de un arma, y para evaluar las teorías de disuasión.

En efecto, mientras que el objetivo manifiesto de la disuasión nuclear es mantener la seguridad nacional y regional, la existencia de armas nucleares plantea enormes riesgos para la seguridad humana, en cuanto a salud y bienestar, así como para la seguridad ambiental, alimentaria y económica. Las alusiones que se hacen con una frecuencia alarmante a la posibilidad del empleo de armas nucleares son un llamado de atención en ese sentido. Pocas veces en la historia ha sido más urgente la adopción de medidas colectivas concretas y de peso a fin de disminuir el riesgo del empleo de armas nucleares y liberar al mundo de la oscura sombra de esas armas.

El 23 de junio de 2022, en la primera Reunión de los Estados Partes en el TPAN, se reafirmó el lugar y el valor agregado del Tratado en la estructura general del desarme y la no proliferación nucleares, en la cual se basa, a la cual contribuye y la cual complementa ese instrumento. También se tomaron importantes decisiones en relación con la implementación futura del Tratado, entre ellas, medidas para prestar asistencia a las víctimas del empleo de armas nucleares y de los ensayos nucleares, así como para remediar los daños ocasionados al medio ambiente natural. El TPAN nos acerca un poco más a un mundo libre de armas nucleares, si bien aún queda un largo camino por recorrer. Insto a todos los Estados que aún no lo hayan hecho a incorporarse al TPAN sin demoras.

Al hacerlo, están cumpliendo su deber de proteger a la humanidad de una catástrofe nuclear, así como su responsabilidad conjunta de adoptar medidas concretas en favor del desarme nuclear. Nuestra humanidad común, nuestra supervivencia y la de las generaciones futuras dependen de ello.

El CICR y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en general seguirán trabajando sin descanso para fortalecer la adhesión al TPAN y su implementación, así como para promover el desarme nuclear, hasta que el objetivo de un mundo sin armas nucleares se vuelva realidad.

Gracias.