Después de siete años y un viaje de más de 2.400 kilómetros desde La Paz (Bolivia) hasta Bucaramanga (Colombia), Víctor Serrano, un agricultor del Chapare, está cumpliendo una meta que lo obsesiona desde que perdió sus brazos: poder vestirse e ir al baño sin ayuda.
Cosas tan simples como limpiar el sudor de su frente eran complicadas y otras tan cotidianas como bañarse eran imposibles. En octubre pasado, por primera vez en todo ese tiempo, Víctor pudo escribir su nombre gracias a sus ‘nuevas manos’: un par de prótesis que todavía está aprendiendo a usar. “Mi sueño se había perdido pero ahora estoy muy feliz”, dice.
En la provincia Chapare (Bolivia) Víctor sembraba plátano, coca, naranja y arroz. Vivía con su esposa y sus seis hijos, de los cuales cuatro ya son profesionales universitarios.
Su vida cambió en agosto del 2008, cuando Víctor se subió en una escalera metálica e hizo contacto con cables de alta tensión. Sufrió quemaduras en todo su cuerpo y perdió los brazos.
Estuvo en coma durante tres días y, luego de despertar, pasó cuatro meses en el hospital. “De allí salí con la idea de buscar mis prótesis para vivir; esa era mi meta”, recuerda.
Sin embargo, en Bolivia no hay una institución estatal que lo pueda ayudar con la fabricación de sus prótesis. Según Víctor, las prótesis se pueden comprar pero su costo puede alcanzar los 30.000 dólares, sin ningún proceso de rehabilitación ni garantía.
En marzo de este año, un amigo de Víctor lo llamó para decirle que se había contactado con el Instituto Boliviano de Rehabilitación y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Bolivia y que debía viajar a La Paz para que estudiaran su caso. “Muchos no sabemos que existe la Cruz Roja, uno escucha de eso en Colombia o Perú donde hay o hubo conflictos, pero no en Bolivia. Allá ellos me dijeron: ‘Usted ya tiene su pasaje comprado, se va para Colombia’. Entonces empaqué y me fui”, cuenta Víctor.
Durante tres semanas, un equipo de especialistas del centro de rehabilitación Clínicos Oriente en Bucaramanga, socio del CICR en Colombia, lo asistió para que aprendiera a usar sus nuevos brazos. “Mi meta ahora es tener una prótesis automática y lograr que en mi país exista ayuda para personas como yo”, concluye Víctor.