Siria: ¿cuánto tiempo más van a durar los graves enfrentamientos?
Escrito por Marianne Gasser, jefa de la delegación del CICR en Siria.
Era el 15 de marzo de 2011. Di el breve paseo habitual hasta mi oficina, mientras disfrutaba la brisa fresca y la luminosidad suave de una preciosa mañana de primavera en Damasco. Encabezaba una delegación con un personal de alrededor de veinte personas y no tenía ninguna razón para pensar que ese día fuera a ser distinto de los demás. Me equivocaba.
A mediodía, empezaron a llegar noticias de que algo sucedía en la ciudad de Deraa, unos 160 kilómetros al sur de Damasco.
Nos pusimos en contacto con la Media Luna Roja Árabe Siria (MLRAS) y otras instituciones para obtener más datos. Pronto, las noticias de las manifestaciones en Deraa y la represión que les siguió, con grandes pérdidas de vidas humanas, estaban en todos los medios de comunicación internacionales. La "Primavera Árabe", como la denominaron muchos, parecía haber llegado a Siria. Nadie sospechaba que los enfrentamientos persistirían cinco primaveras después.
Después de Deraa, los acontecimientos se aceleraron, y solo un año después los enfrentamientos se habían extendido por todo el país. El costo en vidas humanas, las cifras de heridos y desplazados y los daños causados al país han sido devastadores.
Cuando crucé el frente en noviembre de 2012 como parte de un equipo que incluía personal del CICR y voluntarios de la MLRAS, para visitar la Ciudad Vieja de Homs, nos encontramos con una situación terrorífica.
Mujeres y niños llevaban días sin comer una comida decente y meses sin dormir seguros. Muchos de ellos habían sufrido heridas graves y requerían atención médica urgente. Necesitaban desesperadamente ayuda y nosotros nos sentíamos casi impotentes para brindársela de verdad.
Esa sensación de impotencia se ha profundizado con el paso de los meses y los años.
En las ciudades y los barrios que padecen los implacables bombardeos, donde son escasos elementos básicos para la supervivencia como los alimentos, el agua y la atención de salud, la humanidad pide ayuda a gritos y se ve silenciada por el sonido de las armas.
Con un cuarto de millón de muertos y millones más que viven en condiciones desesperadas, Siria se ha convertido en sinónimo de sufrimiento. Sin embargo, sus habitantes reciben una bienvenida cada vez más fría cuando se suben en barcos precarios y vagan por los caminos para tratar de encontrar un lugar seguro.
Antes de que estallara la guerra, Siria era un país de ingreso medio. Ahora, sin embargo, su desarrollo ha retrocedido tal vez una generación, si no más.
El agua, la electricidad y la infraestructura de atención de salud han sufrido graves daños y solo funcionan parcialmente. Con el impacto destructivo del conflicto, la economía tiene serias dificultades y cada vez hay menos empleos y empresas que funcionan.
No hay ninguna familia ni comunidad en Siria que no se haya visto afectada por los enfrentamientos. La población ha llegado al límite de sus fuerzas y, a su vez, demuestra una y otra vez una solidaridad y una resiliencia increíbles ante una situación tan horrible.
Se ha multiplicado el número de actores humanitarios que tratan de contribuir a satisfacer necesidades enormes que no dejan de aumentar. Hoy en día encabezo una delegación de más de 330 personas, incluidos 60 extranjeros. La MLRAS tiene miles de voluntarios y hay decenas de actores humanitarios más que trabajan día y noche para tratar de dar apoyo a las personas atrapadas en el conflicto.
El diálogo continuo del CICR con todas las partes implicadas ha logrado resultados, y tanto nosotros como otros actores humanitarios hacemos esfuerzos considerables por brindar asistencia y llegamos a millones de personas a pesar de las abrumadoras restricciones operacionales y de seguridad. Es cada vez más frecuente que crucemos las líneas del frente para llevar al menos algo de asistencia y apoyo a personas que viven en situaciones desesperadas.
Trágicamente, cincuenta voluntarios de la MLRAS y ocho voluntarios de la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina han perdido la vida en el cumplimiento de su deber, mientras que tres colegas del CICR permanecen desaparecidos.
Seguiremos haciendo lo que podamos hasta que callen las armas. Incluso cuando lo hagan, nosotros y otras personas permaneceremos aquí para ayudar a reconstruir este país que supo ser hermoso. Y para hacerlo necesitaremos toda la ayuda posible.
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