Comunicado de prensa

En momentos en que se libran demasiadas guerras y las tensiones aumentan, debemos promover el DIH y la visión de un mundo sin minas

Declaración conjunta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Federación Internacional) y las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja de Dinamarca, Estonia, Finlandia
Cartel que señaliza la presencia de minas antipersonal.

Año tras año, las cifras no dejan lugar a dudas en cuanto al sobrecogedor costo humano de las minas antipersonal: más del 80 % de las víctimas son personas civiles. Afirmar lo contrario es negar la realidad. Las minas antipersonal no distinguen entre un soldado y un niño, y sus efectos persisten por mucho tiempo después de que finalizan los conflictos. Una y otra vez, la experiencia de los conflictos armados demuestra que el uso de estas armas conduce a un futuro en el que —mucho después de que los soldados regresen a su hogar— las familias que intenten reconstruir su vida, los niños que vayan

Los recientes anuncios de varios Estados de Europa central y del norte acerca de su decisión de retirarse de la Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonal constituye un peligroso revés para la protección de las personas civiles en los conflictos armados. Esas decisiones, que intentan justificarse haciendo alusión al deterioro de la situación de seguridad y a las amenazas militares, surgen en un contexto de conflictos armados y tensiones internacionales en aumento que ya se han cobrado miles de vidas.

Basta remitirse a la historia para constatar que los efectos indiscriminados de estas armas no se pueden pasar por alto. Aunque en un principio se las coloque en las líneas del frente, es inevitable que terminen por matar y mutilar precisamente a quienes deberían proteger, hasta que llegue el momento de eliminarlas, con el costo astronómico que eso conlleva.

La Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonal impide el uso de este tipo de armas y establece protecciones vitales para la población civil tanto durante los conflictos armados como luego de que estos terminan. La decisión de ciertos Estados de retirarse de tratados como este puede debilitar protecciones que salvan vidas y poner en riesgo décadas de esfuerzos mundiales por erradicar estas armas tan inhumanas. Implica un retroceso con consecuencias humanitarias devastadoras, que expone a las personas civiles a un riesgo prolongado de muerte y heridas.

Las normas del derecho internacional humanitario, entre ellas, las que dispone esta Convención, existe para proteger a la población en los momentos más oscuros, sobre la base de la experiencia en los campos de batalla y de los costos humanos de la guerra. Adoptar estas normas en tiempo de paz y abandonarlas en tiempo de guerra o de recrudecimiento de las tensiones equivale a malinterpretar su sentido por completo.

Abandonarlas porque el adversario no las respeta genera un deterioro progresivo de la situación cuyo costo termina pagando la población civil.
La escasa utilidad militar de las minas antipersonal no ha cambiado desde que se adoptó la Convención, en 1997; de todos modos, los Estados acordaron prohibirlas porque algunas armas son lisa y llanamente inaceptables.

Respetar los compromisos humanitarios es vital para proteger a las personas atrapadas en conflictos armados y favorece todos, independientemente de lo que hagan los demás. Es momento de reivindicar las normas humanitarias, no de debilitarlas. En épocas de gran incertidumbre y agudas tensiones internacionales, instamos a los Estados a reforzar el estigma que pesa sobre las armas cuyo costo humano es inaceptable. Más del 80 % de los Estados del mundo están comprometidos con un mundo en el que no haya minas. Debemos seguir trabajando por hacer realidad esa visión.

Acerca del CICR

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) es una organización neutral, imparcial e independiente con un cometido exclusivamente humanitario establecido en los Convenios de Ginebra de 1949. Ayuda a personas afectadas por conflictos armados y por otras situaciones de violencia en todo el mundo, haciendo lo posible por proteger su vida y su dignidad, y por aliviar su sufrimiento, a menudo junto con sus socios de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

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