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Colombia: “Cuando llegaron los tanques de agua, todo el pueblo se puso de fiesta”

A la orilla del río Patía y a una hora en bote de la Costa Pacífica viven los 400 habitantes de Tamaje, un caserío del municipio Olaya Herrera, Nariño, en el suroccidente de Colombia. El pueblo ha tenido que afrontar las consecuencias de la violencia armada desde los años 90. "Por el río vemos bajar los muertos de los combates, gente que matan río arriba y que vienen a dar acá", cuenta un hombre que ha tenido que desplazarse varias veces con su esposa y sus hijos.

Uno de los 103 tanques de agua provistos por el CICR. Tamaje, Olaya Herrera, Nariño, Colombia. / CC BY-SA 2.0 / B. Heger

Para empeorar la situación, el agua del río está contaminada con basura y con el mercurio de la minería. "Así la teníamos que beber hasta hace unos meses. Nos salían brotes en la piel y sufríamos de dolor de estómago y diarrea".

La situación de esta comunidad era tan crítica que, según la promotora de salud del lugar, siete de cada diez personas que atendía estaban enfermas por el consumo del agua contaminada. El problema empeoraba en los meses de sequía: "teníamos que beber casi barro".

Cuando el CICR llegó a la zona, se consideró urgente facilitar a esta comunidad el acceso al agua limpia. Se inició un proceso de capacitación comunitaria para definir, de manera participativa, los pasos a seguir. La decisión colectiva fue unánime: era necesario aprovechar de la mejor manera posible el agua de lluvia.

Todas las viviendas, el pequeño puesto de salud y la escuela recibieron tanques de almacenamiento de agua, 103 en total. El CICR entregó también los materiales necesarios para recolectar y almacenar el agua, como tubos, acoples y grifos.

"Cuando llegaron los tanques de agua, todo el pueblo se puso de fiesta. Estábamos contentos, especialmente los niños y las niñas, que ya no tenían que acarrear más el agua. Teníamos claro que la Cruz Roja nos estaba dando un apoyo importante, pero que nosotros también habíamos aportado nuestro trabajo".

Tamaje, Olaya Herrera, Nariño, Colombia. Alrededor del nuevo sistema de almacenamiento de agua se generó un cambio de cultura para vivir saludablemente. Alrededor del nuevo sistema de almacenamiento de agua se generó un cambio de cultura para vivir saludablemente. / CC BY-SA 2.0

Las familias participaron de manera tan activa que en pocas horas ya estaban instalados la mayoría de los tanques. La dotación se acompañó de una capacitación para 22 agentes comunitarios, que replicaron conocimientos sobre cómo hacer más saludable el entorno.

Algunas de las familias incluso reconstruyeron completamente sus casas de madera para cumplir con las recomendaciones recibidas. Ubicaron las letrinas y los fogones de leña en el exterior de las casas, definieron puntos de recolección de basuras y abrieron zanjas para desaguar un pantano cercano, que también era fuente de contaminación.

Como los tanques fueron instalados en pleno verano, la lluvia se hizo esperar un par de semanas. La preocupación y la expectativa se notaban entre los habitantes. De un momento a otro, el cielo se iluminó con relámpagos y llovió como no llovía hacía mucho tiempo.

El agua limpia transformó la vida en Tamaje. "Ahora estamos más sanos, el puesto de salud y la escuela volvieron a funcionar plenamente y nos hicimos más fuertes como comunidad, porque nos pusimos de acuerdo para trabajar en equipo".

Casi 400 adultos, jóvenes y niños cuentan hoy con agua limpia y fresca para beber. El conflicto armado continúa en la zona, pero al menos la sequía ya no es tan implacable como antes. Hoy en Tamaje la esperanza renace.