Señor presidente:
La evidencia es clara: hospitales reducidos a escombros, barrios civiles destruidos y personas inocentes que pierden la vida. En todo el mundo, el respeto por el derecho internacional humanitario (DIH) está en crisis, lo que pone en peligro precisamente la humanidad que esas reglas buscan preservar.
No es una cuestión abstracta, sino un problema que afecta a millones de vidas todos los días y del que cuesta cientos de miles de millones de dólares recuperarse.
Este mes, visité Líbano, Siria, Israel, Gaza y Cisjordania. Vi tanto sufrimiento, tantos escombros, tanta devastación. Frente a toda esta desdicha, lo importante no es quién gana ni quién pierde: lo importante es que una vida humana es una vida humana, y que toda vida humana merece seguridad y dignidad.
Conocí personas cuya vida cambió para siempre debido a la inobservancia de las garantías que establece el derecho internacional humanitario. Lo mismo les ha ocurrido a otros millones de personas civiles que padecen conflictos armados en República Democrática del Congo, Ucrania, Sudán, Myanmar y otros países.
Señor presidente:
Quiero agradecerle por habernos convocado hoy a hablar de la importancia del derecho internacional humanitario. Usted inauguró el 79.° período de sesiones de la Asamblea General bajo el lema “Unidad en la diversidad”.
Eso es precisamente lo que representan los Convenios de Ginebra: un ordenamiento jurídico internacional universal ratificado por todos los Estados cuya finalidad es proteger una base mínima de humanidad compartida. Los principios fundamentales del derecho internacional humanitario trascienden las constituciones nacionales, las fronteras, las religiones y las culturas.
Sin embargo, lo que vemos es una tolerancia aparentemente ilimitada a la muerte, la destrucción y la deshumanización. ¿Hacia dónde vamos por este camino? Ya estamos presenciando guerras en las que no se conocen los límites ni se tiene consideración por la dignidad humana. Vemos divisiones cada vez más profundas que hacen todavía más difícil alcanzar la paz.
El DIH no está pensado para evitar las guerras, sino para contener el uso excesivo de la fuerza. Una vez que se desata, la violencia descontrolada da lugar a riesgos de seguridad aún mayores en todo el mundo, cuando y donde menos se los espera. Para decirlo llanamente: a todos los Estados les conviene respetar el derecho internacional humanitario a fin de proteger la seguridad de su propia población.
Junto con el CICR, Brasil, China, Francia, Jordania, Kazajistán y Sudáfrica presentaron una iniciativa mundial para revitalizar el compromiso político con el derecho internacional humanitario. Es una iniciativa excepcional que emprendemos porque la situación así lo exige. Las normas por las que se rijan los conflictos armados de hoy determinarán cómo se librarán las guerras del futuro, y no podemos darnos el lujo de que esa vara siga bajando.
A lo largo de los próximos dos años, nos ocuparemos juntos de algunos de los retos más apremiantes para el DIH. Hemos seleccionado temas que ameritan la reflexión colectiva e invitamos a todos a participar en líneas de trabajo en torno a ellos para formular recomendaciones concretas.
Las siguientes son algunas de esas líneas temáticas:
- Prevención de violaciones: sabemos que es posible librar guerras sin dejar de cumplir sus leyes. Debemos poner en valor las buenas prácticas, aprender los unos de los otros y fortalecer nuestro compromiso colectivo de prevenir las violaciones sistemáticas del DIH.
- Protección de hospitales e infraestructura civil: el DIH protege los hospitales, las viviendas, las escuelas y los servicios esenciales. Así y todo, las violaciones son demasiado habituales y se producen con alarmante menosprecio.
- Adaptación del DIH con miras al futuro: necesitamos pensar de qué manera se aplican las leyes de la guerra a las nuevas tecnologías y considerar los desafíos que pueden traer consigo los conflictos armados a gran escala, como las operaciones militares en el mar.
- Vinculación entre el DIH y la paz: en todo conflicto armado, tiene que haber un plan para restablecer la paz tarde o temprano. Por eso, es esencial detenernos en las ventajas que ofrece el cumplimiento del DIH desde el punto de vista de los esfuerzos de mediación.
En la segunda mitad del año, se darán a conocer las conclusiones preliminares. Además, voy a convocar a una junta asesora de alto nivel para que nos ayude a conducir este proceso político durante los próximos dos años. Todo este trabajo culminará en un encuentro mundial a fines de 2026 en el que se reafirmará nuestro compromiso compartido con el derecho internacional humanitario.
Las divisiones geopolíticas son profundas, pero el multilateralismo sigue en pie. Su columna vertebral continuará siendo el sistema de las Naciones Unidas. No es el propósito de esta iniciativa politizar el derecho internacional humanitario, sino trascender los compartimentos estancos tradicionales y hacer del DIH una prioridad política.
El derecho internacional humanitario no es transaccional. La responsabilidad de respetarlo y preservarlo recae de la misma manera en todos los Estados, en todas las circunstancias.
Como presidenta de una organización cuyo cometido es promover las leyes de la guerra, pido encarecidamente a todos los miembros de la Asamblea General que participen en esta iniciativa.
Muchas gracias.