En este Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, lamentamos la pérdida de nuestros colegas que murieron a causa de atroces ataques mientras intentaban salvar vidas. Su muerte nos exige mucho más que palabras vacías de indignación: nos exige actuar.
La comunidad internacional no puede seguir mirando hacia otro lado mientras se pasan por alto las leyes de la guerra y se ataca deliberadamente al personal humanitario. Todo ataque contra los trabajadores humanitarios es un ataque contra las comunidades a la que estos prestan asistencia, así como una traición de las leyes concebidas para proteger a las personas civiles y aliviar el sufrimiento durante los conflictos armados.
El brutal ataque que causó la muerte de nuestros colegas de la Media Luna Roja Palestina en marzo fue motivo de indignación en todo el mundo. Sin embargo, lo que les ocurrió no fue un hecho aislado. Desde Gaza hasta Sudán, pasando por Ucrania y República Democrática del Congo y muchos otros lugares, nuestros colegas quedan atrapados bajo las balas mientras conducen ambulancias, distribuyen socorros y prestan asistencia a las comunidades en las líneas del frente.
En lo que va del año, ya hemos perdido a diez colegas. En 2024, el año con más muertes de trabajadores humanitarios del que se tenga registro, solo el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja perdió a 38 empleados y voluntarios. Si esta espantosa tendencia continúa, 2025 podría ser aún peor.
Los Estados y las partes en los conflictos son responsables directos de revertir esta alarmante y peligrosa dirección protegiendo a los trabajadores humanitarios, respetando el derecho internacional humanitario y poniéndose del lado de nuestra humanidad común. Es momento de actuar.