Declaración

Mirjana Spoljaric, presidenta del CICR: El derecho internacional humanitario fue creado como un instrumento para superar las divisiones y así allanar el camino desde la polarización hacia la paz

Discurso pronunciado por Mirjana Spoljaric, presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja - Exposición ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales - 25 de septiembre de 2024, Nueva York
UNGA Speech

¿Qué permite a los seres humanos cometer atrocidades en la guerra? Muchos de los acontecimientos más estremecedores que se han producido a lo largo de la historia comparten un mismo origen: la deshumanización, es decir el proceso de despojar a otros de su humanidad para justificar la violencia, suspender la empatía y racionalizar la tortura, los abusos y las muertes sin sentido.

Señor presidente:

La eficacia del Consejo de Seguridad se mide por cómo zanja las divisiones mundiales, por cómo supera la definición de base de la política, condensada en la expresión "o están con nosotros o están en contra de nosotros". Para resolver esas diferencias hace falta liderazgo, condición imprescindible para posibilitar negociaciones constructivas.

Lo que vemos hoy desde el Comité Internacional de la Cruz Roja es cómo las partes beligerantes, envalentonadas, se desentienden de sus obligaciones jurídicas y, por momentos, se valen de interpretaciones en exceso permisivas del derecho internacional humanitario para justificar infracciones de las normas, actos de destrucción y obstáculos a la acción humanitaria. 

Aunque también sabemos que no se trata de algo que se repite de manera sistemática, lamentablemente la inercia y la aceptación colectivas de esta aberrante realidad están configurando un nuevo umbral en función del cual se pone la humanidad en una balanza y se desestima el hecho de que todas las vidas humanas valen lo mismo. 

Las normalización y aparente tolerancia de interpretaciones erróneas del DIH, que ocurren bajo la mirada de la comunidad internacional, dejan ocultos a otros conflictos, que terminan quedando fuera de la atención pública. Se producen violaciones del derecho de las cuales la comunidad internacional tiene pleno conocimiento, pero ante las cuales aplica pocas acciones correctivas. 

Como bien sabrán, un conflicto armado se usa para justificar otro, se fuerzan los límites hacia la zona de lo aceptable y lo que sobreviene es más sufrimiento humano.  

El derecho internacional humanitario fue creado como un instrumento para superar las divisiones y así allanar el camino desde la polarización hacia la paz. Sus normas, contenidas en tratados que fueron creados y ratificados por sus Estados, obligan a moderarse. En virtud de los Convenios de Ginebra, se debe tratar con humanidad incluso a un enemigo. El DIH no funciona como una transacción.

Es preciso que sus jefes militares entiendan lo siguiente: se pueden librar y ganar guerras respetando la letra y el espíritu del derecho. A fin de cuentas, ¿qué significa salir victorioso? ¿Destruir una aldea y provocar la muerte de personas civiles? 

La aniquilación puede conducir al éxito militar, pero no a una victoria política ni moral. Si los sistemas de seguridad dominan toda decisión política, se renuncia a la opción de negociar.

Celebramos que todos los miembros del Consejo de Seguridad recuerden sistemáticamente a las partes en conflicto que cumplan el DIH, así como la letra de esas obligaciones. Pero es preciso dar un paso más y asegurarnos de que se respete el verdadero sentido del derecho internacional humanitario.  

Eso implica adoptar todas las precauciones factibles para minimizar los daños civiles. Implica no tergiversar los cálculos sobre lo que es aceptable en cuanto a la proporcionalidad. Implica respetar las leyes de la guerra, aunque sus enemigos no las respeten. Implica aceptar que los actores humanitarios neutrales lleven asistencia humanitaria a zonas controladas por sus enemigos. También implica que los hospitales no sean alcanzados por los ataques, que las personas civiles puedan huir hacia un lugar seguro y que no se interrumpa el abastecimiento de víveres. 

La falta de humanidad atiza la violencia; preservar la humanidad promueve la reducción de las hostilidades. Los Estados y las fuerzas armadas deben incorporar plenamente el DIH en sus estrategias de defensa, no solo para la guerra, sino para alcanzar una victoria que les permita una estabilidad a largo plazo. 

El apoyo que da el Consejo al DIH debe pasar de la palabra a la acción. Ustedes determinan que los Convenios de Ginebra sean o no una herramienta para la paz que salva vidas. 

- Cuando su aliado ataque a personas civiles, levanten el teléfono y exíjanle que deje de hacerlo.

- Cuando su aliado se niegue a que el CICR realice visitas a prisioneros de guerra, levanten el teléfono y exíjanle cumplir con lo que corresponde.

- Cuando su aliado manipule las leyes de la guerra, recurran a los medios que tengan a su disposición para que no siga haciéndolo.

El DIH salva vidas. Permitió la liberación de miles de personas detenidas en Yemen, así como de las niñas de Chibok, en Nigeria, y ayudó al CICR a acompañar a un grupo de huérfanos en Jartum hasta un lugar seguro. No es el derecho lo que falla, sino la voluntad de hacerlo cumplir.

Las posibilidades de proteger los intereses económicos y la seguridad de su propia población serán más altas si se respetan los acuerdos que han sido ratificados universalmente. Porque nunca sabemos cuándo la guerra puede llegar a nuestras propias fronteras y encontrarnos del lado equivocado de la línea. Defender los Convenios de Ginebra es para bien de ustedes mismos. 

El DIH ofrece un camino hacia la paz. Declárenlo su prioridad política.