Violencia sexual en la República Democrática del Congo: la tradición contra la exclusión

02-03-2011 Reportaje

Además del sufrimiento que han padecido, las víctimas de violencia sexual suelen ser objeto de exclusión social. En el este de la República Democrática del Congo, miembros de la comunidad, capacitados en apoyo psicosocial por el CICR, apelan a las costumbres para ayudar a los seres queridos y la sociedad a aceptar a las víctimas de violencia sexual. A través del teatro y de la sabiduría de los jefes tradicionales, es posible abordar temas sensibles.

     
©CICR / P. Yazdi 
   
Hombo Sur, en Kivu Norte. Los habitantes de esta aldea han venido para asistir a la obra teatral. 
               
©CICR / P. Yazdi 
   
Habitantes de Bunakiry presentan la obra de teatro donde está representada una mujer víctima de abuso sexual. 
               
©CICR / P. Yazdi 
   
Misikami Nzbiro, un jefe tradicional, se dirige a los habitantes de la región durante la obra. 
           

Una joven mujer, llorando, se desmorona en el piso de tierra a la entrada de su casa.  " Cuando regresaba del mercado, unos desconocidos me agredieron y me apuntaron con un arma. " El marido, humillado por lo sucedido a su esposa, la echa de la casa. 

Lamentablemente, las escenas como ésta son frecuentes en el este de la República Democrática del Congo. En esa región desgarrada desde hace años por un conflicto armado, el abuso sexual suele ser vivido como una vergüenza para toda la familia, que trata de superarla expulsando a la víctima de la agresión. Entonces, ésta se encuentra sola con su sufrimiento, marginada de la comunidad y, la mayoría de las veces, sin recursos materiales suficientes para sobrevivir.

Pero, en este caso, se trta de una representación teatral. La joven que está llorando es una actriz. La obra se montó para sensibilizar a la comunidad, modificar su percepción de las víctimas de la violencia sexual y luchar contra la exclusión de éstas. La casa de escucha de Irangui (norte de Bukavu), donde son acogidas las víctimas de la violencia, organizó el evento con el apoyo del CICR.

El mensaje se transmite, el público reacciona: " ¡Tienes que ir a buscarla! " , le grita una anciana al marido. " ¡Es la madre de tus hijos! " , agrega su vecina.

Varios centenares de espectadores, de todas las edades, están apiñados alrededor del escenario improvisado en un terreno de fútbol. Vienen de nueve aldeas de los alrededores. Algunos han caminado durante varias horas por bosques de maleza para asistir a la obra. 

  Un trauma para toda la comunidad  

Un grupo de ellos viene de una aldea de pequeñas casas de barro y paja, ubicada al lado del parque nacional de Kahuzi-Biega. Para llegar al campo, en general los habitantes deben recorrer varios kilómetros y atravesar zonas invadidas por el bosque, donde a veces se esconden hombres armados. 

Unas semanas antes, un hecho doloroso afectó a esa pequeña comunidad: dos aldeanas, que había salido al campo al amanecer, fueron secuestradas por hombres armados. Después de haber sido agredida sexualmente, una de las mujeres logró escapar. Gracias a la mediación de los jefes tradicionales, pudo reintegrarse en su familia.

" Este conflicto es una calamidad " , explica Misikami Nzbiro, quien lleva el título honorífico de mwami (jefe tradicional). " Debemos superar las consecuencias y sanar las heridas, si no, a las generaciones futuras sólo les dejaremos sufrimiento. "

  La sabiduría del jefe tradicional  

Tradicionalmente, los mwamis son los guardianes de la moral, los que aconsejan y calman, pero también los que movilizan a la comunidad para hallar soluciones. Misikimi Nzbiro es uno de los más activos y dedicados. Para apoyar la representación teatral, ha recorrido centenares de kilómetros en su pequeña motocicleta, a fin de reunir a los aldeanos y de movilizar a los demás jefes tradicionales.

Cuando llega el día, entre una obra de teatro y una danza tradicional, es uno de los primeros mwamis que se dirige al público. " Debemos aprender a amar a nuestras esposas, nuestras hijas, nuestras hermanas, y a vivir con ellas, aun cuando hayan sufrido un accidente. Debemos ayudarlas, de todas las maneras posibles, para que recuperen la alegría de vivir " , explica a los aldeanos, que lo escuchan con atención.

Es la primera vez que se realiza un encuentro de ese tipo en la región. Sin embargo, los ancianos de la aldea aún recuerdan que, hace varias decenas de años, la población acostumbraba reunirse en encuentros donde se mezclaban la danza, el teatro y las sabias palabras de los jefes tradicionales. 

" Reunirse, bailar y dialogar para superar un trauma forma parte de nuestras tradiciones ancestrales, aun cuando décadas de conflicto han debilitado mucho las costumbres " , dice Mbila Mikindo, asistente psicosocial que acoge y aconseja a las personas que han sufrido violencia sexual. " El apoyo de los jefes tradicionales es fundamental en nuestra lucha contra la exclusión social de las víctimas de la violencia sexual. "  

     

 
   

    En Kivu Norte y Kivu Sur:
   

  • El CICR presta apoyo, mediante capacitaciones y donaciones de material, a 47 estructuras psicosociales (casas de escucha).   
  • Las casas de escucha son administradas por asociaciones locales. Más de 200 asistentes psicosociales escuchan, acompañan psicológicamente y orientan a las víctimas hacia otras estructuras sanitarias.
  • Entre octubre y diciembre de 2010, más de 2.500 personas fueron atendidas en las casas de escucha que reciben apoyo del CICR; unas 1.500 de ellas eran víctimas de violencia sexual.   
  • 80 sensibilizadores, miembros de la comunidad, trabajan para mejorar la comprensión de la problemática y la aceptación de las víctimas dentro de la colectividad.  
  • En los últimos tres meses de 2010, unas 35.000 personas participaron en sesiones de sensibilización.