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Kenia: un centro logístico vital para el Cuerno de África

15-05-2008 Entrevista

La delegación del CICR en Nairobi es un importante centro logístico de la Institución para el Cuerno de África, que opera desde mucho antes de la violencia que se produjo el año pasado tras las elecciones, a raíz de la cual el CICR y la Cruz Roja de Kenia (CRK) están preparados para actuar en caso de emergencia. Después de cinco años en el puesto, el jefe de delegación saliente, Pascal Cuttat, explica la evolución del papel del CICR a lo largo de los años y el secreto de su eficaz cooperación con la CRK durante la reciente crisis.

  Usted ha sido responsable de la Delegación regional de Nairobi, que coordina las actividades del CICR en Kenia, Tanzania y Djibouti, en los últimos cinco años. Cuando se piensa en Kenia o en Tanzania, se piensa en una naturaleza abundante, silvestre, y en lugar de vacaciones, con la excepción de los trágicos hechos violentos que se vivieron después de las elecciones. ¿Por qué el CICR está presente en esta región que hasta fines del año pasado había conocido cierta estabilidad?  

     

En realidad, Kenia ha sido un país estable, con una infraestructura relativamente buena, como el puerto de Mombasa, el ferrocarril y el camino de los lagos. Por ello, hace unos años el CICR decidió establecer aquí un centro de logística y de apoyo para todas las delegaciones vecinas a Kenia. Todos los Estados vecinos, salvo Tanzania, están en guerra o lo han estado en los últimos años. Por ejemplo, tenemos el hospital de campaña más grande del mundo en Lokichokio, cerca de la frontera con Sudán. Cuando fue traspasado a las autoridades kenianas, en 2006, el hospital había atendido a unos 40.000 pacientes, sobre todo víctimas del conflicto en el sur de Sudán.

Tanzania tiene una de las poblaciones de refugiados más numerosas del mundo y, sobre todo, de África. Una de nuestras principales preocupaciones en ese país es la situación de los menores separados de sus padres o sus familiares, que viven en los campamentos de refugiados. El CICR ha reunido a familiares separados, sea que estaban en campamentos distintos o del otro lado de la frontera, cuando las condiciones lo han permitido. En los últi mos años, hemos ayudado a miles de familiares separados a volver a ponerse en contacto.

Los problemas actuales de Djibouti se deben más a catástrofes naturales que al conflicto, ya que la guerra civil ha terminado y se está respetando el acuerdo de paz. Ahora las autoridades de Djibouti deben tratar de establecer una capacidad de respuesta a las sequías y las inundaciones que suelen producirse en esta zona. El CICR apoya a la Media Luna Roja de Djibouti para que pueda responder a las necesidades de la población en el plano humanitario. 

  ¿Cuál ha sido el mayor reto humanitario para el CICR en los últimos cinco años?  

En Kenia, la principal preocupación siempre han sido las víctimas civiles que provocan los enfrentamientos entre tribus. Docenas de personas resultaron muertas o heridas incluso antes de que estallara la violencia después de las elecciones. Esto siempre se ha explicado muy fácilmente como un fenómeno previsible en un contexto campesino. En general, no ha habido un interés por entender ni responder a las causas profundas de los enfrentamientos. El desafío era que la delegación de Nairobi no sólo se interesara por esa cuestión, sino que también pudiera reaccionar ante sus consecuencias Las disputas por la tierra y el agua se están intensificando en el Cuerno de África. Estoy profundamente convencido de que la escasez de recursos naturales, junto con las tensiones entre los grupos étnicos, será un motivo de preocupación en los años por venir.

Actualmente, la situación más preocupante es, por supuesto, la de Monte Elgon, donde decenas de miles de personas están afectadas por el conflicto. Muchas de ellas están sufriendo terriblemente. Nuestra tarea es aliviar el sufrimiento con los medios que tenemos a disposición, en cooperación con la CRK.

  ¿Cómo describiría la evolución de las actividades del CICR en la región, desde sus primeros días como jefe de delegación, en 2003, hasta ahora?  

La delegación de Nairobi ha ido diversificando sus actividades en Kenia. Nos preocupamos por las consecuencias de los enfrentamientos entre tribus y nos dotamos de los medios para responder a ellas. La delegación propuso proyectos y fue apoyada internamente, por el CICR, y también por los donantes.

Es difícil dar un único ejemplo de nuestros numerosos programas. De todos modos, quisiera mencionar las actividades en Turkana occidental y Pokot, en la región noroeste de Kenia. El CICR construyó escuelas para ambas comunidades, para que los niños puedan recibir una educación básica en un entorno adecuado.

Los conflictos armados entre las dos tribus habían obligado a muchas familias a abandonar el lugar, por lo que los niños habían tenido que dejar la escuela. Pasamos mucho tiempo tratando de incluir en el diálogo la cuestión de la identidad cultural y del respeto de los no combatientes por ambas partes en el conflicto. Tratamos de que las comunidades comenzaran a dialogar y analizar cuestiones como qué es lo que Pokot y Turkana tienen en común y cuál es el sistema de valores de una organización humanitaria como el CICR. Además, tratamos de que se llegara a algunos acuerdos básicos sobre la protección de las mujeres, los niños, las personas mayores y los no combatientes. 

  Como hemos dicho, después de las elecciones generales en Kenia, en diciembre de 2007, se produjeron actos de violencia sin precedentes que afectaron duramente a la población civil. La CRK, con el apoyo del CICR, rápidamente respondió a las necesidades humanitarias, incluidas la rehabilitación de las fuentes de abastecimiento de agua y la distribución de alimentos y artículos domésticos esenciales a miles de personas desplazadas. ¿Cómo hizo la delegación para dar esa respuesta en tiempo y forma a necesidades tan complejas, cuando hasta entonces sólo venía realizando operaciones pequeñas?  

     

Fue una combinación de esfuerzos y capacidades. Ya contábamos con el centro de logística, que cubre toda África y también otros países no africanos; además llegaron colaboradores desde Ginebra, que forman parte de la unidad de despliegue rápido, recientemente creada; también contábamos con la experiencia de la delegación en todo el trabajo que habíamos hecho en el contexto keniano hasta entonces y, por supuesto, con las capacidades de la CRK. Ni la CRK sola ni el CICR solo podrían haber dado esa respuesta. Juntos logramos poner a la Cruz Roja en acción en el terreno, dos semanas antes que cualquier otra organización.

  ¿Cómo describiría la asociación entre la CRK y el CICR en ese momento?  

     

El elemento básico fue la confianza y el respeto mutuo, sin competencias internas. Además, se realizó en forma permanente un análisis muy honesto de la situación no sólo del terreno, sino también de nuestra asociación. Fue una lección de humildad para todos los que participamos, con gran respeto de las prioridades, las zonas exclusivas y las necesidades de cada uno.

  Pasando ahora al nivel personal, ¿cuál es su mejor recuerdo de esta experiencia en Nairobi?  

Nairobi es una importante ciudad para mi familia y siempre lo será. No por los animales y los hermosos paisajes, sino por la gente. Tenemos amigos aquí y por primera vez desde que hago misiones con el CICR mi familia no se vio obligada a vivir dentro del marco de mi trabajo. Todos hemos te nido una vida privada aquí y sin duda la extrañaremos, si bien estamos muy ansiosos por la próxima misión, que nos llevará a Pakistán.