Página archivada:puede contener información desactualizada

Fortalecer la convención de Ottawa en Europa del Norte y del Este: el seminario de Vilnius

08-06-2004 Declaración

VILNIUS, LITUANIA, 8-9 de junio de 2004.DECLARACIÓN DE APERTURA, por Jacques FORSTER, Vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)

Excelencias, distinguidos invitados, señoras y señores:

Para comenzar, permítanme expresar mi más sincero agradecimiento, en nombre del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), al Gobierno de Lituania, por haber organizado este seminario sobre un tema de suma importancia para el CICR. Hago extensivo el agradecimiento a Alemania, Canadá y Holanda, por auspiciar este evento.

Como muchos de Ustedes saben, el CICR es una organización humanitaria imparcial, neutral e independiente, que se creó hace más de 140 años. Nuestro cometido es proteger la vida y la dignidad de las víctimas de la guerra, así como promover y fortalecer el derecho destinado a protegerlas, llamado " derecho internacional humanitario " . La Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal, también conocida como Convención de Ottawa, refleja todos los aspectos de nuestra misión, que abarca el apoyo directo a decenas de miles de víctimas de las minas terrestres, a las que proporcionamos asistencia médica y rehabilitación física, y el trabajo con las comunidades afectadas por las minas, donde efectuamos actividades de concientización acerca de los peligros que acarrean esos dispositivos.

En 1994, el CICR hizo un llamado por la prohibición total de las minas antipersonal, que se basó en la experiencia de nuestros cirujanos y delegados en todo el mundo, quienes habían comprobado una grave crisis en los planos médico, humano y social, en situaciones donde se habían empleado esas armas. En el plano médico, éstas habían provocado una " epidemia " de heridas excepcionalmente graves, de muertes y de sufrimiento.

Las minas antipersonal son activadas por la s víctimas, es decir que están concebidas para detonar por la presencia, la proximidad o el contacto de una persona, sea soldado o civil, hombre o mujer, adulto o niño . Por sus características, son incapaces de distinguir entre civiles y combatientes, de modo que son incompatibles con la norma fundamental del derecho internacional humanitario que prohíbe el empleo de métodos y medios de guerra indiscriminados. Las minas antipersonal continúan atacando indiscriminadamente mucho tiempo después del término de los conflictos y, por lo general, sus víctimas son civiles, que resultan muertos o mutilados. 

El sufrimiento causado por esas armas es particularmente terrible. Los cirujanos del CICR, con mucha experiencia en heridos de guerra, consideran que las heridas provocadas por las minas se cuentan entre las peores que han tenido que tratar. Los que sobreviven al estallido de una mina antipersonal por lo general necesitan una amputación, varias operaciones y una larga rehabilitación física. Los supervivientes de las minas sufren una discapacidad permanente , con las consecuencias que eso implica en los planos social, psicológico y económico. Los efectos de las minas antipersonal no ocurren por " accidente " : esas armas están específicamente diseñadas para mutilar cuerpos y destrozar vidas. El alto costo humano supera por mucho su limitado valor militar.

En 1997, con la aprobación de la Convención de Ottawa, se propuso una solución global para erradicar la epidemia de las minas terrestres. Fue la primera vez en la historia que los Estados consintieron en prohibir completamente, sobre la base del derecho internacional humanitario , un arma que se estaba empleando de manera generalizada. La Convención de Ottawa no sólo prohíbe un arma: proporciona un programa d e acción humanitaria y global destinado a responder a las consecuencias humanitarias de las minas antipersonal, comprometiendo a los Estados a remover las minas ya sembradas, asistir a las víctimas de las minas y sensibilizar a la población acerca de los peligros que acarrean esas armas.

Se han logrado hasta la fecha importantes avances en lo que respecta a la aplicación de de la Convención. Con la adhesión de Estonia, que sinceramente congratulamos, ciento cuarenta y dos Estados (142) son ahora Partes en la Convención. El empleo, la producción y la transferencia de minas antipersonal se han reducido considerablemente. Los Estados Partes han destruido más de 31 millones de minas antipersonal, dentro de los plazos fijados por la Convención. En numerosos Estados Partes afectados por las minas, se está procediendo a la remoción de los dispositivos. Y, lo que es más importante, el CICR ha comprobado que, allí donde se aplican cabalmente las normas de la Convención, el número de nuevas víctimas ha disminuido significativamente, en algunos casos en dos tercios o más.

No obstante, el flagelo de las minas terrestres está lejos de haber sido superado. Millones de minas continúan devastando poblaciones en todo el mundo, cobrándose cada año miles de nuevas víctimas y empobreciendo a las comunidades. Extensas superficies de valiosas tierras siguen inutilizables por la presencia de minas antipersonal. Numerosos supervivientes de las minas terrestres no reciben el tratamiento a largo plazo y la rehabilitación que desesperadamente necesitan.

Nos complace comprobar que cerca de tres cuartos de los Estados del mundo han reconocido que, para poner término al sufrimiento causado por las minas antipersonal, es indispensable prohibir totalmente esas armas inhumanas e indiscriminadas. Pero en la medida en que algunos Estados sigan estando fuera de la Convención, almacenando importantes cantidades de esas armas, y reservándose el derecho de emp learlas, las minas antipersonal serán un problema persistente.

Prácticamente todos los Estados del mundo han suscrito el objetivo de una eventual eliminación global de las minas antipersonal. De hecho, los Estados Partes en los Convenios de Ginebra reafirmaron ese objetivo por consenso, en ocasión de la XVIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, celebrada en Ginebra en diciembre de 2003.

El año 2004 será un hito en la vida de la Convención de Ottawa, pues para muchos Estados Partes es el punto medio del plazo para la remoción de las minas terrestres, que vence en 2009. Y a fines de 2004, dirigentes de todo el mundo se reunirán en Kenia, para la primera Conferencia de Examen de la Convención de Ottawa, conocida como la Cumbre de Nairobi para un Mundo Libre de Minas . Los Estados que aún no son Partes en la Convención de Ottawa deberían aprovechar la oportunidad de este significativo año para adherirse a ese instrumento. La adhesión universal a la Convención evitará a las generaciones futuras el terrible sufrimiento causado por las minas antipersonal y les permitirá vivir libres de la silenciosa amenaza que esas armas representan.

Muchas gracias.