Paiwand-Ali, de 49 años de edad, procede del norte de Afganistán. Era policía, hasta que perdió una pierna por la explosión de una mina terrestre en 1990.
Fotos de Gueorgui Pinkhassov/Magnum Photos para el CICR
Paiwand-Ali de policía, en épocas más felices, hace tres décadas.
En la actualidad, Paiwand-Ali, su esposa, sus cinco hijas y sus dos hijos viven en una única habitación que alquilan en una zona muy pobre de Kabul.
"En nuestra provincia, la vida era muy dura. Mi vida corrió peligro varias veces. También había muchos problemas económicos, y muchas veces no podía comprar comida ni satisfacer las necesidades básicas de mi familia".
"Finalmente decidí vender mi casa y el pequeño terreno que heredé de mi familia", explicó.
Paiwand-Ali no recibe una pensión porque todavía no está jubilado, pero tampoco ha encontrado un empleo nuevo.
Paiwand-Ali invirtió el dinero que obtuvo de la venta de su terreno y su casa en pagar a un traficante de personas para que llevara a Europa a su hijo, Mohamed Dawood. Cuando se fue, Mohamed Dawood solo tenía 12 años.
"En nuestra familia, no hay nadie que pueda trabajar. Mis hijitas a veces juntan cosas de la basura para venderlas", señaló.
Un tío informó a la familia de que Mohamed Dawood había llegado bien a Europa, pero no han tenido contacto con él.
En Afganistán, el CICR dirige siete centros de rehabilitación física (que suelen denominarse "centros ortopédicos" en ese país), donde se brinda rehabilitación y reinserción social a miles de personas que han sufrido amputaciones, como Paiwand-Ali, y a otras personas con discapacidad.