“¿Dónde estás, mamá?”: la desaparición de migrantes, un problema humanitario inmenso
Han pasado diez años y a Luisa* aún se le quiebra la voz cuando la recuerda: “¿Por qué te fuiste, mamá? Mi hermano y yo te extrañamos, ¡cómo quisiéramos que estuvieras con nosotros! Te queremos, mamita”. Cuando Luisa tenía cuatro años, su mamá migró de Guatemala rumbo a México y luego a Estados Unidos con el sueño -ese sueño de todos- de darle una mejor vida a su familia, huyendo de la violencia, buscando la sobrevivencia. Aunque prometió que se comunicaría, nunca más volvieron a recibir noticias de ella.
Por Salha Benzeghiba, jefa de misión del CICR en Guatemala
Escucha el testimonio de Luisa de su propia voz:
Como esta historia hay muchas más, anónimas, nunca contadas, pero que reflejan una realidad: la desaparición es una de las graves consecuencias a las que se enfrentan las personas migrantes durante la ruta. No es la única, hay muchas otras, como robos, extorsiones, violencia sexual, secuestro, separaciones familiares o falta de acceso a servicios básicos. Mitigar esos riesgos y atender algunas de las consecuencias humanitarias que sufren las personas migrantes es el principal enfoque del trabajo en migración que realiza el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en México y América Central.
La desaparición, cabe decirlo, no solo la padece quien migra, sino también sus familias que esperan noticias, que anhelan saber si su ser querido llegó bien a su destino. Según el boletín REDLAC sobre la Violencia y la Protección en el norte de Centroamérica y México, publicado en noviembre de 2020, el Ministerio de Relaciones Exteriores recibió 324 reportes de personas de origen guatemalteco desaparecidas en el extranjero entre 2016 y 2020. De estas, el 83% no fue localizado, el 8% fue encontrado con vida y el 9% apareció sin vida. Estas estadísticas no reflejan la totalidad de los casos, pues muchas familias no reportan la desaparición de un ser querido en el contexto migratorio por miedo o por desconocimiento de los mecanismos de denuncia, lo que sugiere que la magnitud de la problemática es mucho más amplia. La desaparición de una persona no necesariamente implica que ha fallecido, pero sí que perdió el contacto con su familia y que es necesario restablecerlo.
En su trabajo en favor de la población migrante, el CICR, en estrecha coordinación y cooperación con la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y con las Sociedades Nacionales, así como con albergues y organizaciones de la sociedad civil, actúa para prevenir y mitigar las consecuencias humanitarias que viven las personas migrantes en el transcurso de su viaje, se esfuerza por brindarles asistencia y protección, y promueve que tengan pleno acceso a sus derechos y reciban un trato digno.
Guatemala, como país expulsor, pero también de tránsito, enfrenta importantes desafíos en estos ámbitos. Sin embargo, la desaparición de migrantes no es un asunto que atañe solo a este país, sino que tiene una dimensión regional. Así encontramos historias de personas migrantes guatemaltecas desaparecidas en México o Estados Unidos y, a la vez, relatos de migrantes hondureños, salvadoreños o de otras nacionalidades que pueden permanecer como no identificados en Guatemala.
Para atender las consecuencias de este problema transnacional, se necesita un trabajo coordinado entre los diferentes Estados, en particular, el registro e intercambio sistemático de información de calidad sobre personas que son buscadas (como datos recogidos antes de su fallecimiento, el último contacto con familiares, etc.), así como sobre personas fallecidas no identificadas que reposan en otros países. La implementación de procedimientos de búsqueda en vida también es crucial para encontrar a aquellas personas que han perdido el contacto con sus familias.
Para responder al problema, el CICR trabaja en distintos frentes, como apoyo a los familiares (repatriaciones, gastos fúnebres, transporte, actos de conmemoración y programa de becas para los hijos de migrantes desaparecidos); apoyo a las autoridades para el establecimiento de registros de personas migrantes desaparecidas; intercambio de información e incidencia en políticas públicas para mejorar la búsqueda y para que se reconozcan los derechos de los familiares y se atiendan sus necesidades. También procuramos informar mejor a las personas sobre los riesgos que enfrentan en la ruta. Para ello, les brindamos información que les ayude a mitigar estos riesgos y asistencia a fin de que, durante el trayecto, puedan contactar a sus familiares a través de puntos de comunicación de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja en los que se ofrecen llamadas gratuitas o acceso a internet.
Las personas que desaparecen en la ruta migratoria tienen derecho a ser buscadas, y sus familiares, entre quienes se encuentra Luisa, la niña que nos compartió su historia, tienen derecho a conocer el paradero de sus seres queridos y las condiciones en las que sucedió la desaparición, a poner fin a la incertidumbre, y a recibir reparación y atención por el daño sufrido.
Muchas personas seguirán intentando una y otra vez alcanzar nuevos destinos para huir de la pobreza, de la violencia o, simplemente, para reivindicar la necesidad humana de seguir soñando y buscando mundos mejores. La responsabilidad compartida de los Estados y de las organizaciones humanitarias es garantizar que se respeten su dignidad y sus derechos, y que la ruta, que para muchos es de la esperanza hacia una vida mejor, no derive en la terrible noticia de una muerte, una desaparición, un sueño truncado.
*El nombre de la persona se cambió para proteger su identidad.