El 16 de abril ocurrió en Ecuador un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter. Conforme fueron transcurriendo los días, las cifras de los fallecidos fue aumentando. Hoy, a más de un mes de ocurrido el desastre, se tiene noticia de más de 680 muertos. Las imágenes de los familiares buscando a sus seres queridos entre los escombros, gritando sus nombres con la esperanza de encontrarlos vivos fueron dramáticas.
Según la experiencia del CICR en decenas de conflictos en el mundo, el sufrimiento que produce en los sobrevivientes la incertidumbre de no conocer la suerte de sus seres queridos es una de las consecuencias más devastadoras. Lo mismo sucede luego de los desastres naturales.
Nuestro servicio forense ha diseñado un modelo de intervención humanitario dirigido a aliviar el sufrimiento de las familias, a través del manejo digno y adecuado de los restos de las personas fallecidas y el acompañamiento y provisión de respuestas a los deudos.
Junto con la Cruz Roja Ecuatoriana y la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, movilizamos el apoyo de expertos forenses de toda América Latina, en particular de la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense y de la Red Iberoamericana de Institutos de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Gracias a la solidaridad de los forenses de la región, se pudo asesorar a las autoridades ecuatorianas sobre la forma en que deben afrontar este reto durante los próximos meses.